1.- Uno de los grandes problemas de los personajes públicos en la sociedad actual (y siempre que existiese un periodista que recogiese sus palabras) es la hemeroteca, esa fuente de recuerdos pasados que el público puede rememorar para echar en cara algo a alguien. O también surge la posibilidad contraria, esto es, que una persona pueda decir esa frase de “te lo dije”, muy manida pero siempre útil. Ancelotti la puede utilizar ahora, recordando eso de que quería que su Real Madrid tiene que hacer “un fútbol espectacular”.
2.- Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Otros dirán que ha pasado poco, porque el ensamblaje de las nuevas piezas y su asunción de las nuevas ideas adquiridas son costosas, lentas, progresivas. Pero cuando las herramientas son de calidad, las obras al final resultan más eficientes y se realizan en un espacio temporal menor. Hoy ha sido la primera vez en la que el Real Madrid ha disfrutado teniendo la pelota, mimando el cuero como quiere el respetable merengue. No le ha quemado en los pies como antaño, sino que la ha buscado, la ha encontrado y la ha manejado a su antojo, teniendo claro qué quería conseguir de su posesión.
3.- ¿Habría logrado el mismo resultado con distintos factores? Es decir, ¿habría cambiado algo jugar con Illarramendi, Casemiro o Khedira (o cualquier otro centrocampista)? ¿O la combinación entre Xabi Alonso, Modric e Isco es idónea para el fútbol visto hoy? Probablemente sea indiferente (siempre hasta cierto punto) qué piezas hubiese utilizado Ancelotti si los conceptos están aprendidos y se saben desarrollar. La labor de Modric cubriendo a Xabi Alonso bien la puede hacer Casemiro, por ejemplo, cubriendo a Illarra. Y Khedira aportaría algo distinto que Isco, pero también sería positivo. Lo importante, en resumen, es la idea.
4.- También es verdad que el Valladolid ha sido inocente hasta decir basta. Quería estar ordenado, disciplinado en la disposición sobre el terreno, en la basculación, pero entre tanta organización se ha olvidado de que también podía atacar. Se centró en evitar goles, no lo consiguió, y se olvidó de molestar a la siempre titubeante defensa blanca. Sus movimientos eran acertados en ataque. Guerra recibe, aguanta, se gira y desahoga, pero a cincuentaitrés metros de Diego López. Un centro (magnífico, eso sí) y varios disparos de Bergdich fueron su delicado bagaje ofensivo.
5.- Para una plantilla como la del Valladolid, llegar al Bernabéu sin Ebert y Óscar es un papelón, un drama. La baja del español ya es habitual, aunque no por ello menos trascendente. El alemán aporta esa chispa diferencial que puede hacer oscilar un partido hacia los intereses pucelanos. Sin ninguno de ellos, las ideas escasean. El trivote Rossi-Rubio-Sastre tampoco funcionó, ya que el Madrid siempre se sintió muy cómodo en campo contrario.
6.- Tan cómodo, que hubo posesiones blancas casi eternas, largas como un domingo sin fútbol, con toques ágiles, rápidos y precisos, en poco espacio, entre seis o siete jugadores madridistas, rodeados de varios vestidos de negro y violeta. Esa facilidad de acción, esa flexibilidad de movimientos hasta ahora inhóspita ha sido en parte posible por el paso hacia delante de Xabi Alonso, más liberado del trabajo de destrucción, que se incorporó a la línea de tres cuartos con asiduidad, encontrándose constantemente a la misma altura que Isco.
7.- No habría sido esto posible sin la labor de Modric. Se hablará mucho más del hat-trick de Gareth Bale, su primer triplete vestido de blanco, pero una demostración más de trabajo sucio bien realizado por el croata no debería pasar desapercibida. Modric entiende su papel mejor que muchos otros en el fútbol. Con Alonso se sabe innecesario como líder en la medular y emplea sus recursos, incontables, en otras facetas, como robar, presionar, organizar y cubrir espaldas. Estaba siendo de los mejores en el Madrid dubitativo de inicio de temporada jugando de mediocentro puro; cada partido que pasa, se siente más cómodo en esa labor, y el equipo lo nota y lo aprovecha.
8.- Con Xabi Alonso cómodo, disfrutando de espacios y libertad de movimientos y de mando, el resto se contagia y también pasa a disfrutar del ambiente festivo que surge. Isco aparece en cualquier parte del campo, especialmente por el centro, donde le gusta, para entrar en contacto con la pelota y desequilibrar mediante amagos, recortes, fintas y cualquier otro sinónimo. Y Di María fuera de la zona de obligaciones es el Di María de siempre, el eléctrico imparable que convierte cada balón que recibe en peligro de gol
9.- Uno de los aspectos positivos y menos visibles que tiene el fichaje de Bale y la teórica pérdida de trascendencia de Di María en el global del equipo es que el argentino, cada vez que salta al campo, se tiene que dejar la vida. Es irregular por naturaleza, le cuesta enlazar dos o tres actuaciones sensacionales, pero cuando en años anteriores se lo podía permitir por la ausencia de competencia, este año debe esforzarse al máximo en cada momento. El mejor ejemplo fue el curso pasado, cuando pasó a ser más un estorbo que un beneficio en ciertos partidos. Este año, el Fideo va a jugar menos, pero su fugacidad estará garantizada durante el tiempo que participe.
10.- El Madrid ha sido paciente, y eso es otra importante y positiva novedad con respecto a situaciones pasadas. El primer gol ha llegado en el minuto 33 después de una media hora muy buena, intensa y con varias ocasiones para adelantarse. Otras veces, al Madrid le habrían entrado las prisas, los nervios por no abrir un partido a priori sencillo y habría dejado subirse a las barbas al Valladolid. Sin embargo, siguió moviendo la pelota con calma, sin buscar el pelotazo ni disparos sin sentido. Y al final, aparecía Bale para que el Bernabéu le vaya conociendo gol tras gol, asistencia tras asistencia (el centro a Benzema sí que es para retenerlo de por vida en la hemeroteca).
y 11.- El plan del Valladolid siguió siendo el mismo con el transcurso del partido. Cinco minutos de más intensidad con la entrada de Omar por Larsson, pero ninguna demostración de querer sacar algo del partido. Sastre y Guerra se fueron exhaustos y los que se quedaron tuvieron que aguantar el ritmo altísimo que necesitan imprimir Morata y Jesé para destacar ante los ojos analíticos de su entrenador. Tuvieron unos veinte minutos, y si no marcaron, por insistencia no fue.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Andres Kudacki (AP)
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