Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Inglaterra
El Chelsea consiguió una victoria fundamental en los minutos finales que le permite seguir como líder de la Premier. En frente estaba el Everton de Roberto Martínez, uno de los mejores equipos de la competición y que no se llevó la victoria porque el sistema defensivo de los locales le sostuvo en la máxima exigencia.
El Chelsea, sin embargo, haciendo honor a su potencial aéreo, volvió a llevarse los tres puntos a balón parado, en una de esas imágenes que se han convertido casi en símbolo de Stamford Bridge: el central apareciendo de entre todos y perforando la red.
Alejándonos un poco de los textos convencionales, en los que estoy convencido de que podrán tener detalladas muestras de la cronología del partido, voy a centrarnme en varios detalles específicos que resultaron sumamente interesantes, permitiéndome el lujo de saltarme lo irrelevante.
Centraré el análisis, pues, en dos conceptos que entiendo que son determinantes, no solo en el partido sino en la situación actual del equipo de José Mourinho. Profundizaré sobre la primera línea de presión, que esta vez tuvo más eficacia, pero que en diversas situaciones hizo aguas permitiendo a la línea creativa del Everton generar superioridad a la espalda. Y también hablaré de la falta en el Chelsea de un nueve de élite que sepa manejar el concepto de la profundidad y cómo eso influye en la calidad de las recepciones de la segunda línea y la gestión de las transiciones ofensivas.
Había partidos en los que la primera línea de presión del Chelsea no se manejaba con soltura. Dejaba huecos, no cubría bien los espacios y permanecía expuesta a un pase vertical que rompiese el sistema. Matic ha mejorado ese concepto porque tiene un manejo mucho más idóneo de la presión alta. El Chelsea, pues, consigue obligar al Everton a arriesgar en la salida.
Sin embargo, también se repetían aquellas situaciones en las que el Chelsea no presionaba de forma racional y dejaba espacios habitables para la continuidad del juego del Everton.
Así las cosas, aunque el Chelsea no hacía una presión del todo negativa, solía robar el balón mucho más atrás. Hubo momentos en los que el equipo cedió el control al Everton y se protegió en su sistema defensivo con el potencial por alto de su defensa ante los centros laterales o con la suficiencia de Matic.
El otro concepto importante es el de la desventaja de los mediapuntas del Chelsea cuando reciben la pelota. Se ven obligados a conducir demasiado ante equipos completamente organizados y que estructuran sus bloques defensivos de una forma rápida y efectiva. La falta de profundidad del nueve es una de las causas.
Como pueden observar en el fotograma, el Everton está completamente organizado, Samuel Eto’o no termina de romper hacia el espacio para estirar la defensa y el Chelsea, también como consecuencia de un juego posicional de poca calidad, se encuentra con demasiados opositores.
En este, anterior, el nueve ni aparece en escena. Vuelve a ser Hazard contra el mundo, con muy pocas garantías de éxito. Nuevamente, mediapuntas obligados a conducir en exceso.
Eto’o hace leves amagos de ruptura, pero no termina de ejecutar el desmarque. Además, su interpretación de esas necesidades de profundidad es bastante deficiente, contrastando con aquel león de los espacios que tenía en el Camp Nou su particular sabana.
El Chelsea se llevó los tres puntos en un partido muy serio del Everton a nivel competitivo. El equipo dirigido por José Mourinho sigue dando muestras de su capacidad para ganar, pero también de sus inevitables carencias. El Chelsea sigue preso de unos males endémicos.
* Alejandro Sierra.
– Foto: AFP
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