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"¿Cómo se analiza lo que no se conoce?". Ignacio Benedetti


Natación / Deportes

Lágrimas al Cielo

por el 11 agosto, 2013 • 10:28

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Terminaron recientemente los decimoquintos campeonatos mundiales de natación organizados por la FINA en Barcelona, a los que tuve la suerte de acudir en sus dos jornadas finales. Una experiencia única que llevaba deseando duramente mucho tiempo. Más allá de diferentes récords mundiales y hazañas logradas, poder admirar a la élite mundial de un deporte tan apasionante como la natación fue un privilegio. Pero hubo algo que nos puso la piel de gallina: todo el Palau Sant Jordi se encariñó con César Cielo, el tremendo velocista brasileño que no pudo aguantar las lágrimas en el podio al conseguir su tercer oro mundial en su prueba fetiche, los 50 libre. Un llanto desolado, incapaz de levantar la cabeza, estremeció al público allí congregado. César Cielo se ganó una ovación cerrada que incluso ocultó la melodía del impresionante himno nacional de su país, compuesto por Joaquim Osório Duque Estrada en 1889.

La vida de César Augusto Cielo Filho (Santa Bárbara d’Oeste, 1987) no es fácil de contar. Él ya es una leyenda viva de la natación mundial, de hecho, como comento al principio, es tres veces campeón mundial de los 50 libre, entre otras pruebas, superando en oros mundiales a su ídolo, al que alguna vez llegó a ser una obsesión, el nadador ruso Alexander Popov. César Cielo reconoció que se llegó a obsesionar de forma enfermiza con Popov, llegando a grabar todas sus carreras para verlas una y otra vez. Batirle era su sueño.

Mucho antes, César Cielo ni siquiera practicaba natación. Es brasileño y eso te lleva casi por inercia al vóley playa. Aunque en lo primero que destacó el atleta fue en judo, deporte que practicó de pequeño hasta que Popov le entró por los ojos. Entonces, su madre Flavia, que trabajaba como profesora de Educación Física, decidió llevarle a un club de natación. El primer club de César Cielo fue Pinheiros, donde pronto empezó a destacar. Aunque en el deporte no siempre se gana y César Cielo empezó a encontrar dificultades deportivas. Cuando empezó a probarse a nivel nacional ya no arrasaba y eso le generaba ansiedad. César Cielo es un ganador nato y perder no entra en su forma de vida. Por eso, con 15 años tomó la decisión casi irrevocable de dejar la natación. Su ego no le permitía ni siquiera ser segundo, por tanto, mucho menos acabar en los últimos puestos de alguna prueba. Su familia estaba preocupaba y su padre César, un reputado médico, decidió estimular al chico con un bonus en metálico, simbólico, pero a todos nos ilusionó nuestro primer sueldo, por muy pequeño que fuese. Así, César Cielo decidió volver a intentarlo y borró de su memoria la idea de dejar un deporte que luego se lo agradeció enormemente.

César Cielo volvía a volar en las piscinas brasileñas recuperada su mejor forma, su familia estaba encantada y pronto empezó a ser conocido en un país dónde el fútbol es casi una cuestión religiosa. Pero pronto llegaron los problemas en su vida; tan buenos eran los resultados que recibió diferentes ofertas de varios clubes, una muy especial, una beca para estudiar en Estados Unidos, en la Universidad de Auburn, Alabama. Por supuesto, el nadador lo vio como una oportunidad fascinante: nadar en una buena universidad norteamericana le podría dar el salto definitivo a su carrera como velocista de élite. Sin embargo, su familia no estaba muy conforme con esa decisión, no le creían preparado para vivir tan lejos de casa, en otra cultura y con otro idioma. La familia de César Cielo no estaba muy a favor y el conflicto conquistó el seno familiar. La pieza más importante en la oposición a su marcha era su madre, Flavia. Poco a poco, la familia supo valorar que quizá era lo mejor y fueron cediendo en la idea de que César Cielo debía volar en otros mares. Aaccedió a regañadientes y César Cielo pudo cumplir una etapa más en su vida, acudir a un college en los Estados Unidos. Allí se matriculó en Administración y ahora puede presumir de ser un gran empresario.

Ya instalado en la élite de la natación mundial, César Cielo sufrió otro revés que casi provoca su retirada prematura de la natación, en la previa del mundial de Shanghái de hace dos años. Dio positivo por furosemida, un diurético. La federación brasileña no le declaró culpable o negligente, pero la FINA estaba dispuesta a impedir su participación en dicho campeonato. En la resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, en sus siglas en inglés), César Cielo fue absuelto y simplemente recibió una amonestación. Pese a ello, no encajó bien el golpe de ver su nombre manchado y estuvo muy cerca de abandonar la natación. Otra vez, como en su adolescencia, cuando no se veía capaz de conseguir victorias. Por suerte, no todo estaba perdido para; se quitó de nuevo esa idea y volvió a dejar con la boca abierta al público en Shanghái con sus hazañas en la piscina.

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No es fácil contar la vida de César Cielo. A tantas piedras en el camino hay que sumar otra: su entrenador australiano en Estados Unidos no pudo seguir entrenándolo por cuestiones personales y César Cielo se volvió a ver en otra encrucijada. Quiso volver a Brasil, pero su club (Flamengo) no disponía de las instalaciones necesarias para un nadador de su calibre y no salió demasiado bien de su primer club, Pinheiros, ya que no entendieron muy bien la marcha a Estados Unidos. Aunque ahora las cosas parecen más tranquilas. Por suerte, César Cielo encontró una solución que nos permite gozar de su talento.

Como podemos comprobar, la vida de César Cielo tuvo bastantes inconvenientes que dificultaron su carrera deportiva. Por suerte, siempre tuvo a alguien de su lado, aunque a veces no fuese precisamente de su entorno familiar. César Cielo sabe de dónde proviene, por eso siempre se emociona al conseguir un objetivo. Eso nos permite apreciar una imagen tan impactante, como ver a un verdadero campeón durante tantos años emocionándose, algo realmente extraño en el deporte hoy en día. César Cielo ya hace suficiente para ganarse el respeto de la piscina con su rendimiento dentro de ella, y también fuera con el cariño de la grada, sea en la sede que sea. En Barcelona proyectó un carisma único y eso le hace ser inmortal en el pensamiento de muchos. Parabéns César.

* Andrés Marchante.


– Fotos: Reuters – EFE




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