Muchas veces vemos en los campos de juego a muchos entrenadores que reprochan a sus jugadores cuando estos no han elegido la mejor opción o han errado un pase sometidos a una presión. Erróneamente se piensa que antes de recibir la pelota ya se tiene que saber qué hacer con ella.
Entonces la pregunta es saber si esos jugadores estaban realmente preparados para solucionar satisfactoriamente la situación del juego a la que se enfrentaban.
Varios estudios neurocientíficos refieren que gran parte de las decisiones que se toman son fruto del inconsciente. Estas decisiones son ejecutadas inconscientemente según las vivencias anteriores del jugador de rugby, por lo tanto, los jugadores han de vivir situaciones reales en los entrenamientos, similares a las que se podrá encontrar en un partido. De esta forma, ayudaremos al jugador a que la decisión tomada sea la acertada.
Por lo tanto, en los entrenamientos se debería tratar de diseñar tareas donde se presenten ciertos problemas (cuantas más veces se repitan, mejor) que se encontrarán los jugadores en un partido o en el próximo partido. Haciéndoles pensar y decidir, por ellos mismos, cuál es la decisión acertada para cada situación. Así conocerán la solución a la situación a la que se enfrentan y podrán ejecutar la decisión correcta.
«La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre las opciones o formas para resolver diferentes situaciones de la vida en diferentes contextos (…) Para tomar una decisión, cualquiera que sea su naturaleza, es necesario conocer, comprender, analizar un problema, para así poder darle solución».
Pensando en el jugador que realizó mal un pase, se podría pensar en primera instancia que la decisión no fue acertada, ya sea por no conocer el juego, comprenderlo, analizar la situación que se le presentaba y poder darle solución (no haber vivenciado anteriormente el problema en distintas situaciones de entrenamientos previos) o por la velocidad a la que fue tomada esta decisión.
Sin lugar a dudas es un factor importante en el entrenamiento del rugby, que muchas veces los entrenadores no valoran. Se debería preparar a los jugadores para enfrentarse, de la mejor forma posible, a los distintos problemas que pueda presentar el juego para que puedan decidir satisfactoriamente, a la máxima velocidad posible, cuál es la mejor opción.
¿Se puede trabajar la velocidad en la toma de decisiones? Indudablemente mucha importancia de esta velocidad, como la física, está en la genética. Pero como todo, se puede trabajar y mejorar. Hay que tener claro que dos jugadores trabajando con el mismo entrenamiento, durante el mismo período de tiempo, no decidirán igual ni a la misma velocidad. Ni la progresión será la misma.
Una buena forma para preparar y activar cognitivamente el cuerpo a la toma de decisiones son situaciones simples con mayor número en los jugadores de ataque (2 vs 1; 3 vs 2). Se estimula pensando continuamente en la opción correcta, en el lugar óptimo de recepción y entrega.
Al ser un espacio reducido, la velocidad en la toma de decisiones ha de ser mayor. Mediante el mantenimiento de la pelota en espacios reducidos con distintos objetivos trabajaremos la toma de decisiones y su velocidad, ya sea pudiéndolo relacionar con nuestro modelo de juego o simulando los distintos problemas que nos podemos encontrar para comprenderlos, analizarlos y solucionarlos.
Pasar la pelota al compañero mejor ubicado y con más ventaja espacio-temporal; cuanto más reducido, menos tiempo tendremos para poder tomar la decisión correcta. Cuantos menos jugadores, más veces nos veremos en la situación de tener que decidir la opción correcta, con y sin balón.
* Juan Casajús es profesor de rugby.
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