"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
El partido que enfrentó a Georgia con Namibia nos sirve como ejemplo para ver lo que sucede cuando un equipo (el europeo) se ve forzado a afrontar un partido que se sale de sus parámetros habituales de juego.
Conocemos de sobra el estilo de juego de Los Lelos: mucho trabajo de delantera, poderío en el scrum, intensidad en los puntos de contacto, defensa cerrada, efectiviad y contundencia en el tackle, escasa relevancia de los backs en el juego…
El partido ante Namibia fue el cuarto de los georgianos en el Mundial. En los tres partidos anteriores (Tonga, Argentina y Nueva Zelanda) el equipo europeo tuvo menos ocupación territorial (26 %, 44 %, 32 %) y menos posesión de pelota que sus rivales (28 %, 46 %, 40 %); recorrió menos metros con la pelota (395-210, 678-314, 732-96) , realizó más tackles (48-201, 107-123, 64-117) y cometió tantos o más penales que su rival (empató con Tonga, 14 para cada uno).
Georgia se dedicó en estos tres partidos a lo que mejor sabe hacer: defender y complicar el juego del rival.
Pero las estadísticas demuestran que el equipo europeo se vio obligado a salir de su zona de confort ante Namibia:
69 % de ocupación territorial, 65 % de posesión de la pelota, 554 metros recorridos por 278 de los africanos, 52 carreras ganando la línea de ventaja por 20 del rival, 11 rupturas a 2…
Por contraste, 132 tackles namibios frente a 71, 13 penales contra 11.
Georgia tuvo dos superioridades numéricas de 15 contra 13 y tres superioridades de 15 contra 14; es decir un partido de dominio aplastante en todas las facetas del equipo europeo.
¿Cómo explicar entonces el ajustadísimo marcador final?
La inferioridad del equipo africano en el aspecto físico obligó a los europeos a llevar todo el peso del partido y ahí mostraron sus profundas carencias en el juego abierto. Algo tan simple -a priori- como jugar a la mano y ocupar todo el ancho del campo para aprovechar la superioridad numérica se convertía en algo casi imposible para los georgianos. Sus 3/4, jugando 15 contra 13, se empeñaban en lanzar patadas profundas al fondo del campo rival esperando que un error defensivo les facilitase un trabajo que a ellos se les atragantaba.
Un ejemplo claro de lo sucedido: los tres jugadores entre los cuales se eligió el premio de Man of the Match fueron namibios.
Pocas veces un equipo tan superior -física y estadísticamente- ha sufrido tanto para conseguir una victoria. El dominio del trabajo defensivo y el excelente rendimiento de su delantera son innegables; el crecimiento pasa por reducir las carencias mostradas en el juego abierto y aumentar la relevancia de los backs en el conjunto del equipo.
Dos victorias y dos derrotas (ante equipos tan superiores como Los Pumas y los All Blacks) son el bagaje georgiano en el Mundial. La clasificación directa -todavía por confirmar- para Japón 2019 es un merecidísimo premio para el trabajo de Los Lelos.
* Javier Señaris es analista de rugby.
– Foto: Getty Images
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