La primera jornada del 6 Naciones ha tenido tres partidos muy ajustados en cuanto a resultado: la mayor diferencia han sido los seis puntos de Inglaterra sobre Escocia (9-15), por dos puntos ganó Francia a Italia (23-21). En empate terminó el duelo de los dos últimos campeones del torneo (16-16) entre Irlanda y Gales en Dublín.
Los partidos del torneo son, en muchas ocasiones, igualados, emocionantes, vibrantes por la cercanía de los contendientes en el marcador; el esfuerzo de los equipos pocas veces se puede poner en duda y esos son los parámetros que vertebran el campeonato europeo de selecciones. Si la emoción y la igualdad son previsibles, también lo es la pobreza del juego de los seis equipos; un desempeño lento sobre el campo, acumulación de fases que no llevan a ningún lado, pick and go constantes que ralentizan todavía más el, ya de por si, exasperante ritmo.
Los equipos europeos viven en un bucle que les lleva a repetir, de forma constante, sus virtudes y defectos. Pongamos un ejempo: se ha insistido mucho en los análisis previos sobre el cambio de estilo de juego que iba a afrontar Gales durante este 6 Naciones. Supuestamente, el equipo de Warren Gatland iba a pasar a un estilo de juego ofensivo, de ritmo alto, abriendo el campo hacia las alas… Y había que creerse que iban a acometer esa evolución bajo el mando del mismo cuerpo técnico y con los mismos jugadores con los que había contado hasta ahora. Resultaba poco creíble, ya de antemano, esa teoría del cambio de estilo; el partido contra Irlanda ha servido como prueba irrefutable de su insostenibilidad.
También se esperaba que Inglaterra y Francia (por el orden que quieran) fuesen las grandes rupturistas desde la primera fecha del torneo; ya hemos explicado con anterioridad cuál es la idiosincrasia de los equipos de Eddie Jones y Guy Novès para este 6 Naciones y cuales son los elementos que determinan su actual situación.
Inglaterra fue a Murrayfield con la intención de evitar, en la medida de lo posible, que Escocia pudiese desarrollar el juego veloz y arriesgado que proponen sus backs. A Inglaterra le interesaba un partido lento, trabado y en el cual imponer el nivel de sus zapadores. No había dudas: Billy Vunipola, James Haskell, Chris Robshaw, George Kruis, Joe Launchbury. Inglaterra buscaba un partido cerrado porque era el único contexto en el cual era superior al equipo de Vern Cotter, el planteamiento le salió bien a Eddie Jones ya que arrancar con una victoria era de vital importancia a nivel psicológico como grupo.
Lo mismo se puede decir de Francia, el principal objetivo -pírrico en este caso- era conseguir la victoria ante Italia. Estrenaban cuerpo técnico y también una hornada de jugadores jóvenes que nunca habían contado para el XV del Gallo. No resulta difícil imaginar la que se hubiese montado en Francia si el equipo de los Jedrasiak, Lauret, Bezy, Plisson, Vakatawa, Danty, Fickou y Bonneval hubiese perdido contra Italia. Un entrenador y un grupo de jugadores nuevos –se llamen como se llamen– necesitan un proceso de ensamblaje para intentar convertirse en un equipo. Ya hemos dicho con anterioridad que la actual selección francesa lucha por cambiar las dinámicas procedentes del Top 14 y de los tres últimos máximos dirigentes deportivos del equipo nacional (Bernard Laporte, Marc Lievremont y Philippe Saint-Andre). Si alguien esperaba ver a una Francia diferente en el partido contra Italia, se equivocaba de plano.
La primera fecha deja a Inglaterra y Francia al frente de la clasificación y a Gales e Irlanda dependiendo de si mismos en sus aspiraciones para ganar el 6 Naciones. La emoción está asegurada; el juego hay que buscarlo en otros lugares.
* Javier Señarís es analista de rugby.
– Foto: PA
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