Liga BBVA 2013-2014 / España / Fútbol / Crónicas 2013-2014
1.- Las grandes victorias, por calidad o cantidad, producen algunas hinchazones en el rendimiento. A menudo es la confianza la que ensancha y solo tiene consecuencias positivas; otras ocasiones pasa que la confianza deriva en relajación y deviene en esa suerte de pereza cambiana que aguarda que todo suceda mientras toma café en el Gijón o en el Bernabéu, señas de indiscutible santidad madrileña.
2.- El Madrid saltó con Illarramendi, Marcelo, Nacho, Morata y Varane como sorpresas más o menos destacables. Y ese 4-4-2 que viste de mono azul al romántico 4-3-3 de esmoquin y mujer elegante (o sea, mujer) de la mano. Isco, al final, acaba de interior (y no de extremo) con balón mientras que Cristiano ocupa el lugar del extremo en busca de sensaciones primigenias como pasó con el primero y el segundo. Conducción, regate y gol. O golazo, en esa permanente persecución litissianesca del portugués, la forma en la que Cristiano siempre ha manifestado su romanticismo dentro de ese cuerpo hecho para arrasar más que para jugar.
3.- Al fin y al campo, lo que llamamos esquema son solo números disfrazando un corsé matemático que el fútbol no asume. Por ejemplo porque Marcelo fue más extremo que lateral; Osasuna, estrecho y corto, pero acabó embutió de mala manera en su frontal del área. Javi Gracia posó a su equipo junto, pero tan riguroso posicionalmente que para no perder su zona se quedaban mirando. Literalmente, Osasuna miró tanto o más que corrió. Como si tuviera el mismo argumento que el Chelsea, pero otros actores distintos. La fiesta comenzó incluso antes que el baile.
4.- Cristiano, Isco y Marcelo se fueron a la banda izquierda y el caudal fue permanente tal que un río, más de tinta que de agua, comenzara a escribir una columna completa, o sea, bien argumentada, con cambios de ritmo, un razonamiento lógico y una sinfonía perfecta. El Madrid generó con relajada fluidez, como si el texto fuese a acabar siendo una novela hasta que Cristiano desató el final a base de haikus que caían en vertical sobre la página del partido, mientras Osasuna, montado en su repliegue medio-bajo, no borró una línea de principio a fin; más bien se limitó a ser el coprotagonista obligado.
5.- Hay en Illarramendi otro hombre destacado dentro de la dificultad de mencionar nombres que tengan que ver con defender más que con atacar en un 4-0. Fruto de él y de la defensa posicionalmente cerrada del Osasuna, el Madrid obtuvo las bandas para atacar, que es igual que si a Pantani le montabas un Tour de Francia con solo etapas de montaña. Illarra, el chico que se parecía a Xabi, pero que en realidad no y al final resulta que sí, contuvo cualquier amago de transición y dio salida cómoda hacia afuera, leyendo el partido y achicando como si Alonso resultara su segundo apellido y Ancelotti acabara de presentarle a su madre.
6.- Si el partido llegó a comenzar, Cristiano se encargó de acabarlo. Ronaldo es la mejor noticia porque su partido contra el Bayern no fue ni malo ni bueno, simplemente no fue. El hombre quiso estar para ver si, como Aquiles, destruía al rival con su sola presencia, pero fue contra Osasuna cuando activó el fútbol y decidió en permanente asociación hasta que Ancelotti dio rienda suelta a los giros de guión con los cambios: Casemiro, Xabi y Carvajal para dar descanso y cierta actividad. Para, en definitiva, tener a todos implicados antes del partido de la temporada.
y 7.- Sergio Ramos significó la evolución del partido. Lleno de área, se dedicó a correr de punta a punta en busca del gol; en busca, al fin y al cabo, de tener cierta actividad que justificara aquella presencia insustancial suya para el partido cerquita de Varane y Diego López. El Madrid acabó marcando cuatro goles y Osasuna con dos lesionados y algún tocado que uno podría interpretar que fue por un mal calentamiento. El partido siguió el curso hasta que Cristiano, en una imagen franca de telediario, se posó a la entrada del túnel de vestuario y escribió el punto final a su novela: “El sábado fue música clásica; ahora, en alemán y martes, el rock&roll”.
* Fran Alameda es periodista.
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