"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Alexander Zverev, Karen Khachanov, Borna Coric, Hyeon Chung, Frances Tiafoe, Casper Ruud o Elias Ymer. Son solo jugadores de tenis de entre 18 y 20 años, aunque sus rostros ya transitan a lo largo de todos el globo terráqueo. Promesas en construcción, estrellas potenciales de su gremio, futuros líderes del circuito profesional y, lo más importante, personas extremadamente influenciables. Porque no debe ser fácil gestionar a estas edades un carga tan grande de emociones, experiencias y expectativas. NEXT GEN. Así los ha llamado la propia ATP y así los trata cada semana, como campeones inminentes llamados a dar el relevo generacional a los Federar, Nadal, Djokovic y compañía. Pero, ¿a qué precio? ¿Está justificado este exceso de focos en jugadores con tan poco recorrido? ¿Puede llegar a generar un problema? ¿Incluso a ser contraproducente? Seis expertos nos ayudan a bucear en el dilema.
Los entrenadores son los que más lo sufren. Encargados de ir despejando el camino a sus pupilos, muchas veces se encuentran con barreras algo más difíciles de saltar. En este caso, la de la fama. “Me molesta un poco el bombo que se le está dando, parece que los chavales sean auténticos cracks”, confiesa Fernando Vicente, técnico de Andrey Rublev desde hace una temporada. “Con Andrey intento hablar mucho de este tema porque los tratan como estrellas, con demasiados actos y esto a mí me desespera. No les falta de nada, les dan WC a torneos importantes… esto no va así, se creen que por tener un contrato con Nike o Adidas ya está todo hecho y hay quien se pierde por no ver la realidad. Tienen que aprender a ganarse las cosas”, resuelve el de Castellón. “Me sorprende especialmente el boom que tiene Andrey y por eso le intento parar un poco los pies y que se deje de tonterías. Hay gente que viene a decirle que será el próximo número uno, que va a ser la bomba… hay que quitarle todos estos pájaros de la cabeza, él sabe que todavía tiene todo por mejorar y que estamos en el camino correcto”, afirma.
Otro que conoce muy bien el panorama es Galo Blanco, entrenador de Karen Khachanov durante los dos últimos calendarios. “El tenis necesita un cambio generacional y es positivo este tipo de campañas con los jóvenes, pero dentro de unos límites”, señala el asturiano. “Bajo mi punto de vista, creo que están metiendo demasiados chavales dentro de este grupo de la #NextGen, pienso que habría que reducirlo un poco. Te puedo asegurar que estos chicos están teniendo más ruedas de prensa y photo shootings que algunos top30 consolidados. No llega a ser algo negativo, pero en ocasiones se les da mucho bombo y les quita algo de tiempo, existe el peligro de que alguno se lo crea más de la cuenta”, añade. “Con esa edad no es fácil llevarlo, pero esto no es problema de la ATP, ellos están haciendo su trabajo promocionando a los jóvenes; quienes lo tienen que saber llevar son los jugadores, con madurez y sabiendo dónde se encuentran realmente”.
La promoción de jugadores es una estrategia que ni sorprende ni extraña a nadie. Pero claro, ¿cuántos futuros números 1 se están vendiendo? ¿A qué edades? “Si no se les promocionaran así, mucha gente se quejaría. Al final siempre vas a tener discrepancias, cada uno te dirá lo que le interese”, continúa Galo. “Lo cierto es que el grupo de chavales que finalmente llegue arriba será más reducido del que ellos están proponiendo, también habría que preguntarle a ellos qué significa ser #NextGen, si ser un potencial top100, top50 o top10. Deberían reducir ese saco y, quizá no quitarles tanto tiempo. Tampoco digo que sea cada semana, pero ahora con el Masters sub21 de Milán si lo notamos un poco más encima. Pero claro, tener una agenda apretada llena de compromisos significa que eres bueno y juegas bien, hay que saber lidiar con ello. Al final, de la manera que más se aprende es cometiendo errores, si alguno se tiene que pegar una leche bienvenida sea. Esto es una lucha diaria donde hay que trabajar muy duro para estar arriba, solamente unos elegidos lo logran”, argumenta el técnico español.
Es el riesgo de vestir campeones antes de que quemar las etapas anteriores, se ha hecho siempre y se ha intensificado en los últimos años. Aquí en España, tras el boom de Rafa Nadal, también se intentó hace unas temporadas con la célebre Generación del 97. “Creo que fue hace unos 2-3 años donde coincidimos jugando un torneo en Ciudad de la Raqueta y nos hicieron un ‘Tie Break’ con Roberto Carretero, nos entrevistaban a cinco para darnos a conocer un poco”, recuerda Carlos Taberner, uno de los miembros de esta maravillosa camada. “Era la época en la que empezábamos a jugar los Futures, éramos muy jóvenes, aunque todavía lo somos (risas). En mi caso no he notado esa presión, la única presión que tengo es la que yo mismo me meto. Sí que a veces, de vez en cuando, sacan artículos nuestros pero ni muchos menos se puede comparar a la que tienen los de la #NextGen internacional”, subraya el valenciano. “Creo que es algo positivo porque te hace ser más competitivo, aunque podría llegar a ser negativo en el caso de que se nos impusiera una presión y unos objetivos que no concuerdan con nuestra etapa. En mi caso estoy muy tranquilo”.
Los tiempos han cambiado, de eso no cabe duda y, por si acaso, Álex Corretja nos invita a recordar cómo funcionaba este mismo organismo hace veinte años. “En mi época, a finales de los 90, también hicimos una campaña que se llama ‘New balls, please’, con una imagen en blanco y negro, raqueta en mano y la clásica cara desafiante. Recuerdo que estaban Moyá, Ferrero, Costa, Kuerten, Safin y otros más. Este tipo de promociones afectan según el jugador, si porque te saquen en un póster y tengas publicidad te crees que vas a ser mejor que los demás, evidentemente estás muy equivocado. Esto sirve para promocionarte cara al público, que te conozcan, atraer a los sponsors y ganar en importancia de cara a la ATP, se puede tomar de manera muy positiva siempre que la sepas gestionar, sabiendo siempre que todo esto no será la clave de tu éxito”, analiza el ex número 2 del mundo.
“La diferencia más grande de esta época con la mía es la aparición de las redes sociales. Son algo positivo pero también te puede quitar mucha atención en el día a día: Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat… hay muchas más distracciones de las que había en mi tiempo”, valora Corretja. “Las redes sirven para acercar a los jugadores con el público, añaden una promoción extra, en un segundo se puede publicar y compartir una imagen en cualquier rincón del mundo, esto hace 15 años era impensable. Si se utiliza para bien será positivo; si estás enganchado, afectará a tu rendimiento. Hay veces que están más preocupados de quedar bien en las redes que de analizar lo que ha pasado en la pista”, indica.
Hay veces que tanta publicidad y tanta formación del ego puedo llevar a destruir un juguete. Eso lo sabe bien Sergio Troncoso, habituado a tratar con gente joven y verles canalizar toda la presión que atraen los buenos resultados. “Todo esto tiene sus pros y sus contras. Evidentemente, darle visibilidad y publicidad en la ATP atrae a más sponsors y más dinero, algo fundamental para poder jugar al tenis, sobre todo en estos primeros años. Los contras quizá es que se les hace estrellas mucho antes de que lleguen a serlo, si es que llegan. Están muy expuestos a los medios y las redes sociales. Por ejemplo, antes de McEnroe nos llegaban noticias de vez en cuando; ahora Kyrgios rompe un vaso en una fiesta y ya se dice de todo. No es fácil controlar lo que les rodea. Luego está el tema del entorno, es indispensable que sea tranquilo, relajado, que vean el deporte como se debe ver. Que no todo gire en torno al jugador. Que cuando gane no se monte la de Dios y cuando pierda sea un drama, esto es el mayor pecado que se puede cometer”, afirma con seguridad.
Poco a poco vamos repartiendo todas las cartas sobre la mesa pero hay una realmente llamativa, pero por su ausencia. ¿Qué pasa con la WTA? Si miramos el top100 ATP encontramos a seis jugadores por debajo de los 21 años. Si giramos el cuello hacia el top100 WTA, el doble. ¿Por qué el circuito femenino no ha entablado otra campaña de promoción a sus futuras jugadoras? ¿Dónde están los carteles que merecen raquetas como Konjuh, Siniakova, Kastakina, Osaka, Bellis o Chirico? ¿Quizá justo por esta no-promoción han conseguido un mayor saco de talento entre la élite?
“Hay muchos factores que entran en este dilema, más allá dela ATP o la WTA”, desvela Pablo Lozano, técnico de Sara Errani durante doce temporadas. “Las marcas comerciales y los sponsors mandan por encima del nivel de los jugadores, aquí importa el posible atractivo que puedan tener. Desgraciadamente ha habido jugadoras que han tenido muchas más ayudas por ser, aparentemente, más atractivas, guapas, comerciales… llámalo como quieras. La repercusión y las promociones están muy ligadas al físico. Con Serena o Sharapova, la WTA tiene dos buques insignias de las que han sacado mucho partido, cuando se vayan seguramente sí que veremos más atención en las futuras generaciones”, sentencia.
¿Dónde está el motor de este tsunami imparable? Seguramente esté en la confianza ciega e ilusión depositadas en una serie de muchachos con algo especial respecto al resto, un don que les ha llevado a la primera fila de salida sin correr antes por calles más austeras. Aunque no por ella deja la ATP de ser una empresa, un negocio, una rueda que gira y gira, que busca nuevas caras para suplir las que dentro de unos años ya no estarán dando beneficios. Hablando claro, una empresa con la necesidad de encontrar a los héroes del futuro antes de quedarse sin sus referentes actuales. Intuir a un nuevo Federer o un nuevo Nadal no es cuestión de un día, pero si abrimos el abanico hasta los extremos será más sencillo dar con repuestos de garantía, aunque en la búsqueda nos carguemos algún que otro sueño desbordado por la ansiedad o las prisas. Pero de esos nadie se acordará, la rueda seguirá girando, impasible.
* Fernando Murciego es periodista.
Twitter: @fermurciego
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