"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Italia / Serie A
No fue su mejor partido, incluso en varios tramos se le pudo complicar la victoria final pero el Nápoles ganó en San Siro. Una victoria ansiada en los últimos años. Ganar en el campo de un grande es lo que le faltaba al conjunto napolitano en las últimas campañas para ser alternativa definitiva al Scudetto. Pese al momento actual del Milan, que no es nada bueno, ganar en San Siro significa el golpe encima de la mesa que el Nápoles de Mazarri nunca realizó, ahora de Benítez y sus jugadores depende que tenga continuidad, parece que sí. El sur le ganó al norte a domicilio de nuevo, concretamente desde 1986 y de la mano de Diego Armando Maradona el Nápoles no le ganaba al Milan en Lombardía. El sur ruge y sueña a la vez.
El conjunto de Allegri retornó al 4-3-3 que venía utilizando antes de la llegada de Kaká. Además de la baja del brasileño tampoco pudo contar con Montolivo por el que el equipo estaba herido desde la alineación inicial. Emanuelson fue lateral izquierdo, Poli y Muntari flanquearon a De Jong. Por delante, el esloveno Birsa hizo las funciones de trequartista por detrás de Matri y Balotelli.
El primer tramo del partido del Napoli fue lo mejor que hizo en el partido, ahí dejó la sensación de ser superior al Milan. Presionó bastante arriba, sinónimo de ambición. Se puso por delante en el marcador muy pronto en una jugada a balón parado, que deja bien claras las lagunas defensivas de la zaga rossonera también cuando tiene que defender en estático. Callejón lanzó una falta al segundo palo donde Albiol llegó como Pedro por su casa para conectar un cabezazo buscando la entrada de Britos en el otro palo, el central uruguayo, libre de marca, remató también con la testa el cero a uno.
El Milan mezclaba mal, sólo un fantástico Balotelli durante todo el partido creaba peligro. Implicado al máximo, fue el faro de su equipo, todos le buscaban y él respondía. Pero es poco para un equipo que navega a la deriva en el océano en este inicio de curso.
Los de Benítez no firmaron un partido redondo. El técnico madrileño aplicó de nuevo sus rotaciones habituales. Mesto entró por Maggio como lateral derecho y la pareja de mediocentros en esta ocasión fue la formada por Dzemaili y un Behrami que está a muy buen nivel en este inicio de campaña.
El Nápoles no tiene un mediocentro que domine los partidos, lo más parecido es Inler y no formó desde el inicio. Aunque daba la sensación de ser superior al Milan, el dominio no era contundente por lo que el partido siempre estuvo abierto.
Gonzalo Higuaín encontró premio de nuevo a todos sus desmarques con un tanto en el inicio de la segunda parte. Se revolvió bien en la frontal del área y su disparo abajo encontró la colaboración de Abbiati. El cero a dos era una losa para Balotelli, sí, personalizo en él porque fue el único del once del Milan empeñado en pelear el encuentro, Reina se empeñó en amargarle. Su coraje no bastaba o quizá sí bastó, porque pese a fallar un penalti fue el autor del uno a dos. El Nápoles casi cerró el partido con el segundo gol, pero lo hizo desde el resultado, no desde el juego.
Los minutos finales fueron una lenta agonía para el Milan que terminó con Balotelli expulsado, ya con el partido concluido, una nueva mancha en un expediente que como jugador no deja de crecer en positivo desde que es jugador milanista.
En el último tramo del choque Benítez fue refrescando el equipo con Pandev, Mertens e Inler en sustitución de un apagado Hamsik, un buen Higuaín y un guadianesco Insigne. Seguro que Rafael Benítez Maudes irá más allá de la victoria, no estará contento con el juego, pero su Nápoles ya tiene el triunfo más esperado en los últimos años. Un paso más del sur en su reconquista del norte con el Scudetto en el horizonte…
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: AFP
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