"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
Leo Messi, cuatro años consecutivos ganador del Balón de Oro y considerado el mejor jugador del mundo. Cristiano Ronaldo, último jugador en recibir dicho galardón. Diesgo Costa, jugador revelación esta temporada y objetivo de los grandes clubes europeos. Mucho se ha escrito y hablado acerca de las cualidades de todos ellos, sobre cuántos goles han marcado o qué títulos han conseguido a nivel individual o colectivo. Sobre todo, comparando y juzgando. Los seres humanos tenemos la tendencia a clasificar y ordenar, a competir y siempre queremos saber qué es lo mejor, quién el número uno. Hay rankings de todo tipo, desde el tenista número uno de la ATP al jugador más elegante, el velocista más rápido o el lanzador con el brazo más potente. Pues estos tres futbolistas están siendo estudiados y comparados a diario. Ellos son los representantes en el césped de una rivalidad entre tres de los gigantes deportivos más grandes y poderosos que ha dado el fútbol o cualquier otro deporte.
Sin embargo, no todo son diferencias. Hay una característica común que les iguala, puesto que todos han sufrido la lesión de su músculo estrella: el bíceps femoral. Sin embargo, no han sido los únicos. Ya en temporadas anteriores, otros jugadores fueron víctimas de esta misma dolencia: Iniesta, Puyol, Eto’o, Henry, Ronaldinho, Yaya Touré o Deco, entre otros.
¿Por qué se lesiona con tanta frecuencia este músculo?
El bíceps femoral es un músculo que se encuentra en la parte posterior del muslo, que va desde la pelvis hasta la altura la rodilla. Su función principal es la de extensión del muslo y flexión de la rodilla, de ahí la importancia que tiene en los movimientos normales al practicar fútbol, sobre todo en lo relacionado con el sprint explosivo, como es el caso de Cristiano, Messi, o cualquier gesto que implique rapidez.
Este músculo es el que más frecuentemente se lesiona en corredores de corta distancia, como son los receptores en el fútbol americano, los corredores de 100 ó 200 metros o los extremos en el fútbol, por eso se conoce como la lesión del velocista.
En los últimos tiempos, varias lesiones dejaron a Messi fuera de juego, pero el bíceps femoral ha sido el que más problemas le ha dado en su carrera deportiva. La que tiene ahora apartado a Cristiano Ronaldo es la primera.
Las lesiones musculares son una de las patologías más frecuentes en la Traumatología Deportiva. La mayor parte de las lesiones musculares son leves, aunque un porcentaje cercano al 10 % las denominamos graves, pues pueden ocasionar secuelas importantes. Entre un 25 % y un 30 % de los atletas de alto rendimiento las sufren (hay que tener en cuenta que en un deportista de élite, entre un 30-40 % de su peso corporal corresponde a tejido muscular).
Hay diferentes tipos de clasificación para valorar la gravedad de la misma, pero la más usada es la siguiente:
Se ha calculado que el riesgo de padecer cualquier lesión en el fútbol profesional es de seis a nueve lesiones por 1.000 horas de exposición. El riesgo de lesionarse durante la competición es de cuatro a seis veces más frecuente que durante los entrenamientos. Se calcula que un equipo profesional de 25 jugadores padecerá una media de 40-45 lesiones por temporada, de las cuales entre 16 y 20 serán poco importantes (tiempos de baja de menos de una semana); entre 10 y 15 serán moderadas (entre una y cuatro semanas) y entre ocho y diez serán graves (más de un mes de baja). En estudios de seguimiento de la UEFA, realizados entre los equipos de la Champions League durante un período de cuatro temporadas (2003-2006), se observó que la lesión más frecuente es la muscular, y entre estas, la de los músculos isquiosurales, entre los que el músculo bíceps femoral es el más afectado.
La preparación física, el estado nutricional antes y durante la práctica deportiva, así como el equilibrio adecuado de electrolitos son aspectos clave. La sudoración origina pérdida de líquidos y sales en el organismo. Los músculos van perdiendo elasticidad al perder hidratación, por lo que, tras un ejercicio prolongado aumentan las probabilidades de sufrir una lesión muscular. Si existen reservas adecuadas de energía en el músculo (glucógeno), las probabilidades de lesión son menores. Por esta razón, la alimentación del deportista es un aspecto fundamental que deberemos atender tanto en los períodos de entrenamiento como en los de competición. Otros factores predisponentes que pueden facilitar una lesión muscular son el antecedente de lesiones previas que hayan dejado una fibrosis cicatricial, las sobrecargas continuadas, las enfermedades generales, el uso de medicación, el exceso de tensión muscular, la obesidad o el sobrepeso.
Dependiendo del grado de lesión, el tratamiento incluye una primera fase de antinflamatorios, vendaje compresivo, medidas físicas y hielo durante las primeras 48-72 horas.
A partir de ese tiempo, en los casos en que la lesión y el hematoma sean muy importantes, se suele hacer un seguimiento ecográfico del mismo y, dependiendo de la evolución, se puede plantear el drenaje parcial del hematoma, para prevenir encapsulamientos y cicatrizaciones que comprometan la función del grupo muscular. También se puede considerar la infiltración de plasma rico en factores de crecimiento para acelerar la reparación y regeneración tisular. A partir de la semana y media o dos semanas, de una forma muy controlada, se introducen los ejercicios excéntricos, los estiramientos y la Electrólisis Percutánea Intratisular que han demostrado contribuir a organizar las fibras musculares.
* Antonio Ríos Luna es traumatólogo, maratoniano y autor del libro “Del sillón a la maratón”.
– Foto: EFE
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