En una entrevista concedida al diario La Repubblica en 2009, Carlo Ancelotti admitía cómo, con el paso de los años, se había vuelto un técnico flexible, tras unos comienzos en los que la influencia de Sacchi le hacía ceñirse tercamente a un sistema muy marcado. Sincero y honesto, a Ancelotti no le costaba reconocer ese cambio:
“Pasa el tiempo también para mí. En mis comienzos era demasiado ‘sacchiano’, sólo entendía de 4-4-2. Con Sacchi había tenido enormes satisfacciones, temía cambiar. Descarté a Roberto Baggio porque un ‘trequartista’ no tenía cabida en mis esquemas. Consideración casi idéntica en el caso de Zola, en competencia con Crespo y Chiesa. Hoy no dejaría irse a Zola y a Baggio le diría: aquí te espero. En la Juve tenía a Zidane y no repetí los mismos errores que cometí en el Parma. En el Milan tuve que estudiar la manera para que convivieran Pirlo, Seedorf, Rui Costa y Rivaldo. El fútbol actual tiene dos puntos fijos: un delantero de especial valor o peso específico y la vuelta del ‘trequartista’, el jugador que hace de enganche. Mi único punto fijo es la defensa de cuatro, del centro del campo hacia adelante se puede hacer de todo”.
Decía George Patton, general del ejército de los EE. UU. durante la II Guerra Mundial, que un líder es un hombre que puede adaptar los principios a las circunstancias y, en el Real Madrid, Ancelotti se ha visto obligado a dar otra vuelta de tuerca a sus patrones. A lo largo de su carrera, el italiano siempre manejó en la delantera asesinos de área: Hernán Crespo (Parma y AC Milan), Inzaghi (Milan), Shevchenko (Milan), Drogba (Chelsea) e Ibrahimovic (PSG). Todos consolidados cuando se pusieron a las órdenes del técnico italiano, cada uno en su estilo, se encuentran en un afinado olfato de gol que se echa de menos en la punta de lanza del ataque blanco.
El mejor Benzema es un delantero sublime. Asociativo y capaz de liberar zona para el remate, donde Cristiano más daño hace y con una cuota de goles aceptable cuando está enchufado. Pero no es fiable. Quinta temporada del francés en Madrid y solo en la tercera mostró el nivel que se espera de él. No deja de ser un riesgo confiar el puesto de ‘9’ a un jugador que la temporada pasada mostró una indolencia preocupante en partidos en los que de verdad se mide el nivel de un delantero. Su partido en la ida de octavos ante el Manchester United o la final de Copa del Rey frente al Atlético de Madrid fueron lo peor de una temporada afrontada con una desidia impropia de un jugador de su calidad. Y ni la controvertida situación del Real Madrid ni los minutos que le birló Higuaín son excusa, puesto que su rendimiento en la selección francesa empeoró más si cabe sus insostenibles números con el equipo blanco: 3 goles en los últimos 23 partidos con la selección vecina. La alternativa natural a Karim es Morata. Sabedor de que su prometedor futuro necesita de minutos para curtirse, Ancelotti prefirió quedárselo para que vaya cogiendo peso paulatinamente en el primer equipo, jugando partidos no tan importantes en lugar de cederlo a un equipo mediano donde se hubiera asegurado jugar siempre. Sin embargo, confiar los 8 o 10 partidos grandes que debería jugar esta temporada el Real Madrid a un chico de 20 años supone una temeridad para las opciones del equipo y para la trayectoria del propio jugador, que correría el riesgo de quemarse prematuramente en escenarios que no le corresponden por experiencia ni por galones. No es esta todavía la generación que debe liderar Morata; son otros los que deben cargar con esta responsabilidad. La tercera vía sería que Cristiano aceptara jugar de ‘9’, pero sacar al mejor jugador del equipo de la posición donde más daño hace no parece una salida natural.
A la hora de fichar, el Real Madrid es un monstruo de tres cabezas en el que Florentino, Zidane y Ancelotti buscan encontrarse en un punto que deje satisfechos a cada uno de los tres. Florentino, con la llegada de Bale, se asegura prolongar en el tiempo el perfil de jugador franquicia del modelo actual del Real Madrid. El galés es, seguramente, el jugador más similar a Cristiano Ronaldo de todo el fútbol mundial, aunque cuatro años más joven que el portugués, y su peso mediático es del agrado del presidente blanco. Por otro lado, el fichaje de Bale provoca que el Real Madrid descarte fichar un ‘9’ de prestigio que potenciaría el debate sobre la titularidad de Benzema. Y Ancelotti, por su parte, tras haber recibido todo lo que pidió a su llegada, renuncia al perfil de delantero que manejó a lo largo de toda su carrera a cambio de un jugador extraordinario que, sin ser delantero, aporta una cuota de gol similar –los 24 goles de Bale en la pasada Premier League no los ha marcado Benzema jamás, ni en Francia ni en España–.
Deberá reinventarse de nuevo el técnico italiano, capaz como nadie de adaptarse con maestría a los tiempos, a las circunstancias y a las características de los equipos a los que entrena, alejándose cada vez más de esa atadura que le suponía su idealización de Sacchi y forjándose una personalidad auténtica como técnico que, sin renunciar a sus raíces, no deja de enriquecer.
* Alberto Egea.
– Fotos: Reuters
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