La vuelta a casa del Mago
El fichaje de un jugador de 38 años suele generar, normalmente, una única corriente de opinión entre los aficionados. Una opinión negativa. Los casos excepcionales suelen corresponder a la marcha de grandes estrellas de Europa a ligas de América. Exponentes de un fútbol superior que acuden a otro inferior como si fueran auténticos heraldos del mensaje divino y salvador. En esos casos, todos los aficionados aplauden, sueñan y se ilusionan.
Juan Carlos Valerón vuelve a casa, a la Unión Deportiva Las Palmas, tras dieciséis campañas fuera. Con 38 años a sus espaldas y muchísimas temporadas en las piernas. Es un icono, un sueño anhelado y suspirado por todos los aficionados en los últimos años. Pero su fichaje, lejos de generar una única corriente de opinión, ha dividido a los seguidores amarillos.
Valerón es un ídolo. Es uno de los mejores jugadores canarios de la historia. Ha sido el ejemplo a seguir de centenares de canteranos amarillos en el actual siglo. Con su elegancia, porte, visión de juego y generosidad, es él la imagen viva del futbolista grancanario. Del que parecía fuera ya de época, fuera ya de tiempo. Él, atemporal, encontró su hueco en un fútbol nada propicio para sus características y fue grande. Lo fue.
Valerón ya no es aquel artista que hizo grande a Roy Makaay o Diego Tristán. Llega, eso sí, de firmar tres temporadas más o menos regulares con el Deportivo de la Coruña, el verdadero equipo con el que se interpreta su carrera profesional. La afición ha recogido su fichaje, de manera mayoritaria, con ilusión y alegría. El pasado domingo día 14 se confirmaba su incorporación y Twitter estallaba, convirtiendo a Las Palmas y al jugador en trending topic durante varias horas. Los aficionados se congratulaban, en su gran mayoría, por el fichaje de un centrocampista fino, con las ideas claras, con un último pase determinante. El fichaje de un jugador de otro nivel y otro estilo. Volvía Valerón, el ídolo de los niños. La figura de salitre y arena que todo chico miraba con atención y ensimismamiento tras un día de fútbol en la playa, con los gemelos cargados. Pero sonriente. Y esperanzado de ser, algún día, como El Mago de Arguineguín. El domingo volvió un jugador que lo fue todo. Lo fue.
¿Pero qué es, ahora mismo, Juan Carlos Valerón? La ilusión inmediata de su fichaje dejó paso, con el transcurso de las horas, a opiniones que distaban de ser tan favorables. Algunos apuntaban a sus problemas físicos y otros a su edad como factores a tener muy en cuenta. Esgrimían que no estará preparado y que su rendimiento no será el necesario. Que será un lastre y que, además, servirá de tapón para los jóvenes valores de la cantera.
Valerón es un mediapunta de 38 años cuyo ritmo de juego siempre ha sido lento para hacer jugar a su equipo rápido. La edad, en ese sentido, apenas trastoca su forma de ver las cosas. La visión y el toque jamás se pierden. Su estilo, no obstante, apenas encaja con el que tuvo la Unión Deportiva Las Palmas de final de temporada. Lobera, por aquel entonces, confiaba de lleno en la verticalidad y velocidad de Thievy y sus bandas y optaba por elaborar poco.
Sin embargo, no hay que olvidar que Sergio Lobera es un entrenador sin dogmas y sí con ideas. Cuando llegó el pasado verano de 2012 a la disciplina amarilla intentó impregnar a su equipo un estilo similar al del Barcelona. Combinación, creatividad, y elaboración del gol. Cuando vio que esto no llevaba al equipo a buen puerto, no tuvo ningún problema en cambiar. Al final, aunque el equipo no ascendió, se cumplió el objetivo de luchar por esa meta, alcanzando el playoff por el ascenso.
Se antoja necesaria una vuelta a ese sistema si se quiere explotar a Valerón. El Flaco se pierde en la transición. Se convierte en una sombra burda cuando el balón le sobrepasa la cabeza buscando a los jugadores más adelantados. El esférico debe pasar por él antes. Si la burocracia no le deja actuar, su posición de mediapunta será vacua. Pero con un estilo de combinación, de toque y de juego bonito, él puede ser determinante. Puede ser, sin duda, el mejor jugador de la categoría.
Esto no significa que se deba elaborar desde el portero. La concepción indubitable de que hasta el guardameta debe formar parte de la jugada es de un esnobismo al que, personalmente, ni llego ni quiero llegar. Pero se debe entender el centro del campo como canalizador indiscutible de la ofensiva amarilla.
Estamos hablando, en este sentido, de condicionar todo el juego de tu equipo por un jugador. ¿Merece la pena por Juan Carlos Valerón? ¿Por este Juan Carlos Valerón?
Su fichaje, como se empezaba diciendo, ha generado muchísima ilusión en muchísima gente. Ha motivado a personas a abonarse y su impacto en merchandising será realmente positivo para las arcas del club. Su imagen vende mucho más que la de Vitolo o Jonathan Viera. Por el mero hecho de que él ya se ha ganado el respeto de hasta los más viejos de la parroquia grancanaria. En ilusión económica, Valerón va a ganar la partida sin ningún tipo de dudas.
Pero la ilusión competitiva es otra cosa. Habrá que ver cómo planea usarle Lobera. Si como titular y canalizador de un estilo de juego que casa más con su concepción primaria del fútbol, o como un revulsivo para desatascar la ofensiva. Sea como fuera, lo que está claro es que prima el rodearle de jugadores para protegerle. Valerón debe ser como aquel niño extraño de nuestra infancia que apenas podía interactuar con los otros chavales por sus constantes problemas de salud. Hernán, Javi Castellano… o quien estime oportuno el entrenador, deberán tener siempre a vista la sombra de El Flaco. Ya sea para filtrarle la bola o para dosificar sus esfuerzos.
También queda clara una cuestión más: Juan Carlos Valerón es un jugador que condiciona un partido. Lo condiciona para el rival, pero también para su propio equipo. Es un jugador especial y por ello debe tener un trato diferente. Su clase siempre había justificado este tratamiento, ¿pero lo hará ahora? ¿Compensará sus 38 años en un equipo cuyo objetivo no debe ser otro que el de ascender? Es legítimo dudar del resultado, pero no del proceso. No del total compromiso que tendrá un profesional que jamás ha dejado mal sabor de boca allá por donde ha ido.
Muchas voces critican esta incorporación porque entienden que Valerón obstruirá la presencia de canteranos en el primer equipo. ¿Pero de quién podría aprender más y mejor un joven jugador amarillo? Alejandro Rodríguez, sin ir más lejos. Apodado Pipo, Alejandro es un mediocampista talentoso que tendrá ficha con el primer equipo tras jugar con el Juvenil la pasada temporada. Nacido en 1994, es una de las grandes perlas de la cantera amarilla y ya ha demostrado en Twitter las ganas que tiene de aprender del más grande. Que es lo que El Mago es para todos en este equipo.
Ahora toca aprender del maestro!!!!
— Alejandro Rodriguez (@AlePipo10) July 14, 2013
La afición pobló las gradas del Estadio de Gran Canaria en la presentación del jugador de Arguineguín este martes día 16. Su sola presencia en el equipo crea en el entorno del club una ilusión especial. No ha tocado ni un balón y ya ha hecho magia. De su éxito dependerá el éxito de una Unión Deportiva Las Palmas que, con Valerón de amarillo, parece retornar a tiempos mejores.
* Jesús Morales es periodista.
– Foto: Arcadio Suárez (Canarias7)
BUSCADOR DE CATEGORÍAS
BUSCADOR POR MES
ÚLTIMOS TWEETS
Tweets por @martiperarnauSÍGUENOS EN FACEBOOK
