El Granada C. F. afronta su cuarta temporada en Primera División con cambio de entrenador y el objetivo de siempre: la salvación. La intención es formar un equipo que, en la teoría y en la práctica, sea capaz de aspirar a algo más. Ese será el trabajo más complicado para Joaquín Caparrós y sus hombres de confianza, Luciano Martín y Luis Llopis. El utrerano es el quinto técnico que toma las riendas del conjunto rojiblanco en esta andadura en la Liga BBVA, y ya avisó de que llega para afrontar un reto a largo plazo.
Caparrós firmó por dos temporadas con opción a una tercera y aceptó suceder a Lucas Alcaraz en un banquillo que escuece y en el que los pitos resonaron la temporada pasada con menos de diez jornadas disputadas. No es fácil que un entrenador con su currículum se decante por un equipo cuya lucha máxima es mantenerse en primera. Por eso dejó claro desde su llegada que su cometido es hacer crecer al Granada e ir ampliando miras hacia unos objetivos más ambiciosos.
El Granada ya lució un plantel ilusionante la pasada campaña. Hubo momentos de la temporada en los que mirar a Europa no era algo tan utópico. Pero faltó convencimiento y físico para codiciar algo más que la permanencia. En la segunda vuelta, como las segundas partes de cada partido, el equipo se desinfló hasta el punto de tener que jugársela, de nuevo, en la última jornada. Caparrós no quiere que eso ocurra y, a pesar de que habrá bajas muy importantes, el cuerpo técnico confía en tener plantilla para ser ambiciosos.
Se está insistiendo en el trabajo físico, en adquirir un tono acorde a las exigencias de la competición, y en la conciencia de grupo. Incluso se está conviviendo con el filial, donde Caparrós y sus ayudantes no pierden ojo. Todos esos ingredientes buscan maridar con la calidad individual de unos jugadores que tienen que aprender a pensar como equipo. Y creérselo.
Con la venta de Brahimi y Brayan Angulo, el club nazarí pierde a dos de sus puntales. Además, jugadores como Recio, Coeff o Ighalo regresan a sus clubes tras haber permanecido en régimen de cedidos en la capital granadina. Aún no están resueltas todas las salidas que se esperan este verano. Futbolistas como Buonanotte, que apenas tuvo protagonismo con Alcaraz, están pendientes de su futuro lejos de Granada. En todas esas bajas, más las necesidades para puestos específicos, trabaja la dirección deportiva.
En cuanto al capítulo de fichajes, Larsson llega para mejorar un ataque al que le falta gol y que es una carencia convertida en problema en este equipo. El mediocentro se refuerza con hombres polivalentes como Juan Carlos, Javi Márquez y Sissoko. Y en defensa, con la llegada de Babín, tan sólo queda encontrar un futbolista de garantías para la desasistida banda izquierda. Oier Olazábal suplirá la marcha de Karnezis, aunque en teoría bajo palos seguirá siendo titular Roberto.
Faltan todavía flecos para completar la plantilla. El proyecto de Caparrós está en pañales. Pero no se quieren dar pasos en falso. Antes del cierre de mercado se espera alguna que otra incorporación más. Se busca calidad para encajar en el puzle. Pero ya se nota que el cuerpo técnico espera también un plus de trabajo. De momento, Caparrós quiere calibrar sus fuerzas para saber qué puede exigir a los suyos y dónde debe insistir. Por eso, esta pretemporada quieren ponerse a prueba y el equipo se desplazará en agosto a Alemania para medirse a rivales de entidad. El utrerano es un técnico ambicioso y para aspirar a más necesita un grupo compacto y equilibrado en todos los sentidos. Se trata de elaborar un producto sólido para poder vender ilusión. Es probable que Caparrós sea el mejor fichaje del Granada para el próximo curso.
* Pilar Arjona es periodista.
– Foto: EFE
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