Un grupo de investigadores se reunió en Roma para investigar los secretos de uno de los equipos más temido a lo largo de los años por todo aquel que osaba hacerle frente. A ese grupo de futbolistas se les bautizó originariamente con la palabra Azzurra, un vocablo de la lengua de su región que podríamos traducir como azulona, en referencia al color que solían vestir cuando saltaban al campo de juego. Los investigadores estaban interesados especialmente en un repentino cambio que había experimentado aquel conjunto de jugadores. Históricamente, sus tácticas defensivas eran inexpugnables, inquebrantables y su efectividad a la hora de marcar era legendaria. Los rivales acababan exhaustos de atacar sin éxito, y finalmente abandonaban toda esperanza.
Sin embargo, después de semanas de estudio, se halló en lo más profundo del estadio romano un pergamino. Al desenrollarlo, el jefe de la investigación advirtió que se trataba de una profecía escrita hacía muchísimos años. Según lo ahí estampado, habría una época en la que la Azzurra sería débil, frágil, todo esto poco después de haber ganado a todo el mundo. Así que un nuevo líder sería erigido y decidiría que los tiempos de defender hasta cansar a los contrincantes habían pasado, la Azzurra llevaría la iniciativa y sería ella misma la que decidiese el ritmo de los duelos.
A mediados del año 2014, continuaba el pergamino, en la Azzurra conviviría su eje central sobre el que todo gira, llamado Pirlo, con el que tendría que ser su relevo en las siguientes generaciones calcistiche, al que nombraban como Verratti. Los investigadores no daban crédito. Nadie había imaginado hasta entonces que la Azzurra podría seguir siendo lo que era sin Pirlo. Sobre él los juglares habían escrito canciones como Senza di te non siamo niente (Sin ti no somos nada) y era reconocido como el portador de la sabiduría de aquel grupo de veteranos. ¿Sería posible que la profecía se cumpliese y Pirlo dejara de jugar con la Azzurra y que ello no significase su final?
La predicción del futuro de la Azzurra iba incluso más lejos. “Dos hijos de la loba refundarán desde los cimientos el gran imperio y unirán sus fuerzas al niño de rojo y negro”. Se llegó a la conclusión, después de intensas discusiones entre varios grupos de investigadores que aquellos dos hijos de la loba eran dos jóvenes jugadores de la Roma, Florenzi y Destro, que estaban llamados a ser importantes a lo largo de los siguientes años, incluso durante el mismo 2014, con la ayuda de un chavalín del Milan conocido como De Sciglio, designado como el enigmático niño de rojo y negro. La profecía daba a entender que la Azzurra iría cambiando sus piezas desgastadas por otras de nuevo cuño que, según afirmaba, harían el mismo o incluso mejor trabajo que las anteriores. Resultaba complicado siquiera darle un mínimo valor a aquellas afirmaciones tan temerarias, pero los investigadores, en su afán de conocimiento, siguieron leyendo.
A continuación se llegó a un punto del pergamino que generó la mayor dosis de incredulidad en los investigadores. El escrito decía que la Azzurra, siempre pura, inmaculada y formada por gentes del lugar, habría de acoger entre sus huestes a oriundos de las más diversas culturas, a los que no sólo tratarían como iguales, sino que los convertirían en las primeras bazas ofensivas de cara al futuro. Hablaba de un egipcio de gran calidad, un ghanés irreverente, un argentino que jugaba en la Gran Bretaña y un estadounidense herido una y mil veces retornado a su lugar de origen. Incluso hablaba de un brasileño que se había hecho importante en tierras parisinas.
Según lo escrito, todo eso sería obra de un lombardo que aunque había sido campeón de Europa como jugador nunca obtuvo la notoriedad que sí consiguió sacar de sus jugadores. Lo llamaba Cesare Prandelli.
¿Será posible que se cumpla todo lo que decía aquel pergamino, que la Azzurra jugase bien con jugadores jóvenes y nacionalizados? Quien sabe. Nos tocará esperar a 2014 para comprobar si la profecía era cierta o no.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: AFP
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