La Unión Deportiva Las Palmas inició su segundo año oficial con Sergio Lobera en el banquillo casi de idéntica manera que el primero: queriendo y no pudiendo. Si bien hace un año los amarillos vencían por 0-1 en El Sardinero al Racing de Santander, las sensaciones dejadas entonces y las del pasado sábado son similares. Las Palmas quiere jugar a algo a lo que no llega.
Lobera pretende dar de comer a los aficionados un solomillo de ternera con una amplia guarnición y una salsa a la pimienta cuando apenas tiene un escalope de pollo y polvos que diluir en agua para algún tipo de crema pastosa. Se pasa horas en el garaje intentando abrir un brillante Lamborghini amarillo sin darse cuenta de que sus llaves son de un TATA indio. No se da cuenta, además, de que ambos vehículos te pueden acabar llevando al mismo sitio.
La UD tuvo unos primeros treinta minutos buenos ante un Deportivo de La Coruña muy bien posicionado. Sin embargo, la zaga deportivista vio superada su espalda una y otra vez. Los amarillos, a falta de contacto con Valerón, lograban explotar los movimientos de Tato y Máyor en punta. Sin embargo, aunque el balón se desplazaba, el peligro apenas lo hacía. El equipo canario salió con una formación 4-1-3-2 que bien podría haberse plasmado como una 4-3-3-0. Personalmente, defiendo la idea de que Pep Guardiola ha hecho bastante daño al fútbol español de a pie. Al que juega no con millones, sino con las ilusiones de unos aficionados que lo dan todo por su equipo. ¿Qué es esa milonga de nueve falso y toque? Un equipo de Segunda División con aspiraciones de ascenso no puede permitirse tener uno de esos. Y mucho menos dos.
Ni Tato ni Máyor llegaron a desequilibrar con sus movimientos. Tampoco lo hicieron, por muy voluntariosos que estuvieran, los laterales. Aythami, por la derecha, y Atouba, por la izquierda, protagonizaron varias incursiones de peligro. El camerunés lo hizo durante la media hora que Culio le permitió jugar. El centrocampista argentino, que debutaba en el fútbol español, tardó 28 minutos en dar su tarjeta de presentación con una brutal entrada al lateral zurdo –acabaría siendo expulsado en la segunda mitad–. Atouba se fue en camilla con un esguince en el tobillo derecho y dejó su lugar en el campo a Xabi Castillo. El vasco, que volvía a la UD, también subió, aunque su espalda fue más fácil de coger por parte del ataque coruñés. De la espalda de Aythami mejor nos olvidamos. El canterano, que jugaba su primer partido oficial en meses tras una grave lesión, demostró sus carencias y limitaciones para el fútbol profesional y no acertó en ninguna acción defensiva u ofensiva. Subía sin acabar de saber si apurar la línea de fondo, doblar o limitarse a ser apoyo.
El invento de los carrileros no le funcionó muy bien a Lobera. El balón en largo, tampoco, una vez la verticalidad de los atacantes amarillos se convirtió en automatismos. Juan Carlos Valerón, situado en la mediapunta, intervino en uno o dos ataques. Cuando lo hizo, sus pies llevaron un peligro que se echó en menos en otros momentos del choque. Sin embargo, nunca fue desequilibrante. Pero su presencia en el terreno de juego sí que desequilibró el balance de una UD que sufrió en el centro del campo con la única figura de Vicente Gómez. Sin la ayuda de Valerón, Vicente se veía superado una y otra vez ante las acometidas –tímidas pero ordenadas– del Deportivo. Jugar con Valerón y dos delanteros por delante es un lujo que no se puede dar un equipo de Segunda División.
Con la subida de los laterales, Momo y Nauzet Alemán se tiraban con frecuencia al centro. A un centro que actuaba de agujero negro de la pelota. Pase tras pase tras pase sin ningún tipo de idea fluida ni de peligro para la portería de Germán Lux. Su compatriota Barbosa sí tuvo que salvar varias ocasiones de gol bastante claras, varias de ellas ya en la primera parte. La mayoría llegaron de la pasividad en la presión. Lobera ya demostró la pasada temporada que gustaba mucho de posicionarse rezagado y replegar líneas la mayor distancia posible, efectuando una falsa presión en la salida de juego del rival. En varias ocasiones quedó demostrada como una estrategia óptima. Sin embargo, no lo es cuando solo tienes un mediocentro y cuando Valerón es el estilete de esa formación posicional.
La segunda parte de Las Palmas fue para olvidar. Muy pocas cosas rescatables de un equipo que se vio superado hasta por un rival en inferioridad numérica. Si acaso, la entrega de Spas Delev. El búlgaro corrió y corrió, recordando mucho en su intensidad a Thievy. Sin embargo, en ataque apenas recibió balones ante sus constantes demarques. Mucha movilidad para demostrar, como mínimo, que tampoco es un ‘9’ referente en el juego amarillo.
El Estadio de Gran Canaria pitó, algo totalmente irracional cuando se trata del primer partido de liga. Se arrastran muchas ilusiones rotas y muchos castigos a la memoria, pero el pasado no puede nublar el presente. Un partido menos, pero aún quedan 41 y 123 puntos por disputarse.
Ya el año pasado Lobera tuvo que emplear varias jornadas para dar en la tecla y hacer que el equipo arrancara. Lo acabó haciendo, ilusionando a la afición como hacía años que nadie lo hacía. Hay tiempo para que se repita la historia y se pueda cambiar el final. No quita eso, claro, que se debe cambiar la receta o los ingredientes de esta nueva U. D. Las Palmas.
* Jesús Morales es periodista.
– Foto: Gerardo Montesdeoca (Canarias7)
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