Desde tiempos inmemorables, el papel que han tenido los sistemas tácticos en cualquier contienda o enfrentamiento ha resultado ser un elemento clave y diferenciador, basando toda una filosofía y estilo a un dibujo táctico determinado. Desde que el ser humano ha tenido conciencia colectiva, la organización geométrica ha resultado ser imprescindible para que haya un aprovechamiento completo de los recursos que nos puede ofrecer un espacio que a menudo es compartido con un rival y en el que existen unos objetivos o metas concretas. Ya en la prehistoria los individuos que pertenecían a un mismo grupo se organizaban espacialmente para intentar cazar y obtener alimento. Otro de los ámbitos donde la organización espacial resulta imprescindible es el campo militar, de hecho gracias a este ámbito las organizaciones colectivas han sufrido una mejora sustancial y el ser humano tiene los recursos tecnológicos que observamos en la actualidad.
Con este breve párrafo podemos atisbar que organización colectiva y disposición espacial van de la mano. Todo es espacio y tiempo, mejor dicho: todo es espacio, tiempo y las relaciones entre individuos. El dibujo táctico nace de la necesidad de conseguir algo, de lograr una meta, por lo tanto resulta evidente que le otorguemos el papel que se merece, relativizando su importancia a lo que es. Ahora bien, resulta estremecedor que atendamos a ciertas expresiones referidas a entrenadores, profesionales o aficionados del fútbol que mitifican el papel del sistema táctico a el nivel de que hasta el resultado de un marcador ha sido debido a que se ha usado un sistema u otro. Es evidente que esto es una categorización espantosa, pero es una tendencia observada en la actualidad.
El fútbol un deporte tan rico, con tanta influencia de factores, que a veces se piensa que realmente va a ser determinante un dibujo táctico en el resultado del encuentro. No deja de ser sorprendente.
En este punto de evolución de la idea me gustaría hacer mención a lo que para mí resulta ser determinante, y es cómo se relacionan los futbolistas entre sí, ante el rival como individuos, ante el rival como colectivo y, sobre todo, dentro del contexto del fútbol. Es decir, resumiendo, quiero hacer mención a las sinergias que nacen en un determinado equipo. Sinergia, qué bonita palabra. Si resulta bonita la palabra y su sonido, más bonito es su significado. Según la RAE:
1. f. Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales.
El ser humano, animal social desde que nace, tiene que relacionarse para poder ser él, ya que por sí solo no significa nada. La importancia de un individuo se reconoce cuando se relaciona y de esta forma expresa la realidad de su ser.
Ante este punto, lo verdaderamente enriquecedor es aunar los dos conceptos, los dos recursos: sistema táctico y sinergias.
Pongamos un ejemplo. Imaginaos sentados en una mesa, en una reunión familiar. La forma en os relacionáis con los otros individuos es específica, ya que no nos relacionamos igual con nuestra abuela que con nuestra madre, o con nuestro padre y con nuestro hermano. Y no hablo de afinidades afectivas, hablo de expresiones conductuales entre individuos, es decir, relaciones. Así, lo que puede potenciar esas expresiones conductuales entre individuos es la disposición espacial. El hecho en sí de que tenga a mi abuela, a mi madre o a mi hermano al lado o en el otro extremo va a provocar que en mí se expresen una serie de conductas específicas, ya que nosotros somos nosotros y cómo nos relacionamos.
Trasladando al campo de fútbol este concepto, si observamos cualquier equipo, no se relacionan de la misma manera unos determinados futbolistas que otros, ni tampoco de la misma manera con una disposición espacial que con otra. Por lo tanto, al igual que las emociones juegan un papel como potenciador del rendimiento, la disposición espacial potencia las relaciones, pero no las determina, sino que las determina las sinergias entre individuos, los individuos como colectivo.
Lo realmente difícil es aplicarlo. ¿Por qué? Porque requiere de un gran conocimiento de nosotros mismos. Esto es lo más complicado del fútbol y requiere de un ciclo interminable compuesto por observación y reflexión. Y digo interminable porque todo ser evoluciona, todo cambia, nada permanece inalterable y por lo tanto conocernos a nosotros mismos es el gran desafío, pero un desafío alcanzable.
Una vez conozcamos la forma, la textura y el olor de las piezas de este rompecabezas, el siguiente paso es colocarlas, distribuirlas espacialmente sabiendo que esa colocación va a potenciar las relaciones y la expresión de las sinergias entre los once futbolistas. Hay jugadores que necesitan estar lejos uno del otro para relacionarse de manera adecuada; hay jugadores que necesitan estar cerca para relacionarse adecuadamente; hay jugadores que deben estar en una zona concreta para relacionarse bien con el resto de jugadores. Lo primero, conozcámonos; después, coloquémonos. Todo son sinergias, todo influye.
* Alejandro Añón Gómez. Doctorando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Match Analysis. Universidad de Granada.
– Foto: CMD
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