Copa del Rey 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol / España
1.- El Barça empieza bien, comete un error, se mete en el atasco que le propone el Madrid, se transforma, desnaturaliza, histeriza y se vuelve irreconocible. El Madrid sale con los mismos códigos de los últimos seis partidos, desde que lograra descodificar al Barça en enero de 2012, como explicábamos ayer. Y al igual que en la mayoría de esos enfrentamientos, construye una tela de araña que envuelve a los decisivos del Barça hasta hacerlos agonizar.
2.- El Barça empieza bien, realmente bien, con Iniesta y Pedro abiertos (Pedro muy abierto). En minuto y medio, dos diagonales largas generan los disparos de Iniesta y Messi que parecen prometer un cambio de intenciones: el Barça sale para agredir con balón, lo contrario que en Milán.
3.- Pero dura poco porque el Barça tenía que mover ficha sobre el tablero y no lo ha hecho. Hace más de un año que el Madrid la movió para descubrir las flaquezas blaugrana y en el intento Mourinho encontró una ruta de éxito: ensuciar el tránsito inicial del Barça, obligando a Busquets a retroceder y a Xavi a acompañarle; separar a estos dos de sus interiores; organizar una línea de medios “flotante” sobre Messi y los interiores, sin espacios entre líneas; y si todo eso falla, encogerse sobre su área con todos los efectivos posibles.
4.- Así, el Madrid es capaz ante el Barça de modular su presión a tres alturas diferentes graduando la intensidad de dicho pressing: suave arriba, agresivo en medio, apretado abajo. Y añade una invitación: llama al Barça al pasillo central como las sirenas a los marineros de Ulises. En cuanto acude, el Madrid le envuelve y encierra, le hace caer en jugadas sin final y le replica siempre del mismo modo: balón a una banda para correr y definir por la opuesta.
5.- Ya antes del error de Piqué por precipitación ante Cristiano, concediendo penalti, es decir, con el marcador neutro, el Barça ha aceptado la llamada madridista y se ha metido en el embudo. Estéril Cesc y lento Xavi, el remedio barcelonista ha vuelto a transitar por Iniesta y su aparición por las zonas medias, adonde atraía a Arbeloa sin que este movimiento supusiera ventaja para los de Roura.
6.- Iniesta en el centro es un fenómeno. Lo es en cualquier zona. Pero si abandona la punta izquierda para acudir en socorro de sus compañeros lo que se logra es aumentar la espesura de la red central, algo que termina siendo peor pues todos los decisivos del Barça se juntan en pocos metros cuadrados y no hay ningún lejano sobre quien volcar.
7.- Sabido esto una y otra vez, partido tras partido, desde aquel Barça-Madrid también de Copa en enero de 2012, padecido más tarde en noches sobradamente conocidas, pensábamos que hacía falta mover pieza en este juego de acción-reacción donde el Barça va proponiendo y los demás replican con antídotos. Le pillaron el truco en Mestalla y ni jugadores ni cuerpo técnico han sabido hallar el siguiente atajo desde entonces.
8.- Con el añadido de que el Real Madrid actual tiene los jugadores más idóneos para moverse con dichos códigos. Es veloz y agresivo, flexible y contundente. Y tiene a Özil, un lujo asiático, capaz de sostener el balón cuanto haga falta esperando a sus compañeros. Le bastan tres pases para llegar al área de Pinto y encontrar ese gol que le permite pasar a la siguiente fase del plan: defensa de cinco, con Di María como lateral diestro, acordeón en la zona de medios y Barça enjaulado.
9.- Pero si el Barça ya no ataca bien a partir del minuto 20, tampoco lo hace el Madrid, cerrado en 5-4-1 pero dejando espacios. No muy grandes, pero suficientes si el Barça hubiese girado hacia fuera y rotado la defensa blanca. No lo aprovecha el equipo local, como tampoco el visitante acierta en las carreras veloces que conquista sobre Piqué y Puyol.
10.- A la media hora, el Madrid se hace definitivamente con el partido. No en el marcador, pero sí sobre el terreno de juego: ha logrado ahogar al Barça del mismo modo que lo hiciera el Milan, ahogarlo en su salsa central pues incluso Coentrao ya ha encontrado la forma de no cederle pasillos a Pedro, mientras Khedira es el ama de llaves del conjunto, cerrando puerta tras puerta, una tras otra, infatigable.
11.- El Madrid es una línea defensiva que se cierra bien entre sí; un Khedira que maneja la tela de araña central, basculando siempre hacia el punto que pretende percutir el Barça; un Di María que quema calorías a todo tren; Özil parando el reloj y Cristiano desatado. El Barça no sabe qué hacer. No lo sabe por una razón fundamental: porque decodificados todos sus secretos no ha realizado el siguiente movimiento que exigía esta larga partida.
12.- ¿Por qué? No lo sé. Bien porque el cuerpo técnico no ha podido diseñar todavía dicho movimiento, bien porque los jugadores no saben ejecutarlo, agarrados a un manual que no se ha quedado viejo pero necesita otro update urgente. El Barça de hoy ni es Pep ni es Tito y además no están ni Xavi ni Cesc, uno porque le falta una décima de segundo, el otro porque vuelve a no comprender lo que se precisa de él. Y mientras los debates recorren caminos estériles (que si Alexis, que si Villa) o nefastos (las estadísticas arbitrales), el equipo ni posee la mano de hierro de Guardiola ni el rasgueo eléctrico de Vilanova.
13.- Balón contra espacios en el segundo tiempo y triunfo aplastante de los espacios, pues Di María conduce como nadie y Özil cambia de banda como siempre, mientras Cristiano está en todas y Messi en ninguna, enredado por los cánticos de sirena del rival de voz amable y pierna dura. A medida que crece el Madrid en sus códigos se quiebra el Barça en lo emocional. Que no les embauquen: les dirán que es el físico y no lo es. Es la fragilidad emocional. El partido lo ha ganado el Madrid sin duda, pero lo han perdido los jugadores del Barça en su cabeza.
14.- Embaucado Messi por las sirenas blancas, ha bastado que perdiera un balón en el balcón del área de Diego López para que el Madrid lograra el segundo gol, el que sentenciaba. El Barça con la moral por los suelos, su capitán resbalando, su cerebro cegado, su corazón reblandecido. El mapa del tesoro que manejaba el Madrid era cierto: replegar, atraer, envolver, replicar, correr, sentenciar. Dos veces la misma jugada, uno contra uno, y adiós.
15.- Y a la hora de partido el Barça se fue. Tras perder el ánimo, ha perdido el juego por completo, desnaturalizado, traicionándose a sí mismo, cometiendo errores impropios en todas las zonas, arriba, abajo, en el centro y por doquier. Dejando de jugar su juego para pasar a hacer jugadas sueltas como si jamás hubiese tenido manual propio de instrucciones. Antes, en las malas noches, abría el manual por la primera página y decidía ir a la remontada a partir de los fundamentos. Hoy lo ha hecho desde la incertidumbre absoluta, como si no conociera ningún camino.
y 16.- El destino de este Barça está en sus propias manos, pero especialmente en las cabezas de los jugadores y en el siguiente movimiento de piezas que hagan los técnicos sobre el tablero. Si se empecinan en seguir acudiendo a la llamada de las sirenas con la ceguera del marinero terminarán en las mismas redes. Y han de elegir ser Pep o Tito, pero no lo menos bueno de uno y otro.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona) – Ángel Martínez (Real Madrid)
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