"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
En nuestro análisis del juego del Barça establecimos hace unos días el viaje colectivo como criterio fundacional. Viajar juntos, equipo y balón, como en una cordada montañera, tomando posiciones de forma gradual y paulatina. Y establecimos que, en dicho juego de posición (que es el término con que fue bautizado dicho modo de practicar fútbol) la posesión o la presión no eran causas, sino consecuencias. Hablemos hoy de la posesión y evitemos, de entrada, una confusión terminológica: no es “juego de posesión”, sino “juego de posición” porque lo que se pretende, precisamente, es el citado viaje de jugadores y balón en busca de unas posiciones concretas en el rectángulo. La posesión del balón es uno de los instrumentos que se emplean para alcanzar las posiciones deseadas.
Se bromea sobre la posesión. Se bromea mucho en los días de un mal resultado, casi siempre con el argumento de que un 74% de control del balón no originó más goles que el 26% restante. En esos casos se argumenta que mucha posesión y pocas nueces, jaleando a pretendidos analistas graciosos que esgrimen una certeza que nunca existió: Guardiola nunca ha afirmado que le interese la posesión del balón por la simple posesión, como si se tratase de un objetivo numérico. Nunca la ha empleado, ni siquiera retóricamente, como fin en sí mismo, sino como medio para alcanzar un objetivo.
Como herramienta, como instrumento. Poseer el balón para ordenarse a través suyo, avanzar agrupados hasta las posiciones deseadas y generar superioridades posicionales (más importantes que las numéricas) entre líneas rivales. Esas son algunas de las herramientas para alcanzar el objetivo: someter al contrario, desordenarle y encontrar los pasillos por donde asestarle el golpe.
En ocasiones no se emplea adecuadamente el instrumento de la posesión, pues se realiza de tal modo que no sirve para los objetivos buscados. En ese caso, hablamos de posesión de baja calidad. Acostumbra a ocurrir en zonas de escasa trascendencia del campo y sucede porque no genera ninguno de los efectos citados en el rival: ni le desordena, ni desequilibra, ni genera superioridades, ni abre pasillos. En ocasiones opuestas, la posesión es de alta calidad porque tiene lugar en zonas de gran relevancia y logra los mencionados objetivos.
En el juego del Barça, por lo general la posesión de alta calidad tiene lugar en fase ofensiva, dada la vocación inequívocamente atacante del equipo, pero también puede darse en algunos momentos de la fase defensiva, cuando los jugadores adoptan otra versión de la posesión: tener el balón para defenderse con él. Ya dijo Xavi que lo más importante en el Barça es no perder el balón. Lo dijo el mejor defensor del equipo, el que no pierde el balón.
– y 3ª parte: La presión como consecuencia
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