Bayern Múnich / Fútbol / Alemania
Fue a finales de marzo de 2014 cuando comenzó la odisea. Thiago se rompió los ligamentos de la rodilla derecha durante un partido contra el Hoffenheim. No pudo ayudar a su equipo en la recta final de la temporada (habría sido importante, futbolística y moralmente, en las semifinales de Champions League contra el Real Madrid). Su rodilla se resintió semanas antes de la convocatoria de Vicente del Bosque y tuvo que volver a operarse. Cuando parecía ver la luz, el internacional español sufrió una nueva recaída y pasó por el quirófano en octubre. Era la tercera vez en pocos meses.
Un año después, Thiago Alcántara ha vuelto a sentirse futbolista. Su retorno fue en uno de las grandes escenarios alemanas, el Westfalenstadion, en la victoria por 0-1 del Bayern Múnich frente al Borussia Dortmund. Thiago salió en el minuto 69, cogió el balón y se lo apropió, como hiciera, en menor medida, cuatro días después en los cuartos de final de DFB-Pokal contra el Bayer Leverkusen.
Tras su vuelta, el hispano-brasileño expresó su alegría: “Es increíble. Tengo que dar las gracias al club, a los entrenadores y a mis compañeros. Todos me han apoyado mucho”. No era para menos. Los rostros de sus compañeros reflejaban la alegría por la vuelta de un jugador muy considerado por el vestuario. Con Thiago, el Bayern es más.
Pese a su baja, unida a otras tan importantes como las de Lahm, Schweinsteiger, Javi Martínez o Alaba, el Bayern ha sido capaz de competir bien sin estar bien. Pero la presencia de Thiago y el capitán del equipo permite a Pep Guardiola alinear el centro del campo que el año pasado mejor juego y resultado le dio, con la entrada de Xabi Alonso por Toni Kroos. El tolosarra por fin puede formar con los dos jugadores que mejor entienden el juego de posición y permiten al equipo avanzar junto. Con Alonso, la salida de balón es limpia y permite que le llegue en condiciones a Philipp Lahm, que se encarga de dirigir al equipo hasta tres cuartos de campo, donde, por fin, encontrará en Thiago un jugador capaz de dar el último pase y dejar en posición ventajosa a los delanteros.
Con Thiago –y Lahm–, el Bayern tiene jugadores en el centro de campo inteligentes en la formación de triángulos de pase, móviles entre líneas y capaces de asegurar siempre una opción clara de apoyo en la pertenencia del balón. Thiago es el mejor socio de Lahm para dar continuidad a la jugada y ambos tienen la capacidad para mover al equipo de un lado a otro.
Este salto de calidad al juego bávaro no será instantáneo, y quizá tampoco suficiente. Como el capitán, Thiago está falto de ritmo y necesita unas semanas para alcanzar su mejor nivel. Muestra de ello fue el partido ante el Bayer Leverkusen. Thiago salió en un momento complicado; recibir un gol dejaba al Bayern prácticamente fuera de la copa, y al hispano-brasileño se le vio pesado, llegando tarde a algunos balones y con pérdidas peligrosas en campo propio. A cambio, tranquilizó el juego, pausó el partido y dio al Bayern la posibilidad de defenderse con balón. Además, asumió la responsabilidad de lanzar el quinto y definitivo penalti. Lo anotó y el Bayern Múnich accedió a la siguiente ronda. Cuando Thiago buscó a Neuer –que había parado un penalti– para celebrar la clasificación, el portero alemán no dudó en señalarle a él como el artífice de la clasificación. Thiago es querido en Múnich.
En un par de meses sabremos si el Bayern Múnich cumple sus objetivos (el título de Bundesliga es cuestión de tiempo) y en qué medida Thiago es importante para la consecución de estos. Lo que parece incuestionable es su relevancia dentro del conjunto.
Tras el partido contra el Dortmund, el hispano-brasileño se mostraba exultante: “Algunas personas piensan que el fútbol es solo un juego, pero cuando ves la emoción que sentían los aficionados, entonces queda claro que el fútbol es vida”. Thiago ha vuelto a sonreír. Y con él, lo ha hecho el Bayern Múnich.
* Ismael Ledesma.
– Foto: dpa
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