Liga BBVA 2013-2014 / España / Fútbol / Crónicas 2013-2014
1.- Ha hecho falta un doble caño para quebrar al Espanyol. No es tarea fácil, con la adrenalina a máxima potencia, acertar a pasar el balón entre cuatro piernas y colocarlo detrás de las trincheras, apenas a un suspiro de monja del gol. Lo ha hecho Neymar y ha servido para abrir y cerrar el marcador de un partido bastante escuálido en brillantez.
2.- Ha salido el Espanyol replegado casi desde el vestuario, con Thievy y Sergio García de “palomeros” en las zonas medias, dispuestos a correr para apuñalar. De hecho, desde el primer minuto Thievy desplegó el manual de instrucciones que les había entregado Javier Aguirre: el Espanyol, digámoslo pronto, lo hizo casi todo bien a la vista de su potencial. Defendió en 4-4-2 en cancha propia, reforzó la defensa por la derecha para encarar siempre a Neymar con dos hombres y basculó con precisión.
3.- Padeció más por la izquierda, donde Alves tuvo apariciones permanentes, adjudicándose esa parcela casi en propiedad. Y si no conquistó nada positivo el equipo visitante fue por tres razones: porque Valdés está veloz como un ratón con hambre; porque Montoya, Mascherano y Piqué se anticiparon magistralmente en la mayor parte de ocasiones; y porque los delanteros pericos se ofuscaron siempre que pisaron área rival.
4.- El Barça jugó correctamente. Sin brillantez, de acuerdo, pero con paciencia, tensión competitiva y búsqueda del punto y el momento para asestar el golpe. No fue un partido extraño para este equipo: lo ha vivido trescientas veces en el último lustro. A veces los ha resuelto con facilidad y estruendo; en otras, como hoy, con cierta sordina y dificultad, pero sin perder el norte, aunque sin espacios para que corrieran las piernas tampoco hizo correr el balón.
5.- Especialmente el primer tiempo culé ha mostrado lentitud en el desplazamiento del balón. Podemos atribuirlo a que, ante la ausencia de espacios, ni Xavi ni Iniesta se muestran con la finura técnica ni la velocidad gestual de los grandes días. El desempeño general fue muy correcto y mejoró tras el descanso, cuando el Espanyol empezó a perder concentración para mantener compacta su malla y Busquets dio un paso adelante para quedarse al mando, en el balcón del área rival.
6.- Trianguló bien el equipo del Tata Martino, con la defensa alta y espabilada, empleando a Neymar y Alves de extremos, buscando asociarse por dentro y abrir por fuera, como marcan los cánones blaugrana. Iniesta y Messi vivían a espaldas de los tres mediocentros espanyolistas, en la parte superior de un cuadrado que tenía a Busquets y Xavi en la inferior. La circulación interior era espesa, pero permitía constantemente abrir hacia el costado débil, por lo general el diestro, donde Alves era un perpetuo hombre libre. Alves desperdició semejante ventaja conquistada: una y otra vez quedó libre, pero prácticamente todas las veces malgastó la ventaja con finalizaciones erróneas.
7.- El Barça, añadamos otro asunto, siente orfandad ante el momento de Messi. Acostumbrados a que Leo acapare el frente de ataque, el balón, la asistencia, el remate e incluso una parte de la construcción, de pronto se ha producido una especie de vacío. Habituados a la omnipresencia, la tibieza actual del Messi acostado en la banda derecha posee toda esa sensación de vacío. Está, pero se le percibe lejos.
8.- En dicha banda, Messi encuentra demasiados puntos ciegos para desplegar todo su potencial, por lo que cada pocos minutos acaba regresando al pasillo central, como para recordar a sus compañeros que él también está allí, sobre el césped, dispuesto a todo, sintiendo nostalgia del cuero. Luego, cual si recibiera un aviso por línea interna, regresa obediente a la banda, lejos de Neymar, de Xavi, del bullicio, del balón… Nos queda por averiguar si se trata de un asunto de ubicación, lo que tendría fácil remedio; de condición, lo que también es resoluble a corto plazo; o de organización colectiva, algo bastante más complejo.
9.- En cualquier caso, el derby fue un monólogo de guiones conocidos. Picó piedra el Barça, por dentro y por fuera, y cuando finalizó con acierto apareció Kiko Casilla para evitar la herida. Ya fuese con Alexis, con Iniesta, con Alves (al poste) o con Neymar (al cuerpo de los defensas, por lo general), el Barça chocó y chocó, aunque el tempo de su juego está bastante alejado de la vivacidad.
10.- En el segundo tiempo, Busquets se situó donde el Xavi de las noches felices: en la bocacalle del área rival. Y desde esa posición movió a su equipo a diestra y siniestra. Hacia la derecha buscaba a Alves; a la izquierda, a Iniesta, que se hizo más influyente cerca del área, y a Neymar. En una de esas, el nuevo fichaje diseñó un doble caño improbable y eso bastó para que Alexis empujara el balón y sentenciara los tres puntos.
y 11.- Los problemas del Barça llegaron a partir de ese momento, cuando el 1-0 le hizo regalar el cuero al Espanyol. Fueron problemas menores, desde luego. El Espanyol hizo cosquillas, pero no pasó de ahí. El equipo blaugrana dejó de dominar el partido, aunque a cambio ganó los espacios que le regaló el Espanyol en su paso adelante. Esa pérdida de dominio no pareció ser un problema importante, comparado con la impresión organizativa general, en la que se advierte que los movimientos colectivos, desde el portero hasta el último punta, no se han olvidado. Pero nos dejaron dicho que para que la orquesta suene armónica no basta con que cada intérprete recuerde su partitura.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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