Las dos caras de Arda Turan

por IMANOL ECHEGARAY el 12 septiembre, 2014 • 17:05

Las personas, como aquellas cintas que eran rebobinadas con bolígrafos, tienen dos caras. La A y la B. Una, la que sirve para gustar, embelesar, engatusar y enamorar al resto de personas. La otra, el oscuro pasajero que nos persigue allá donde vamos. Nuestra sombra, nuestra mochila llena de piedras. Una carga que es difícil de quitarse. En algunos aflora más una que otra. Pero las dos están. De eso no cabe duda. Existe un futbolista que tiene una cara A bien visible.

“Puede que sea por sus looks, más cercanos a Arteche y su bigote que a Beckham y sus calzoncillos. Quizás sea ese español, forzado y risueño, que sale por su boca. Un “te quiero Atleti”. Un “Slowly, cabrón” cuando, tras conquistar el Santiago Bernabéu, decidió poner punto y final a una melena desaliñada que le hacía un ser inconfundible. También podría ser la barba. Su barba. Ese símil ochentero que nos transporta al Atlético más guerrero y practicante. El Atleti anterior al actual. El de sus socios”.

Ese extracto de texto está sacado de la biografía de Arda Turan escrita por Juan Esteban Rodríguez. Ese párrafo, que forma parte del fragmento de Ardaturanismo, está escrito por el mismo que firma estas líneas. Así ven muchos atléticos al turco. Un hombre distinto a lo que se suele ver dentro del mundo del fútbol. Y lo distinto siempre mola. Mola. Es posible que no haya mejor definición para lo que es el ’10’ del Atlético. Un tío que mola.

Hablar de Arda Turan es hacerlo de un hombre que se divierte haciendo lo que hace. “Soy más feliz dando una asistencia que marcando un gol”. Él mismo lo dice. No juega para sí mismo, juega para los demás. Eso es lo que le hace un jugador distinto, especial, que conecta. Porque nadie puede dudar que, gracias a la predisposición del ego al servicio del grupo, el de Bayrampasa se ha ganado el corazón del hincha atlético. Contagia alegría y despierta inquietudes. Es innato.

El balón, que tiene esa característica puñetera de ser esférico, no para quieto prácticamente en ningún partido de fútbol. Va de aquí para allá, dando saltos, rebotando en cuerpos o maderas, volando por el cielo o siendo depositado en redes. A veces incluso es el objeto con el que se pagan iras y frustraciones. Pero con Arda Turan es distinto. El turco lo acaricia con su bota, lo masajea lentamente hasta dejarlo prácticamente dormido, para después susurrarle al oído que en cuestión de milésimas de segundo pasará de estar profundamente quieto para pasar a estar a mil por hora.

Así es él. Controla el tiempo como si tuviese el reloj universal. Decide cuándo acelerar y decelerar. Ni es el más atlético (de cuerpo, no de sentimiento), ni es el más rápido, pero al fútbol se juega con la cabeza. Y ahí Arda es cum laude. Capaz de ganar una carrera a un velocista profesional a base de cambios de ritmo.

Pero no todo es un jardín de rosas. El turco tiene su cara B. Quizás la menos visible para los aficionados del Atlético de Madrid, pero sí la que más les puede preocupar: las lesiones.

Desde el pasado 17 de mayo, Arda Turan no ha jugado un partido oficial con el club rojiblanco. No obstante, parece más de lo que es. Han sido seis partidos sin un jugador que durante la pretemporada había mostrado que ya estaba totalmente recuperado de la lesión sufrida en el partido agónico de la última jornada en el Camp Nou. Pero, cuando la Supercopa de España asomaba ya por el horizonte, el turco recayó. Y saltaron las alarmas.

Pequeñas críticas en sectores aislados han ido dirección a Bayrampasa. Muchos se preguntaron por qué Arda no estuvo aquel 24 de mayo en Lisboa. Cómo no forzó la mitad de lo que sí lo hizo Diego Costa teniendo algo mucho más grave. Ciertas dudas que, sumadas al hecho de no haber debutado oficialmente de rojiblanco esta temporada y sí haberlo hecho con Turquía (110 minutos jugados), hna ocasionado que las preguntas se multipliquen. ¿Qué pasa con Arda?

No es nuevo ver al turco visitar la enfermería del Vicente Calderón o de Majadahonda. Durante su estancia en Madrid (tres años) se ha perdido bastantes partidos a causa de pequeñas molestias o lesiones más o menos graves. A nadie le puede sorprender, y nadie puede llevarse las manos a la cabeza. Va con Arda. No es un portento físico y el juego que trata de imprimir Simeone requiere muchos sacrificios. Y más para un jugador que, durante su carrera, no ha estado acostumbrado a ello.

En principio, Arda Turan vuelve a formar parte del grupo. Debutará oficialmente con el Atlético y volverá a parar el tiempo con el balón en sus pies. Sus dos caras se entrecruzan. Algunos atléticos tiran de memoria y se imaginan un 24 de mayo con el turco en el césped de Da Luz. Parando el tiempo cuando más lo necesitaba el Atlético. Pero son ilusiones. Vamos a quedarnos con la cara A de este formidable jugador, que es donde están grabadas las listas de éxitos.

* Imanol Echegaray García es periodista.

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