1.- La inercia en el fútbol no lo es todo, pero quien se atreve a subestimar este factor nunca ha vivido este deporte desde dentro. El Sevilla, que empezó la temporada deambulando por la zona baja de la tabla liguera y con media ciudad pensando en el entrenador que sucedería a Emery, tiene una velocidad más. Una velocidad más que el Athletic, con el que va a pelear la Champions en duelo directo el sábado, y varias más que el Valencia de Pizzi. Pasados los meses de competición, Emery dio con la tecla y ha creado un equipo versátil: se siente cómodo contragolpeando en transiciones rápidas y no rehúye el juego directo.
2.- Con Pizzi ha desaparecido la apatía que transmitía el conjunto de Djukic; inmerso en el caos institucional, ha moldeado un Valencia competitivo, pero en sus filas no están ni Rakitic ni Bacca. Posiblemente la mayor virtud del mediapunta croata es que no necesita llevar el peso del partido para ganarlo con sus pases: aparece por sorpresa y así es aún más difícil de parar. Bien sabe el Real Madrid lo que es sufrirle en Nervión.
3.- La atmósfera europea que insuflaba el Sánchez Pizjuán pareció encender al Valencia, aburrido del mísero silencio de un campo neutral en Chipre y las gradas fantasmales de Basilea. La primera media hora no recordó en nada al ritmo trotón de la liga, donde se ya no quedan objetivos, sino al vibrante partido de Mestalla contra los suizos. El 4-4-2 de Pizzi reclamó el balón desde el primer minuto. Superado el susto inicial –solo la velocidad de Mathieu impidió que Bacca se plantase solo frente a Guaita en el primer minuto–, el Sevilla se ahogaba en un embudo. Feghouli y Fede abrían las bandas en ataque, pero, cuando el rival tenía que construir desde atrás, se convertían en interiores de gran velocidad dispuestos a presionar a Fazio y Nico Pareja. Con Mbia y Carriço como salida natural, el Sevilla era incapaz de encontrar al faro que alumbra todo su juego. Es el peligro de que Rakitic juegue unos metros más adelantado: en el último tercio del campo se ha convertido en uno de los futbolistas más decisivos de Europa, pero necesita que le nutran de balones.
4.- Salió vivo el Sevilla de la primera media hora, lo que le duró la gasolina a Parejo y Keita para sostener el medio del campo. Vargas intercambiaba su posición con los extremos, Bernat y Joao Pereira aprovechaban las bandas y Paco Alcácer fue el único que se atrevió a probar a Beto desde fuera del área. Suspiró la grada cuando Fazio, a balón parado, y Bacca, en una jugada de dos toques, estuvieron a punto de aprovechar los regalos de Rakitic. Cuando el croata de acento andaluz empezaba a hilvanar, apareció un esloveno para darle alas al Sevilla. Damir Skomina y su equipo arbitral no vieron que, en una falta botada por el propio Rakitic, Carriço peinó el balón que acabó en un taconazo impropio de Mbia. Un remate improvisado mientras retrocedía para corregir su posición de fuera de juego. Nada se interponía en la visión del juez de área, pero la UEFA parece empeñarse en que su función siga siendo visitar Europa con gastos pagados. El Valencia ya empezaba a apagarse y el gol fue como un chaparrón sobre las ascuas del equipo.
5.- El Sevilla solo tardó tres minutos en aprovechar la fragilidad mental del Valencia. En medio del desconcierto, se olvidó la presión y desapareció la presa que contenía a los mediapuntas sevillistas. Bacca tiró una pared con Vitolo y su potencia hizo el resto para descoser a los centrales: a Javi Fuego le faltaron piernas de zaguero y el colombiano fue fiel a su cita con las mallas con un tiro cruzado. Vigesimoprimer gol en lo que va de temporada, triturando los números de otros debutantes ilustres como Kanouté, Luis Fabiano o Negredo.
6.- No tuvo que exprimirse el Sevilla en la segunda parte. El derrotismo impregnó el juego del Valencia hasta que Pizzi dio entrada a la pólvora que le quedaba en el banquillo. El músculo de Mbia y Carriço pudo más que la clase de Parejo, demasiado desasistido por un Keita al que le pesaron los años en la ciudad que otrora celebró sus galopadas. Mientras, se gustó Rakitic dando un máster gratuito a cualquier futbolista con un televisor a su alcance: cómo aguantar balones mientras suben los compañeros, tocar de primeras, aparecer entre líneas e incluso filtrar un pase entre cuatro defensores que no sería capaz de intuir ni el telespectador más avispado. La noticia es que ese mano a mano sí lo falló Bacca. Guaita aguantó lo suficiente de pie como para sacar el tiro a una mano y para sostener al Valencia dentro de la eliminatoria.
7.- Unai Emery intentó poner el último clavo a sus ex al contragolpe, dando entrada a Marko Marin y Gameiro, pero Jonas y Piatti fueron un revulsivo más eficaz. El brasileño se colocó por detrás de un Alcácer errático y Vargas se dejó caer por banda izquierda. El chileno aprovechó un absurdo despeje de Diogo hacia su propia área para que la rosca de su tiro lamiese el palo. Jonas se inventó un control que sacó Beto a bocajarro y Vargas, esta vez sí, se encontró con la madera en un remate de cabeza que repelió el travesaño. Emery amarró el resultado con Iborra, que bien pudo hacer el tercero en el enésimo despiste de la defensa valencianista a balón parado, incapaz de predecir la trayectoria de cada envío de Rakitic.
y 8.- Pizzi no encontró soluciones para vendar los ojos a Rakitic en todo el partido y ahora Turín se ve demasiado pequeño desde Valencia. Necesitarán goles en la vuelta y no estará Paco Alcácer, que vio una amarilla inexplicable tras ser pateado por Beto en una acción intrascendente. En una semana, en Mestalla se volverán a cruzar dos equipos en reconstrucción pero con inercias inversas: el Sevilla florece tardíamente de la mano de Emery tras hacer un buen trabajo en verano (Bacca, Gameiro, Carriço, Vitolo, Mbia, Pareja…) y el Valencia aún no sabe ni a quién pertenecerá la mano que les alimente en su futuro más inmediato.
* Alex Argelés es periodista.
– Foto: Jilio Muñoz (EFE)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal