"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Imagina que eres un entrenador de un equipo de baloncesto y te enfrentas al Shaquille O’Neal de la mejor época. 215 centímetros y cerca de 160 kilos de musculatura, potencia y talento. Una bestia bajo el tablero, un tipo que, hagas lo que hagas, va a dominar la zona. ¿Qué haces? Lo que todos los entrenadores que se le enfrentaron. Correr, tirar desde lejos y martirizarle con faltas personales aprovechando que no era muy bueno desde la línea de tiros libres. ¿Era eso injusto? No. Era razonable. Lo injusto era cuando lo defendían dos (o tres) contra uno o le planteaban una defensa en zona, ya que eso está prohibido en la NBA.
En el mundo del fútbol también existen artimañas para limitar la superioridad física y técnica de los rivales. El fuera de juego, por ejemplo, sirve para alejar del área a jugadores especialmente habilidosos cuando se sabe aplicar bien. Igualmente, en defensa no hay límites numéricos ni espaciales. Lo único prohibido es la falta y la pérdida de tiempo, pero para regularlo ya existe el árbitro. Las posibilidades para competir y enfrentar a las cualidades rivales, pues, son inmensas. Sin embargo, hay una corriente dominante de la afición que se empeña en desacreditar algunas de ellas con motivos estéticos e incluso morales. Últimamente hemos tenido una muestra de ello al llenar páginas y tertulias con una palabra: injusticia.
¿INJUSTICIA? ¡REAPRENDIZAJE!
Injusticia es una falta no pitada o una pérdida de tiempo no castigada, porque supone una vulneración de una norma. Pero, desde luego, injusticia no es que un Chelsea o un Osasuna supere al Barcelona yendo al límite de las posibilidades que ofrece el juego. Sería estúpido, por ejemplo, pedirle a Ramires, Bosingwa y Obi Mikel que triangularan como Messi, Busquets e Iniesta. Ningún entrenador lo haría. Tiene más sentido exprimirles en lo que pueden ser más buenos que el rival: achicar, tapar líneas de pase, atosigar a quien conduzca y lanzar largo a Drogba cuando se pueda para castigar una defensa precaria.
Es ventajista pedir a los rivales un determinado tipo de juego y es hipócrita desprestigiar a los equipos que ganan desde argumentos que no apuestan por el toque y el preciosismo, más que nada porque a eso nadie gana el Barça. El fútbol consiste en meter goles y a eso ha sabido ganar muchas veces el Barcelona, así que la receta pasa por reaprender cómo meterlos, no por rebajar a quienes intentan evitarlo.
* Pau Farrás es periodista. En Twitter: @PauFarras
– Fotos: Paradigma Pep – TVE
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