"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Hace unos días, leyendo Twitter casi de manera perezosa, vi un hashtag sobre postureo y fútbol. Alguien vino a decir que jugar con salida lavolpiana era postureo. A mí me hizo mucha gracia. Supongo que no tardará mucho en aparecer postureo en el diccionario. También me sirvió para profundizar más sobre un concepto que no tenía muy claro. La salida lavolpiana es un concepto relativamente nuevo, que se retroalimenta como una leyenda urbana. Un concepto táctico que no he visto como tal en libros que tratan de táctica. Tampoco hay mucho que trillar por internet, así que redactar el artículo se ha convertido en atrevimiento.
La salida lavolpiana, a veces referenciada como salida lavolpista, de La Volpe o salida a tres, es un concepto utilizado en fútbol para referirse al inicio de la fase ofensiva de un equipo donde, en una primera línea de jugadores, se sitúan los defensas centrales en amplitud y cercanos a las bandas y un mediocentro en los alrededores del semicírculo del área de penal, y donde los laterales se encuentran en máxima amplitud pero en una segunda línea de jugadores, en zona más cercana al mediocampo.
La salida lavolpiana no se asocia a un modelo de juego en particular. Se ha visto bien realizada por estilos más combinativos, más de contraataque, por equipos que han marcado época o por equipos más humildes. Pero lo que sí es indudable es que tiene un marcado carácter asociativo.
Se trata de una salida de balón arriesgada, debido a las consecuencias que pueden derivarse de una imprecisión o un buen pressing del contrario.
El concepto recibe el nombre del entrenador argentino Ricardo La Volpe, profesional que ha desarrollado gran parte de su trayectoria en el fútbol mexicano y que ha volcado gran parte de sus esfuerzos en inculcar a sus equipos automatismos tales como esta salida desde la zona de iniciación.
Pese a que en España comenzó a ser habitual en la temporada 2009-10 por el Barcelona de Josep Guardiola, es en México donde este concepto está más afianzado. La Volpe practicó desde mediados de los años 90 esta salida con sus equipos, entre ellos la selección mexicana, a la que dirigió cuando Guardiola era jugador del Dorados de Sinaloa, época en la que el entrenador catalán pudo acercarse al lavolpismo.
La salida lavolpiana puede llevarse a cabo por medio de dos vías: desde una acción a balón parado (saque de meta) o con el balón en juego pero partiendo desde la zona de iniciación.
Como se puede intuir, es un automatismo que suele iniciar el guardameta, pero puede haber casos en los que con el balón en juego se comience de nuevo la propuesta ofensiva desde la iniciación sin la participación del mismo.
En una descripción esquemática, Alejandro Sierra realiza esta exposición ideal presuponiendo en un sistema 4-3-3 los siguientes movimientos básicos:
Así, la base teórica, que era de cuatro hombres, queda en tres (mediocentro y centrales) y la segunda línea pasa a ser de cuatro jugadores (laterales abiertos y dos interiores), escenario que facilita el encuentro de líneas de pase.
Existe un alto grado de riesgo en esta salida, pero en la fase ofensiva el equipo gana mucha amplitud, al tiempo que facilita a los interiores líneas de recepción del primer pase y habilita la zona de aceleración con el segundo y sucesivos pases. Se forman así diversas líneas horizontales y verticales de pase ofreciendo apoyos y sostén constante. Primordial es, entonces, el principio ofensivo de las ayudas permanentes. De esta manera, la salida pretende la superioridad numérica y no es sólo un jugador el responsable de sacar el balón desde atrás, sino que son varios (o todos). Pero hay que prever que la propia salida y los movimientos del rival pueden hacer que algún jugador rompa en conducción y pueda incluso llegar hasta zonas de campo contrario.
En el 2006 Josep Guardiola, con motivo del Mundial, dedicó un artículo al tema el El País titulado Salir de novios. En él, el lavolpismo y la selección mexicana salen muy bien parados. Eso ha llevado a muchos admiradores de la corriente lavolpista a querer ver en Guardiola un fenómeno nacido de esta filosofía, hecho totalmente incierto. Incluso en sus últimos coletazos como jugador, Guardiola no pudo conseguir la entrevista de fútbol que pretendía con La Volpe, ya que el argentino, que era el seleccionador mexicano, se mostraba inaccesible por la responsabilidad del cargo. Que nadie se confunda: ver la doctrina lavolpista como la base de inspiración para el paradigmático Barcelona de Guardiola es actuar con poca perspectiva.
Guardiola, que se definió a sí mismo en una reciente conferencia en Argentina como un copista de ideas más que un revolucionario, utilizó la salida lavolpiana como una respuesta más que ofrecer a sus jugadores en un momento determinado. Fue (y es) un evolucionador. El mismo que ofreció a sus chicos conceptos clave como la presión de 6 segundos tras pérdida, el falso 9, el rombo, el juego de pies del guardameta, el 4-3-3, siete centrocampistas en una final del Mundial de Clubes y unos cuantos más. La salida lavolpiana fue un recurso más.
El de Santpedor introdujo el automatismo en un equipo que contaba con Rafa Márquez, uno de los jugadores más importantes que tenía La Volpe para llevar a cabo su salida. El propio Guardiola se acercó más si cabe a los métodos de La Volpe por medio de un jugador que ya venía con la lección aprendida en la selección mexicana.
La salida lavolpiana se puso de moda durante la temporada 2009-10 en España, pero quizá solo el Barça fue el que le dio verdadero sentido a salir en superioridad. Precisamente en la etapa de Guardiola como jugador, él era el encargado de la salida del balón. Con Rijkaard, el encargado fue Márquez, por lo que se pasó de salir con un mediocentro defensivo a un central. En la primera temporada de Pep como entrenador ya no fue un central el que sacaba el balón, sino los dos (Piqué y Márquez). En la Supercopa de España de 2009 contra el Athletic, Pep probó por primera vez la salida lavolpiana en su equipo. Lo hizo retrasando a Touré, engarzado entre Piqué y Puyol. Guardiola simplemente siguió puliendo la salida de balón como lo había hecho el Barcelona desde que el propio Pep era jugador. Utilizó la salida lavolpiana para evitar la presión del rival, intentó que no fuera un jugador solo el encargado de sacar el balón limpiamente, sino que fuera el colectivo (juego de posición) el que lo hiciera.
Pero al Barcelona le pillaron el truco algunos equipos como el Atlético, el Athletic o el Racing de Santander, mediante una presión fuerte o colocando un triángulo zonal. Una vez más, tras esto, se vio a un Guardiola evolucionador, apostando por más conducción de los centrales en la salida (Piqué) o viendo a jugadores como Iniesta bajar hasta posiciones más relacionadas con el primer pase. Finalmente el propio Guardiola, dándole otro puntito al equipo, optó por desechar la salida lavolpiana.
En España, además de Guardiola, también han utilizado la salida lavolpiana entrenadores como Marcelo Bielsa (entrenó en Mexico en pleno boom del lavolpismo) Juanma Lillo, Jose Mourinho o Juan Carlos Garrido.
Guardiola, en el artículo anteriormente enlazado, explica bien lo que puede ser la metodología de este automatismo: “Ricardo Lavolpe, argentino él y seleccionador mexicano, ha escogido que su defensa salga jugando. No que empiece jugando, que es otra cosa (…). Obliga a salir jugando, que no es otra cosa que jugadores y pelota avancen juntos, al mismo tiempo. Si lo hace uno solo no hay premio, no vale. Han de hacerlo juntos”.
Continúa Guardiola acercándonos la metodología del propio La Volpe: “Me contaron cuando estuve en México que Ricardo Lavolpe, de manera intervencionista y conductista, obliga, en los entrenamientos, durante 30 minutos, a que sus defensores avancen, ellos y la pelota, una y otra vez. Al más mínimo error en un pase, o no ensanchar el campo estirándolo como si fuera una goma hasta las líneas de banda, o no jugar con el portero cuando se debía jugar, repito al más mínimo error, vuelta a empezar. Para, corrige, grita y vuelta a empezar. Una y otra vez. Cientos de veces hasta que sus tres defensores hagan de novios durante 30 minutos. Ellos y la pelota”.
Pese a que la salida lavolpiana tuvo una trascendencia muy mediática en nuestro fútbol, no fueron pocas las críticas pasado el boom de lo novedoso. Una buena explicación la dio el periodista Abel Rojas, que se acercó de esta manera a aquella situación:
“Las limitaciones de Busquets en el envío resultaron insalvables y a Xavi se le acosaba hasta la primera media luna, así que no tras pocos intentos se acabó desistiendo y recuperando una salida más estándar. El problema es que la estampa era tan bonita y tan fácil de identificar sobre el césped que alcanzó una trascendencia mediática excesiva. Aún habiendo fracasado en su ejecución el mejor equipo del mundo, el automatismo más característico del libreto de La Volpe fue imitado tanto en la élite como en las categorías más modestas con resultados entre discretos y patéticos”.
Apenas salieron airosos en el intento el Villarreal de Garrido y Bruno, el Espanyol de Pochettino y Márquez y el Málaga de Pellegrini y Apoño, e incluso estos tres equipos acabaron volviendo a la arquetípica salida de cuatro, desde la que encontraban una racionalización del espacio más sencilla. El tema estaba clarísimo: el automatismo requería una especialización acentuada, mínimo, en las piezas claves. Y nadie las tenía.
Al final, postureo o no, la lavolpiana está ahí como herramienta para ser utilizada. Si alguno tiene la suerte de contar con los jugadores tales para llevarla a cabo, disfrútenla hasta que los rivales se aprendan la lección.
* José Luis Lorenzo es entrenador de fútbol formativo del FC Volga Nizhny Novgorod (Rusia).
– Fotos: EFE – Fútbol de Café – @diegotorresro
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