La referencia a la intensidad suele ser uno de los argumentos principales, generalmente incluso el primero, que se utiliza a la hora de realizar un análisis futbolísitico. A aquellos equipos a los que les cuesta coger el golpe de pedal competitivo adecuado se les tacha de exentos de intensidad en muchas ocasiones. La realidad es que no se debe uno quedar en la superficie de este argumento a la hora de valorar el rendimiento deportivo que nos está dejando el Sevilla, y se tiene que ser más profundo para encontrar las causas de una situación no acorde con las expectativas creadas y la calidad de la plantilla. Sin ir más lejos, el partido contra el F. C. Barcelona desmonta por completo el argumento de la falta de intensidad. En él, los sevillistas mostraron todo lo contrario. Vimos a unos chicos de Emery sobrexcitados y a los que el exceso de ímpetu e intensidad les terminó pasando factura.
Sí podemos decir, sin temor a equivocarnos, que lo que viene mostrando el Sevilla desde hace mes y medio es un nivel de activación nunca mantenido en un nivel promedio adecuado a las situaciones de partido. El equipo se va de los mismos con una suma facilidad y se convierte en un entramado táctico indefinido, poco estable, exento de la agresividad necesaria en muchos momentos y sin capacidad para mandar sobre el tempo y el ritmo de los partidos. El rendimiento a balón parado es el único elemento estable y fiable y representa el recurso ofensivo dominante, puesto que otros son eventuales y perecederos.
Emery se ha mostrado siempre en su carrera como un entrenador de carácter estratégico. Su capacidad para trasmutar a su equipo de un partido a otro es muy amplia, trabajando los aspectos, sobre el papel, más adecuados para minimizar virtudes y aprovechar defectos rivales. Sin embargo, en Sevilla, la transferencia de las ideas que su mente dibuja sobre la pizarra al terreno de juego está siendo deficiente. Esto conlleva que veamos un equipo muy poco definido y que presenta problemas recurrentes de dominio táctico escaso. La transición defensiva sigue siendo un dolor continuo, el repliegue a campo propio no es solvente y el ataque organizado no consigue desarbolar a equipos bien parados cerca de su portería.
Pero más allá de todos estos problemas, la principal causa de preocupación es la incapacidad para mantener resultados a favor. Este Sevilla de Emery presenta poca solvencia para llevarse encuentros en los que se ha puesto por delante, y termina dejándose puntos que no debería haber regalado. Es muy habitual que los de Nervión vean cómo el rival le da la vuelta a partidos por su propia indolencia defensiva. Otra cuestión a considerar es la falta de conjunción y de organización táctica que muestran los sevillistas en muchos partidos. Tanto movimiento táctico en la pizarra de Unai parece no estar siendo bien asimilado por sus jugadores.
Eeste Sevilla pasa de jugar un 4-4-2 ofensivo con Rakitic de mediocentro a un 4-2-3-1 de carácter defensivo, repliegue bajo y contragolpe en cuestión de un partido a otro, sin dejar de lado la opción de cerrar atrás con cinco defensas y solo dos mediocentros, con tres jugadores relativamente liberados del peso defensivo. La realidad es que casi nadie puede decir, a priori, qué equipo se va a encontrar en el desarrollo de un partido. La indefinición no solo del sistema, sino también de la actitud y altura del juego que va a desarrollar está pasando una factura enorme en unos jugadores que nos dejan un nivel de prestaciones muy inferior al teórico en la mayor parte de los casos.
Porque podemos decir que solo Rakitic y Fazio –sorprendentemente dentro de este caos posicional y táctico que es el Sevilla– muestran un rendimiento acorde a lo esperado. En ese sentido la recuperación de Marko Marin, la cercana vuelta de Stephane M’Bia y una más que deseable recuperación del nivel propio de Alberto Moreno pueden ayudar a que el rendimiento global del equipo mejore.
Pero no solo es cuestión de que los jugadores den más de lo que están dando. Aquí Emery debe poner de su parte simplificando al máximo las cuestiones tácticas para que sus futbolistas asimilen con precisión qué es lo que él desea. De esta forma, desde lo simple, consiguió el Sevilla en la primera vuelta ascender desde la última posición de la liga –en un arranque de campeonato que ahora calca en resultados e indefinición– hasta la séptima plaza.
Este grupo de jugadores demanda la vuelta a lo esencial, a lo primario, a lo sencillo. Volver a trabajar por la portería a cero como base competitiva para que el talento de los Bacca, Gameiro, Marin, Rakitic y compañía, más el gran trabajo de pizarra en la estrategia, permita ir sumando puntos sin que veamos a un equipo descompuesto, sin estructura y que, en muchas ocasiones, se arrastra por el campo como si no tuviera alma, dejándose remontar porque su nivel de activación está completamente indefinido.
Se ha demostrado que, por mucho que Emery trate de adaptar a las situaciones particulares de cada a encuentro al equipo desde el movimiento en su pizarra, este no asimila lo que su entrenador pretende. Y visto lo visto, parece que lo más adecuado es que Unai se baje del burro y vaya a lo que su plantilla sí maneja con cierta solvencia. Ideas claras y sencillas para que el talento y el balón parado definan arriba. Ese es el camino, como se demostró en la primera vuelta del campeonato; lo demás no termina de funcionar.
* Miguel Canales es director del proyecto “Fútbol Global“.
– Foto: EFE
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