La transformación de Blanc

por el 15 marzo, 2015 • 10:11

blanc

La Ligue 1 se convirtió en el siglo XXI en una liga de la que ya nadie quería hablar ni ver. Perdió su emoción cuando un gigante erigido desde Ródano inició una hegemonía interminable. El Olympique de Lyon, liderado por la majestuosa gestión en los despachos de Jean-Michel Aulas, consiguió lo que no estaba escrito: ganar siete Ligue 1 consecutivas. Y no solo eso, sino que formó un bloque sólido que en Europa siempre daba la talla.

Tras la llegada de Laurent Blanc al banquillo del Girondins se esperaba un fracaso. El equipo de la Gironda, pese a que había ganado una Coupe de la Ligue en 2006, no atravesaba un buen momento. Blanc, inexperto en los banquillos –era su primera experiencia–, desenfundó su rigor táctico y no fue excesivamente exigente en cuanto a fichajes. Se limitó a aceptar la plantilla que tenía y en sus primeros meses aceptó el duro papel que se le venía encima.

Pero la Ligue 1 poco a poco iba recuperando una igualdad que probablemente no se veía desde la última liga del Girondins, la de 1998 con un inesperado Élie Baúp en los banquillos y un equipo que estaba comandado por un Wiltord que también tuvo algo de culpa en alguna liga de las siete que conquistó el Olympique de Lyon. Blanc fue el Baúp que necesitaba Burdeos. Nunca se otorgó responsabilidades y sacó el máximo rendimiento de jugadores desconocidos para el fútbol europeo hasta entonces como el exmilanista Gourcuff, el mediocentro Fernando Menegazzo, Marouane Chamakh, Benoit Trémoulinas o Fernando Cavenaghi.

El milagro que tanto tiempo llevaban esperando los amantes del fútbol francés llegó de un plumazo. En su segunda temporada como entrenador a nivel profesional, Blanc llevó a lo más alto al Girondins, que ganó su sexta Ligue 1. Blanc había conseguido la primera pieza de un puzle que culminaría con la victoria en la final de la Coupe de la Ligue y el Trophée Des Champions en el verano. Blanc, ya confirmado a nivel nacional como uno de los entrenadores innovadores del fútbol francés y como un pionero en la táctica, necesitaba obtener una notable actuación en Europa para consolidar aún más su posición.

La Champions League de la temporada 2009-2010 fue una de las más raras en cuanto a fútbol se refiere. La máxima competición continental vio cómo el Real Madrid de Manuel Pellegrini se estrellaba en octavos ante un Lyon en el ocaso de su hegemonía en Francia. José Mourinho conseguió su segundo título con un Inter que no entraba en ninguna apuesta para ser campeón. Pero sin duda, para el fútbol francés, más allá del Lyon, la gran noticia fue otra vez el Girondins de Blanc. El equipo tuvo la mala suerte de quedar encuadrado en un grupo durísimo junto a Juventus y Bayern, que llegó a la final con Van Gaal y rozó un triplete que sí consiguió Mourinho. Blanc había dicho en rueda de prensa que el objetivo del Girondins era el de entrar en la Europa League, volviendo a ser el entrenador que se guardaba un as en la manga desde el ostracismo y cuya fórmula le había dado resultado un año antes en la Ligue 1.

La exhibición del Girondins en Europa y de Blanc en los banquillos pasó de sueño a realidad. El Girondins solo cedió dos puntos en toda la fase de grupos y pudo ganar al Bayern en los dos partidos de la liguilla, en dos lecciones de Blanc a Van Gaal que fueron determinantes para cimentar la superioridad del exjugador en los banquillos. El Girondins estuvo a un partido de volver a cruzarse en semifinales con el Bayern, pero lo evitó un Lyon que consiguió su mejor participación europea en el peor momento de la era Aulas. Fue una gran decepción y el comienzo de una mala racha para Blanc, que al finalizar la temporada anunció su marcha para irse en la selección francesa, a la que llegaba en un contexto similar al de su aterrizaje en el Girondins.

La selección, eliminada con estrépito en la primera ronda del mundial y tras un escándalo que dejó muy tocado al vestuario, se encomendaba a Blanc para que devolviera el gen competitivo a un equipo que precisamente con Blanc en su plantel logró los títulos mundiales y europeos de manera consecutiva. Nadie mejor que Blanc para recuperar la uniformidad y el idealismo en el vestuario francés, algo que consiguió en pocos meses convocando a jugadores jóvenes como Benzema, M’Vila o Capoue. Consiguió la clasificación para la Eurocopa 2012, donde comenzaron verdaderamente las pesadillas.

Blanc consiguió el pase a los cuartos de final de la Euro con un fútbol más pobre que alegre. La solitaria victoria ante Ucrania y la posterior derrota ante Suecia habían anticipado una especie de final entre España y Francia en cuartos del campeonato. Ante el asombro de los aficionados, Blanc innovó tácticamente, y lo hizo para mal. En dicho encuentro, el técnico francés alineó a dos laterales, Revèillere y Debuchy –el primero por delante e inadvertido durante casi toda la temporada en el Lyon– para frenar a Jordi Alba e Iniesta por la banda izquierda. ¿Cuál fue el resultado? En la primera jugada de España por este sector, Revéillere descuidó a Jordi Alba, quien centró para que Xabi Alonso rematara a placer lo que sería el primero de los dos goles que anotó el ahora mediocentro del Bayern en toda la noche. Blanc había fracasado, pero además tendría problemas internos. Nada más finalizar el partido, Nasri le recriminó la alineación junto a otros jugadores y el técnico no tuvo respuesta, dado que ya se había dado cuenta de su error.

El primero de los fracasos europeos de Blanc fue un duro mazazo para el técnico de Alés,  que un año después recibió una oferta para llevar al PSG a lo más alto de Europa. La marcha de Ancelotti al Real Madrid dejó un vacío en el banquillo parisino que sería ocupado por él. El objetivo del multimillonario PSG con Blanc era el de hacer un equipo competitivo de cara a la Champions League, no sin antes haber conseguido algún torneo nacional. Blanc, consciente de que delante tenía un auténtico equipazo, ganó en su primera temporada la Ligue 1 y la Coupe de la Ligue con un fútbol bastante vistoso. Pero su principal preocupación seguía siendo Europa, y esta le volvió a jugar una mala pasada.

Pese a que ante el Bayer Leverkusen en octavos de final Blanc quizás había vuelto a demostrar que en el aspecto táctico casi nunca le gana nadie, el técnico francés no supo administrar una ventaja de 3-1 en Stamford Bridge ante el Chelsea y volvió a caer en su obsesión defensiva. En aquel partido, el PSG no fue el PSG. Su reconocido juego de toque se tradujo en un equipo encerrado, sin ganas y que únicamente quería defender. Defensa poco adelantada, coberturas nulas y ninguna actitud del PSG aquella noche. Ibrahimovic no estaba y, sin él, el PSG pasaba de ser aristócrata a noble. Excusas aparte, el Chelsea consiguió su pase a semifinales en los últimos minutos y volvió a dejar en evidencia a un Blanc que acabaría la temporada de la peor forma posible, aunque ganando la Ligue 1.

Blanc aunque pocos lo crean, salió reforzado de Londres. Centró sus esfuerzos en Europa y eso ha quedado reflejado en la Ligue 1, donde a día de hoy todavía no ha sido líder en ninguna jornada. En la Champions League, no obstante, volvió a quedar en una situación crítica tras perder en el Camp Nou con el primer puesto en juego, aunque en París dio síntomas de que el equipo se estaba reforzando como bloque. Nuestros presagios sobre el fin de Blanc podían haber quedado confirmados en los octavos de final ante el Chelsea. Otra vez Mourinho, otra vez Stamford Bridge y otra vez una ciudad que no le traía buenos recuerdos a Blanc. Pero sorprendiendo a casi todos, en la ida tuvo contra las cuerdas al Chelsea, pese a que el resultado no reflejó lo visto en el Parque de los Príncipes. El empate a uno transformó a Mourinho en Blanc 2014 –encerrado durante todo el partido con un jugador más– y quizás a Blanc en el Guardiola del 2008. Con un jugador menos y con 1-0 en contra a falta de pocos minutos para el final, el PSG forzó la prórrogay se clasificó. Blanc convenció a sus jugadores de que hay vida tras Ibrahimovic y que el PSG tiene un equipo al que no se le había sacado todavía todo su jugo.

Rompiendo su fama de reservón, Blanc se confirmó de una vez por todas como entrenador de un equipo grande en la Champions League. El PSG quiere ganarla y Blanc ha aprendido, como Edison, a moldear la bombilla. Ahora más que nunca es cuando hay que considerar a Blanc como uno de los entrenadores mejor preparados tácticamente de todo el fútbol europeo.

* Andrés Onrubia.

– Foto: AFP




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