"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Hace mes y medio, coincidiendo con el mejor Napoli que veíamos en años, se habló de un equipo ganador dispuesto a romper la hegemonía juventina en Italia y de ser un rival incómodo en la Champions. Es más, parecía que iba a solventar la complicada papeleta del grupo (Arsenal, Dortmund y Marsella) y se vio cómo hacían desesperar al mismísimo Klopp, el estratega más ingenioso, que había conseguido llevar a su pequeño ejército hasta la mismísima final. Por otra parte, el buen nivel coincidió con el mal inicio en la Serie A del favorito, la Juventus. Parecía idílico pese a los cambios en el equipo, pero un mal final de noviembre y un mediocre inicio de diciembre han provocado que se difuminase cualquier esperanza: a nueve puntos de la Juventus y prácticamente eliminado de la fase de grupos.
Este verano era el último que Edinson Cavani iba a vivir en tierras italianas. Su paso por Nápoles había dejado una huella muy profunda (103 goles en 137 partidos), y por tanto su salida del club iba a influir. Se cambió también de técnico, dando un giro de 180º contratando a Rafa Benítez y otorgándole plenos poderes para confeccionar la plantilla. Fichó a Reina, Rafael, Reveillère, Armero, Raúl Albiol, Mertens, Callejón y Gonzalo Higuaín. Un gran desembolso dinero, más allá de lo recaudado por la venta de Cavani al PSG. Era toda una remodelación y recordaba a la idea de Villas-Boas en el Tottenham de transformar el club y dejar de depender de un jugador en pos del colectivo.
Comenzó muy bien, especialmente por la sed de sangre que tenía San Paolo. Higuaín era el fichaje de renombre, pero Hamsík cogía peso tras las salidas de Lavezzi y Cavani e Insigne se postulaba como futura estrella. Además, más allá de esos nombres se extendía un grupo muy fuerte en lo colectivo. El panorama era muy prometedor y, si bien el juego mostrado por los de Benítez no era el más brillante, demostraba una fortaleza táctica muy característica. No era el mejor equipo con el balón, pero sabía sacar brillo a sus cualidades y esconder sus vicios, siempre desde la óptica del equipo recién construido. Y lo que es mejor: había conseguido batir un récord en la historia del club, el mejor inicio de campeonato posible: 28 puntos en 11 partidos.
Leyendo esto uno se pregunta a qué se debe este bajón del equipo napolitano. Viendo todos los resultados que ha cosechado desde el 25 de agosto, fehca de inicio de la liga italiana, la respuesta parece obvia: le ha faltado sangre competitiva en las grandes citas (2-0 contra el Arsenal, 2-0 contra la Roma, 3-0 contra la Juventus, 3-1 contra el Borussia Dortmund). Sí, es cierto que todas esas derrotas fueron en el campo del rival y que en San Paolo ganó al Dortmund y venció al Milan en San Siro o a la Fiore en el Artemio Franchi. Pero no basta.
No basta porque a mes de diciembre, a no ser de que ocurra algo muy raro el próximo miércoles, el Napoli estará fuera de la Champions League en la fase de grupos. No se podrá tildar de fracaso por el grupo en el que quedó encuadrado, pero sí de decepción. Mayúscula. Es lo que ocurre cuando generas ciertas expectativas pese a no ser tu objetivo, cuando el reto se convierte en exigencia por el transcurso del guion.
Las derrotas ante la Roma en el Olímpico o ante la Juve en el Juventus Stadium escenificaron ese miedo de ganar al máximo rival en su estadio, pero los empates (y la inexplicable derrota ante el Parma) en San Paolo ante equipos inferiores han dado la estocada para alejar al club del título: 1-1 contra el Sassuolo, 0-1 contra el Parma y 3-3 contra el Udinese.
Si bien las opciones que le quedan al Napoli de luchar por la Serie A son escasas y prácticamente nulas, todavía tiene una oportunidad de revertir la situación en la competición Europea. Benítez dio descanso a Reina y a Armero pensando en la Champions, dejando claro la trascendencia del asunto. Pues bien, la cosa está así (de esta forma lo explican en MarcadorInt): El Dortmund tiene que viajar a Marsella y ganar allí ante un Olimpique con nuevo entrenador y con el orgullo herido. Además, las bajas que presenta el cuadro alemán (a los ya conocidos en la enfermería se han unido Bender y Sahin tras la derrota ante el Bayer Leverkusen) pueden ser un factor negativo. Pero como lo probable es que gane el Dortmund (el equipo francés aún no ha sumado ningún punto en la Champions), la opción reside en realizar un milagro en Italia. El Arsenal visita San Paolo siendo líder absoluto en Inglaterra y con la moral por las nubes, y solo una catástrofe le privaría de los octavos de final: que el Napoli le metiese tres goles o más. Parece improbable. Es más, así escuchado de primeras suena imposible. Pero estamos en el descanso de la final de la Champions en Estambul, 3-0 gana el Milan y nadie imagina la remontada. Que se lo pregunten a Ancelotti.
* Carlos Jiménez Barragán es periodista.
– Foto: AP
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