1.- Tres minutos de partido y Sergio Busquets se ha dado un hartón de robar balones tras pérdida. Es otro rostro. El verdadero rostro de este Barça, tan pálido en el último mes que resultaba irreconocible. Muerde el Barça: pierde y recupera. No hay balón más de tres segundos en pies de los milanistas porque Busquets pasa la barredora y arrambla con todo. Es la segadora Busquets y a su rebufo llega el Barça de los ladrones de cuero.
2.- El equipo recuperará 56 balones a lo largo del partido, pero la cifra importa poco. La zona de recuperación es lo decisivo: la mayoría serán balones rebanados en la zona de ¾ del equipo italiano y eso equivale a una presión inaguantable para los de Allegri, a quien el Barça agarra por el cuello desde el minuto 1 y no deja respirar.
3.- Con prudencia sí, pero con agresividad extrema. Agresividad con balón. No posesión intrascendente, sino cuero al pasto y a mover y correr. Pero todo esto, con ser necesario, no habría sido suficiente sin orden y organización. Cada pieza vuelve a estar donde debía estar, no donde acabó estando en las semanas anteriores. Cada cual a lo suyo y nadie en tierra de otros y menos en tierra de nadie. Los que hacen jugar llevan la batuta; los que deben rematar, a los cañones.
4.- Messi no le ve la cara a Ambrosini, sino la espalda, y ese es símbolo mayúsculo. El Messi centrocampista, voluntarioso para iniciar el juego arrebatándoselo a quienes han hecho de este primer paso una orfebrería luminosa, no aparece en toda la noche, salvo por el minuto 80, cuando ya el Milan está desmelenado en busca de un gol improbable y Leo toma posesión del círculo central esperando dirigir un contragolpe [por cierto: como si lo hubiera intuido, ocurre tal cual]. Durante 80 minutos, Messi estará a espaldas de Ambrosini y esa es la cruz del Milan.
5.- Es el Barça. Simplemente eso. El conocido y estudiado Barça del juego de posición. El que no tiene el balón para entretenerlo sino para pinchar hasta encontrar zona magra. El que se mueve sin parar y enloquece cuando pierde un balón, como el niño al que le quitan el juguete y se lanza en arrebato lacrimógeno. Lo pierde y ¡zas!, lo recupera. Le buscan la espalda y ¡zas!, se anticipa. El Barça que roba balones y se anticipa a los problemas es, sencillamente, el Barça y no su sucedáneo.
6.- Los milanistas no han tenido el cuero más de tres segundos y ya han encajado el primer gol. Solo son cinco minutos, pero esos cinco minutos son eternos para los de Allegri. Messi pone la efectividad en un remate de los que no se encuentran en el catálogo, pero más duro que el gol es el propio juego. Se juega en bastante menos de medio campo. Busquets traza una línea roja y por ahí no cruza ni un balón. Como llevando a cuestas una aspiradora gigante, Busquets se lleva todos los cueros. Todos. Al Milan no le deja ni las migajas. Y eso suena a sentencia.
7.- Durante las mejores etapas con Guardiola, este fue un equipo de poetas con botas. En esta noche poderosa, ha sido el de los ladrones con botas. Si el primer gol es Messi y su talento, el segundo y tercero -los que quiebran el espinazo italiano- surgen del robo. En el segundo, Ambrosini y Flamini se lanzan a por un contragolpe pero Iniesta les quita el esférico cuando apenas han dado dos pasos. En el tercero, el Milan ni siquiera logra dar el primer paso porque Mascherano se lanza por el túnel y anticipa la acción. Del robo surge también el tercero. Incluso el cuarto, ya con el Barça replegado, nacerá en otra recuperación.
8.- Allegri no presiona arriba de entrada. Probablemente porque el empuje blaugrana se lo impide. Queda aplastado el Milan sobre el área de Abbiati, exigido a plegarse en 4-5-1 con Niang como hombre más adelantado, lo que es un decir porque apenas está diez pasos por delante de su área. En el Barça, defensas de tres, con Jordi Alba de central izquierdo, a correr junto a Mascherano si hay un contragolpe.
9.- Por encima de las recuperadas virtudes que despliega, el Barça se sitúa bien. Busquets cubre las espaldas de Xavi e Iniesta, que cargan de manera contundente hacia el costado derecho, por donde aparece el Alves profundo de los grandes tiempos. Un gran acierto: Alves no juega de extremo, sino que tiene metros para correr porque empieza bastante más atrás, en la divisoria de los dos campos y llega a tiempo a los cambios de orientación que le manda Xavi.
10.- Villa se faja con los centrales y aunque su trabajo será oscuro, resulta imprescindible. No puede con Zapata ni Mexès, pero los aleja de Messi y eso es maná. Messi se sitúa a espaldas de Villa, que le sirve de catapulta. No será una de esas noches mágicas de Messi, pese a sus dos goles de artista y la pausa que ofrece en el contragolpe del cuarto, pero sí de eficacia máxima, quitándose de un plumazo la angustiosa sensación de jugar enjaulado que parecía atormentarlo. Da un paso hacia delante y ahí lo gana todo, también porque Villa se encarga del trabajo sucio.
11.- En el Barça solo chirría Pedro, jugador tan confundido que por momentos se advierte que Iniesta prefiere no combinar con él, no sea que vuelva a controlar mal cualquier balón. Pese a esta merma, el ataque asimétrico del Barça funciona bajo la máxima de estirar la lona y cruje a los visitantes. Yermo por izquierda, pero exigiendo que Abate viva lejos de sus centrales, los de Roura percuten por la derecha para finalizar por el centro. De manual, pero de manual bien ejecutado.
12.- Hasta el minuto 24, el Milan vive bajo sus escombros, sepultado por la exuberancia de un despliegue de energía barcelonista no visto en todo el año. Se anticipa Mascherano, roba Busquets, estira Alves, dirige Iniesta, marca Messi. Más que aquel vals de las livianas mariposas, es la cabalgata de los supervivientes, gente que intuye que se está jugando el cuello.
13.- A la media hora, el Barça se toma un respiro y el Milan suspira. Teje y teje Ambrosini su tela de araña intentando atrapar al Barça en el interior, pero a Messi tienen que frenarle por acumulación y no logran evitar que los compañeros de Leo superen con facilidad las líneas en cuanto los italianos dan un pasito al frente.
14.- No hay noche sin susto y Mascherano es especialista en ello, así que despeja mal un balón teóricamente sencillo y concede a Niang la oportunidad de su vida. El delantero francés dispara al palo, se envalentona el Milan, busca salir más y, en cuanto lo prueba, llega el mencionado robo de Iniesta. 2-0 y una pregunta que se percibe en los rostros de los jugadores de Roura: ¿Qué haces ahora? ¿Posesión defensiva para que madure el partido o ir a por el tercero? El Chelsea en la mente. El Chelsea del año pasado. Al borde del descanso, 2-0 (esta vez “solo” es la prórroga) ¿Cuál es la intención ahora?
15.- Hay un cambio sustancial respecto del año pasado: se llega al descanso sin que el Milan le clave el puñal al Barça. En el vestuario, órdenes de defensa de cuatro, paso atrás para Alves, posesión menos agresiva y a madurar los minutos. Freno de mano puesto, pensando en la posesión defensiva y en tener una para lograr el tercero.
16.- El partido parece pedir que entre alguien en lugar de Pedro, una sombra del que fue, pero a Roura le da por seguir masticando y probablemente tenga razón: los hechos parecen dársela, pues Villa marcará ese tercer gol a la que el Milan se lo vuelve a creer y Mascherano ejecuta su afamada anticipación. Al Barça lo mueven Busquets e Iniesta y el resto cumple órdenes: los de atrás cortan de raíz, rematan arriba los encargados de ello y ni siquiera la complicación de la noche impide que Xavi acierte a ponerla cada vez donde y a quien corresponde. Suena sencillo y debe ser muy complicado, pero vuelven a hacerlo.
17.- El último cuarto de hora será agónico, como siempre ante el Milan, uno de los grandes reyes de Europa pese a esta versión desleída de hoy. Aprieta Allegri con todo, retrocede el Barça y nadie parece cerrar bien lo que antes era una puerta acorazada. La superioridad blaugrana se diluye ante el empuje italiano, aunque será más el temor que la realidad palpable. En las heces del partido, Iniesta robará otro balón, Messi esperará a los compañeros, hará correr a Alexis y el milimétrico centro del tocopillano lo ejecutará Jordi Alba para que el Barça proclame este 12 de marzo entre sus fechas señaladas, incluso si solo son unos octavos de final.
y 18.- La brillante remontada deja respuestas claras y evidentes a todas las preguntas que se lanzaron en las últimas semanas sobre por qué se había llegado a esta situación. Con Busquets vestido de atril y la batuta en manos de Iniesta, el Barça dejó de jugar para quien no debía y lo hizo para quien mueve todos los engranajes. Y todo fluyó.
PD.- Como diría para sus adentros un entrenador conocido, juegan los que saben y rematan los que deben y cuando deben.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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