La táctica en el fútbol evoluciona de manera constante amoldándose en parte a la moda imperante y, sobre todo, a las características de los jugadores, que cada vez tienen una mayor capacidad física y técnica.
Una variación muy significativa del fútbol moderno es la desaparición del mediapunta clásico. Desde hace unos años, y de forma progresiva, los esquemas han ido variando. Hay una tendencia a abrir el campo en la línea ofensiva y poblar la zona media con jugadores muy completos; con buen manejo de balón, pero también trabajo físico y rigor táctico.
A finales de los 80, las variantes del esquema 4-2-3-1 se pusieron de moda, en gran medida con la influencia de la figura de Diego Armando Maradona y la Argentina del 86. Casi todos los equipos jugaban con un hombre que era la referencia, el centro de todo. El resto de los jugadores estaban al servicio y merced de ese hombre: el trequartista, que dicen en Italia. El 10. Grandes jugadores como el mencionado Maradona, Baggio, Francescoli, Laudrup, Hagi, Cantona, Zidane, Rivaldo y un largo etcétera destacaron a finales de los 80 y durante la década de los 90.
El perfil de este futbolista es fácilmente reconocible: técnico, habilidoso, imaginativo, con gran visión de juego y un talento superior al resto. Pero también cierta tendencia a la anarquía, a la desobediencia o la irregularidad. Genios algunas veces con personalidades complicadas. Y todos con algo en común: poco rigor táctico defensivo y escaso gusto por meter la pierna. Este último aspecto es clave para su desaparición, según mi punto de vista. En un principio, los esquemas se ajustaron normalmente con un férreo doble pivote para dejar libre de tareas defensivas al crack del equipo. Sin embargo, a finales de los 90 el fútbol se va volviendo cada vez más físico y los esquemas cambian. Pocos equipos punteros dejan libertad total a un solo hombre. La figura del jugador entre líneas y con poca presencia a la hora de defender o presionar, poco a poco va desapareciendo. Se les exige más defensiva, táctica y físicamente. O se les acuesta en banda.
Así vemos como Rivaldo en el Barcelona de finales de los 90 y principios de siglo tiende a jugar más adelantado y a lograr cifras goleadoras muy altas, casi como delantero centro o tirado a una banda. En 1998 fue Balón de Oro, campeón de Liga y Copa y subcampeón mundial. Lo mismo le sucede a Zinedine Zidane en el Real Madrid: juega acostado a la banda izquierda en un esquema asimétrico, con libertad para irse hacia dentro y dejar sitio a las subidas de Roberto Carlos. campeón del Mundo, de Europa, de la Champions y tres Ligas. Y, sobre todo, en el recuerdo por su fútbol elegante y vistoso.
Otro ejemplo un poco más tardío y que encaja perfectamente con esta idea es el Ronaldinho del Barcelona. El pico de rendimiento de este jugador no fue como 10, sino como extremo izquierdo siempre tirando diagonales hacia dentro, posición en la que lo acomodó Rijkaard tras la llegada de Edgar Davids. No es necesario hacer muchos comentarios sobre los años del brasileño en el Camp Nou. Uno de los mejores espectáculos recientes en la Liga.
Más casos. Riquelme deslumbró en el Villarreal abonado a la banda izquierda, con una temporada, la 2004/2005, con 15 goles y 17 asistencias; y llevando a su equipo a semifinales de Champions (si hubiese metido aquel penalti contra el Arsenal en el minuto 89, a la final). Guti, genio, talento infinito que siempre tuvo problemas para adaptarse a cambiar su rol como centrocampista y para adaptarse en general. Para mi gusto su mejor fútbol fue la temporada 2000/2001 en la que jugó de delantero centro y logró 14 goles en 32 partidos de Liga. En todo caso, un gran jugador que podía haber sido mucho más grande sobre todo con España.
Otro fenómeno con mala cabeza es Robinho. Al final de su última temporada en Madrid, cuando Capello le empezó a dar bola de verdad, dio muestras de lo que podría haber sido si no se hubiese ido al City. Fue clave en la remontada para lograr el título jugando como extremo izquierdo.
Kaká fue Balón de Oro y mejor futbolista del mundo en 2007 partiendo también desde el costado, bien escudado por otros dos fenomenales trequartistas convertidos en mediocentros: Seedorf y Andrea Pirlo. O Francesco Totti, al que Capello comenzó a poner de segundo delantero en 2000, convirtiendo a Il Capitano en uno de los mejores goleadores de la historia del Calcio superando incluso al gran Baggio.
Llegamos así, y seguramente dejándome muchos jugadores en el tintero, a finales de la década de los 2000. Al centrocampista ofensivo se le exige más, mucho más. Ya no vale que meta unos pocos goles y dé unas cuantas asistencias. Tiene que participar en todos los aspectos del juego. Los jugadores que encajarían en el perfil del 10 clásico se han tenido que adaptar según sus características; bien a centrocampista, a extremo a pierna cambiada o a segundo delantero. En España tenemos muchísimos jugadores muy técnicos que tienen que asumir un rol más comprometido tácticamente o caer a banda y ser más resolutivos (o acostumbrarse al banquillo). La lista sería larga: Iniesta, Silva, Mata, Cazorla, Borja Valero, Granero, Muniain, Thiago, Parejo, Canales, Lafita, Isco, Michu, etc. Ídem para jugadores extranjeros como pueden ser Ribéry, Özil, Sneijder, Modric, Arda Turan, Sahin…
Cada uno con sus características y con mayor o menor éxito, ha sabido o debido adaptarse a las exigencias del fútbol moderno. El 10 ha ido muriendo o, mejor dicho, evolucionando hacia una mayor participación en defensa y en ataque. Ya no vemos jugadores deambulando por tierra de nadie esperando a que les caiga el balón para activarse. Ahora se buscan sus propias jugadas, partiendo desde diferentes posiciones y realizando un trabajo de desgaste continuo, con o sin balón. La presión de Iniesta o el trabajo defensivo de Özil son dos ejemplos claros. Además ambos jugadores pueden rendir más adelantados y pegados en banda.
Aquí tengo que hacer una mención a Valerón, genial, irregular y uno de los pocos que ha mantenido la esencia del trequartista clásico. Nunca ha rendido pegado a banda o más retrasado. Ha tenido una carrera de mérito y es un ídolo en A Coruña. Pero no ha sido nunca un jugador realmente determinante. No, al menos, acorde con su enorme talento.
Otro jugador con talento y que nunca superó la evolución es Diego Ribas. De joven en el Santos prometía más de lo que al final es actualmente. No es un mal jugador; pero se ahoga físicamente en el centro del campo y se desdibuja en la banda. Alcanzó buen rendimiento en el Werder donde jugaba con libertad absoluta bien protegido por el mito de Bremen, Thomas Schaaf. Fue el mejor jugador de la Bundesliga en 2006.
La siguiente evolución la están marcando Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Su duelo no sólo está batiendo todos los récords, sino cambiando la táctica de forma drástica. Ya lo ha hecho en el Barcelona, eliminando la posición de delantero centro para construir el equipo según le vaya mejor al astro argentino. Y en el Real Madrid es fácil ver como Benzema o Higuaín buscan caer a bandas y dejar hueco para las llegadas mortales de Ronaldo. Estos dos todo campistas, jugadores que encuentran su dimensión en cualquier parte del campo y llegan al área como cuchillos, están cambiando el fútbol.
No olvidemos además a Rooney, jugador excepcional, altamente infravalorado por muchos, que hace de todo y lo hace muy bien. Es un futbolista que tiene una influencia total en el juego. Está un escalón por debajo de Messi y Ronaldo, pero para mí es el tercero en discordia ahora mismo.
El crack que viene es Neymar. Está capacitado para cumplir este rol. Tiene talento para driblar, para pasar, para asociarse y mucho, muchísimo gol. Su influencia en el juego ofensivo es total. En 2012 lleva 27 goles en 24 partidos a sus 20 años. Quedan muchas dudas en Europa sobre su físico y sobre todo sobre su cabeza. Pero este chico puede llegar aquí y provocar un terremoto.
El fútbol no se queda quieto, gracias a los dioses del balón.
* Miguel Ángel Mera. En Twitter: @Mike_Mera
– Fotos: EFE – Agence FEP – Franco la Rocca
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