"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Cuando comenzó el Torneo de Transición no era fácil pronosticar que River pudiera salir campeón. A tres jornadas del final, el equipo es líder con un punto de ventaja sobre Racing y tres sobre Independiente y Lanús, con las posibilidades intactas. Pero no se puede negar que ha ido menos en su nivel de juego. Evidentemente no puede haber una única causa, eso está claro, son varias y de distinta índole las que han llevado el conjunto del Muñeco Gallardo a sufrir cada vez más en el último mes y medio de Campeonato. Una causa es compatibilizar el Torneo local con la Copa Sudamericana donde hoy jueves espera Boca para la ida de unas semifinales dignas de Copa Libertadores; otra posible son los compromisos internacionales, que le han privado de contar en la última semana de jugadores tan importantes como Teo Gutiérrez, convocado por Pékerman en la selección colombiana y de Carlos Sánchez, convocado por Tabárez para la celeste uruguaya. Estas dos son causas que nueve de cada diez personas pienso que considerarían objetivas. Después hay otras, y me gustaría poner el acento en una concreta: la ausencia desde el pasado 22 de septiembre de su mediocentro titular desde que llegó Gallardo al banquillo, Matías Kranevitter. En las primeras jornadas ofreció un curso en la dirección del equipo. Fue el faro que alumbra a los centrales para salir con el balón jugado desde atrás, la barrera del fuerte en la posición de volante central para detener los ataques de los contrarios y una solución constante para sus volantes, Sánchez y Rojas, así como para los laterales, Mercado y Vangioni, a la hora de buscar un punto de referencia constante. En un primer momento su baja ha sido cubierta con relativa solvencia a nivel individual por dos futbolistas: el veterano Leo Ponzio y el joven Guido Rodríguez. Ambos, cada uno en su estilo, han cumplido satisfactoriamente cuando Gallardo les ha alineado, pero creo que se le está empezando a hacer largo el torneo al Millonario sin Kranevitter. Con Ponzio el equipo tiene una buena solución en mediocampo para jugar en largo y desplazar a los costados. Además, su experiencia también le permite estar bien colocado casi siempre. Si juega Guido Rodríguez, el equipo toca mejor en corto. Guido es un poco lento de movimientos, pero rápido de cabeza y tiene muchísimo futuro. Quizá el Kranevitter que vimos antes de la lesión y que ya estaba en la agenda de Martino era un poco la mezcla de ambos. Gallardo ha jugado casi todo el torneo con el mismo sistema, 4-3-1-2, recuperando la figura del enganche en la persona de Pisculichi e intentando que el equipo siempre sea una sinfonía armándose en torno al balón y buscando que el equipo se mueva en bloque y con mucha movilidad de los interiores, los puntas y con llegadas permanentes de los laterales. Sólo varió de idea ante Estudiantes el día que perdió la imbatibilidad pasando a jugar con tres centrales en el fondo, pero al equipo no le sentó bien la variación táctica. Para que toda esta idea funcione se necesita un director de orquesta brillante y Kranevitter lo fue en el primer tramo del campeonato. Quizá, aparte de un problema físico de cansancio, el problema resida en que la orquesta no suena igual sin su director original. Resaltando que a nivel individual, tanto Ponzio como Rodríguez han cumplido bien, su influencia en el juego colectivo no es la misma. Ambos torneos se resolverán en los próximos días y la motivación pasa a jugar un papel decisivo, a veces incluso basta para superar adversidades técnicas. Veremos si será esta vez suficiente para que River recupere la forma que tenía de gobernar los partidos hace dos meses o si algunos de los factores indicados con anterioridad tienen una influencia decisiva.
* Alberto López Frau es periodista.
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