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La Argentina de Sabella vuelve a salir airosa de otro nuevo compromiso. En este caso, la parada no parecía sencilla en los papeles, pero el equipo albiceleste superó justamente a Italia por 1-2. Más allá del resultado puntual, nos interesa mostrar cómo el entrenador parece ir delineando un equipo con dos caras y dos posturas distintas.
Un doble desafío aparecía en la noche romana: jugar ante un rival de fuste y como visitantes y, por el otro lado, la obligación de tener que hacerlo sin Lionel Messi. Nuevamente la ausencia del rosarino forzó a que otros actores cobraran un rol mucho más protagónico, y volvió a ser Ángel Di María el que se llevó la mejor nota.
Pero volvamos sobre el punto de las diferentes fisonomías que toma Argentina. Esto es mucho más marcado en las Eliminatorias: una cosa es el equipo de Sabella actuando en casa y otra fuera de ella. No solo desde la postura (en cuanto a la zona de presión, dónde se para la línea defensiva), sino también en cuanto a nombres. Pareciera que los cuatro de la delantera (Messi, Di María, Agüero e Higuaín) fueran una fija solamente cuando el equipo actúa en casa. Fuera del Monumental, el ex DT de Estudiantes optó por el 4-4-2 o bien un 5-3-2 en la altura de Quito y de La Paz.
A la hora de los amistosos esta línea parece tener cierta continuidad. Si bien ante rivales menores como Suiza o Suecia la ambición se corresponde con la que evidencia en Buenos Aires, ante Alemania el año pasado (repitió el 4-4-2 y Agüero ingresó solo cuando Argentina jugó con superioridad numérica) o ante Italia este pasado miércoles los recaudos de antemano son mayores. ¿Podría ser un anticipo de la idea de Sabella para los partidos grandes en el 2014?
Ante el conjunto de Cesare Prandelli (que no contó con muchos futbolistas, como los casos de Balotelli, El Shaarawy o el mismo Pirlo, que estuvo en el banco), el seleccionador no dispuso de Agüero como noticia destacada –además de la ya mencionada ausencia de Messi–. A su vez, no fueron de la partida jugadores como Sergio Romero, Pablo Zabaleta, Marcos Rojo y Fernando Gago.
Al arquero de la Sampdoria lo relevó Mariano Andújar, el habitual suplente. La nota es que en los laterales aparecieron Hugo Campagnaro (recientemente fichado por el Inter) y José Basanta. Los dos, centrales por naturaleza, expusieron la idea de Pachorra de tener laterales sin un largo recorrido, por lo que la zaga de cuatro fue una fija. Cristian Ansaldi –que tampoco vio muchos minutos en el amistoso en Suecia– parece estar definitivamente relegado; ante esto, el único lateral largo parece ser Pablo Zabaleta, aunque no hay que descartar a Gino Peruzzi –adquirido por el Catania– y, por qué no, a Clemente Rodríguez, ya que Sabella demostró que no se guía solo por la actualidad de sus jugadores.
En esta búsqueda de mayor equilibrio defensivo (más de una vez el seleccionador dio a entender que terminó optando por los cuatro ofensivos más por lo que ellos demostraron que por un convencimiento real), el doble pivote fue para Mascherano y Biglia. Así, el nuevo volante de la Lazio relegó a Banega, quien entró luego como mediapunta, en una versión casi desconocida para los argentinos (pese a que el ex Boca lo ha hecho más de una vez en el Valencia). La prueba fue más que positiva. Aunque Biglia cometió un error en el descuento ante Insigne, aportó criterio a la hora de la distribución. A su vez, Éver marcó llegando desde atrás el 0-2 parcial, doble satisfacción para Pachorra.
Llegamos a la zona de ataque. Lamela no tuvo la continuidad en los 45 minutos que disputó que todos hubiéramos querido, pero fue decisivo para la apertura del marcador de Higuaín con un pase preciso. El mediapunta de la Roma deja su crédito abierto ante la gente, ¿también ante el entrenador? El otro que ganó enteros de cara su lugar en el Mundial parece ser Rodrigo Palacio. Quien haya visto solo el resumen se quedará con un gol insólitamente perdido por la Joya, sin embargo, su tarea en suma fue gratificante. Incluso se mostró como un potencial socio de Higuaín. En el cabeza a cabeza le sacó una luz a Lavezzi, quien no ha cuajado ninguna actuación con la albiceleste al nivel de lo que supo hacer en el Napoli hace un par de temporadas.
Para el final llegamos a Gonzalo Higuaín. Parece haber nacido para usar esta camiseta. Es un jugador fantástico de cara al gol y en función de otros compañeros, debido a sus constantes desmarques. Encima, el libreto contragolpeador le sienta a las mil maravillas; en el San Paolo y con Rafa Benítez en el banco parece estar destinado a cansarse de festejar. A Buffon ya le dejó un regalo con ese bombazo que fue el 0-1.
Hace mucho que Argentina A no pierde (excluimos al conjunto de jugadores del medio local). Aunque no ha enamorado a todo el público, Sabella se ganó un respeto generalizado, ya que hay una idea de juego clara y además con cierta versatilidad a la hora de la distribución de las piezas. La messidependencia puede ser evitada –así quedó demostrado en el Olímpico– y es mucho mejor pensar que el crack del Barcelona puede llegar a ser un salto de calidad enorme para un equipo que, con pasos pequeños pero concretos, cada día tiene más pinta de eso mismo: un equipo de fútbol. Eso sí, con dos caras.
* Diego Huerta es periodista y editor del sitio web Cultura Redonda.
– Foto: AFP
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