En el verano en el que fuimos campeones del mundo al Getafe se incorporó, entre otros, un mediocentro con una experiencia más que demostrable en campos de Primera y en el fútbol en general: Borja Fernández. Si bien su posible aportación en la zona de peso del centro del campo no arrojaba lugar a dudas, esos resultados esperados no se produjeron y Borja se fue cedido a A Coruña, buscando con un Deportivo recién descendido el retorno a la máxima categoría, lo cual consiguió. Allí funcionó; en Getafe, no. ¿Por qué?
En Getafe, la campaña anterior, no logramos ver al verdadero Borja. ¿El verdadero es el de ahora? ¿Ahora es mucho mejor? ¿Antes no? La vida prepara momentos que nosotros no somos capaces de predecir. Es importante buscar la felicidad, aunque no te salgan las cosas. Para Borja esto es vital. La encontró en A Coruña, volvió a Getafe y su optimismo redomado, el cual comparte con un servidor y por ello le tengo como un ejemplo de vida, le ha ayudado a alcanzar su cénit.
En su primera temporada en Getafe, Borja no fue titular. Boateng sí lo era, y no fue tampoco su mejor temporada. El equipo entonces de Míchel, buscando siempre la pelota y reuniendo en la base futbolistas como Boateng, Parejo o Víctor Sánchez, hacía aguas en cuanto la perdía y la fragilidad defensiva asomaba hasta límites insospechados. No era algo predecible con ese centro del campo, pero así sucedió. La inconsistencia sin balón, principalmente, le hizo caer puestos en la tabla. Una racha nefasta acabó con el Getafe sufriendo barbaridades cada partido por no entrar en descenso hasta que, en la última jornada, el empate en San Sebastián habría supuesto el descenso de no ser por las derrotas de Dépor y Mallorca. Bajaron los gallegos. Borja fue importante en su campaña debut en el sur de Madrid en Copa del Rey y Europa League (de infausto recuerdo), y ni en estos torneos ni en los minutos en liga fue lo que él realmente es.
Como en el Deportivo jugó cedido, Borja volvió a Getafe a final de temporada, una vez había logrado ascender con los coruñeses. Su llegada al Coliseum dos años antes no había despertado especial ilusión, simplemente porque era un jugador que no crea o muy normal. Vaya usted a saber porqué hay cortes de futbolistas que nunca entusiasmarán al gran público. A mí la verdad es que sí. Son tan necesarios todos los tipos… Entonces, a su regreso y teniendo ya en el zurrón un curso como azulón en el que no había podido ser él en su máxima potencia, pocos le querían. Un vitalista que acumuló momentos de felicidad en A Coruña aterrizaba en Getafe, donde no se le quería. ¿Cómo se pasa de impopular a pilar fundamental? Es más entendible si recordamos que buscar la felicidad y el optimismo mueven la vida de Borja Fernández. O al menos para mí, que soy otro vitalista optimista.
La vida presenta obstáculos en tu camino en busca de momentos de felicidad. Si los afrontas con una sonrisa, te puede ir tan mal como en la primera temporada de Borja en Getafe, personal y colectivamente. Pero si sigues sonriendo, trabajando, esforzándote, comparto la idea de que esos obstáculos quedan empequeñecidos. En los cuatro primeros meses en su campaña de regreso a Getafe, Borja no jugó. En enero redebutó por la expulsión de Míchel Madera en Vallecas. Ante ausencias por diferentes motivos, Borja empezó a acumular minutos. Su trabajo siempre fue ejemplar. Su sonrisa, su vitalidad y su optimismo, también.
Si estos conceptos han permitido la redacción de numerosos libros de psicología o autoayuda, la vida de Borja daría para uno. Tras acumular minutos, Borja se convirtió en imprescindible. Se dejó crecer una barba que ya le catacteriza y haciendo gala de lo que a muchos no gustaba, simpleza para dar un pase, desplazar en largo cuando es necesario y defender, defender en tu sitio, fundamental para Luis García, Borja es ahora de los más queridos. Cuando varios sacarían pecho, Borja sigue sonriendo, trabajando y esforzándose para que nadie le abra la ventana y arroje su momento de felicidad. Que siga bien arriba, porque en los malos momentos, como esta racha tan horrorosa que atraviesa el Getafe, yo confío en personas como él. En los peores momentos, Borja está. Y es un orgullo que intente contagiar su forma de ser cuando menos posibilidades existen de que cale. Me gusta ser optimista porque me lo paso mejor.
* Fran Iborra.
– Foto: José Jordán (AFP)
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