"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
La Masia / Martí Perarnau / Firmas
En este momento procesal en que Pep Guardiola ha tocado la corneta y la gente del filial forma en el primer tiempo del saludo, botas limpias, uniforme impecable, es buen momento también para recordar a quienes hicieron posible este desplegable. Son horas agitadas, pues lesiones e incidentes generan un movimiento telúrico en todas las categorías: el primer equipo convoca a los adolescentes del filial y éste llama a los juveniles, quienes a su vez telefonearán a los cadetes y así hasta los grumetes. Frenesí de ascensores en Can Barça.
Y si esto es posible, más allá de cuál sea el resultado final y los avatares que genere desplegar el desplegable, es porque hubo y hay mucha gente anónima o poco conocida que trabajó durante muchos años para construir dicho entramado. No me refiero a los pioneros ya reconocidos (Oriol Tort, Laureano Ruiz, Johan Cruyff, Martínez Vilaseca y demás), sino a gestores y técnicos de bajo vuelo mediático. El hilo conductor, por ejemplo de un Quique Costas, siempre en segunda fila. El ojo perspicaz de los scouters que dirige Pep Boada, escrutadores del futuro, desconocidos en todas partes, pero que recorren miles de kilómetros para seguir las evoluciones de miles de aspirantes a la gloria. Sin estos detectives del talento, algunos exfutbolistas como Paco Martínez, otros excelentes analistas, no sería posible seguir alimentando el fuego canterano. Los centenares de horas que cada año han dedicado docenas de entrenadores para enseñar las claves y los secretos de semejante estilo de juego, posiblemente recompensado más en lo anímico cuando un chaval que moldeó con sus manos llega al Camp Nou que por reconocimientos públicos o económicos. Técnicos como Benaiges, Pimienta, Borrell, Álex García o Fran Sánchez, por citar unos pocos de entre muchos, han dejado y siguen dejando una huella decisiva en la progresión de los chavales. O gestores como José Ramón Alexanko, quizás el más sobrio de todos, siempre en la sombra construyendo engranajes, dinámicas y metodología que han desembocado en el éxito actual.
Sí, el mérito de llamar a los chavales y alinearlos es de Cruyff, de Van Gaal, de Rexach, de Rijkaard y de Pep. Pero quienes advirtieron dónde estaban las pepitas de oro; quienes las pasaron por el tamiz de la selección; quienes pulieron esos diamantes, les dieron forma, les educaron futbolísticamente, instruyéndoles en un lenguaje especial, fueron estos maestros de mérito similar y que nunca han reclamado recompensa. Si hoy es posible reformatear un Think Tank del conocimiento blaugrana es porque decenas de técnicos y gestores construyeron pilares sólidos y moldearon la materia prima de los campeones. No es malo que, en estos tiempos, recordemos también a los anónimos.
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