Una vez escrito el titular del artículo, me doy cuenta del equívoco. No quería escribir sobre la renovación contractual de Pep Guardiola (pendiente de conocerse, en sentido positivo o negativo), sino de la renovación que el entrenador está realizando en su plantilla: renovación sin anestesia, en vivo y en directo, durante el desarrollo de la temporada. El tópico dice que no debes cambiar de montura en mitad del río, pero los tópicos son medias mentiras que se han popularizado a base de repetirlas. Los hay certeros, es verdad también, pero muchísimos de ellos son simples corsés mentales que se emplean para evitar pensar. En el fútbol abundan los tópicos y, de este modo, vemos cómo se reclama un once titular inamovible “que se sepa de carrerilla”, cuando el fútbol actual exige docena y media de futbolistas de nivel máximo; o un delantero centro “que baje balones”, cuando el Barça ha explicado por activa, pasiva y perifrástica que gana los títulos por raso; o “un Plan B para cuando las cosas vayan mal”, aunque la realidad nos repite que no hay mejor plan alternativo que el principal; o “hay que tener equilibrio en el centro del campo”, lo que desmiente el propio Guardiola ganando a partir de muchos iguales y similares.
Uno de estos tópicos grabados en granito es que las plantillas se cambian a final de temporada, que es cuando se hace balance del curso. Pues miren: Guardiola está renovando la suya en mitad del recorrido. Podremos discutir las causas: necesidad imperiosa por culpa de las lesiones de larga duración (Villa, Afellay, Fontàs) y también las intermitentes (Iniesta, Pedro); pero también voluntad del técnico, con el objetivo obvio de elevar la exigencia e incrementar la competitividad. Por una causa o por otra, o por ambas, Cuenca, Tello, Jonathan dos Santos, Sergi Roberto ya están ahí, con Bartra, Montoya y Muniesa derribando también la puerta. Esto conlleva consecuencias: como le ocurre al otro gran entrenador capaz de acometer transiciones en medio de la temporada (Sir Alex Ferguson), estas renovaciones acarrean daños indeseados que pueden perturbar un curso, pero a cambio se garantiza el porvenir. Se tambalea una temporada; se asegura las tres siguientes. ¿Por qué no hacerlo en verano? A veces porque no se puede elegir, pero sobre todo porque no hay nada como el fuego real. El verano es de fogueo; la temporada es de verdad. No hay mejor oportunidad que esta: si los jóvenes pasan un examen tan duro, la plantilla tendrá, automáticamente, sangre nueva. Ocurre lo mismo con la transición de Xavi a Cesc. Nada impediría esperar a 2014, pero Guardiola la está llevando a cabo con Xavi en el campo. Aprender a jugar sin él, estando él sobre el césped (asunto que merece otro artículo).
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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