Por tercera temporada consecutiva la puerta de la Champions se cierra al Tottenham en la última recta de la campaña. Primero el City, luego la insensata regla que trepó al Chelsea pese a no quedar entre los cuatro primeros y ahora han sido ellos mismos los responsables de volver a tener que jugar los jueves en Europa.
La maña y la experiencia de Arsenal y Chelsea, el mal rendimiento de algunas de sus piezas clave y hasta un tanto de mala planificación deportiva le están pasando factura a un conjunto que desperdició una limpia ventaja en el tercer puesto de la tabla.
A final de cuentas ni título de Europa League ni una Champions cada domingo más imposible y que acabará por colocar los ojos de sus estrellas más allá de White Hart Lane.
Los últimos dos meses han significado un vuelco de un conjunto veloz, de rápidas transiciones y omnipresente a uno espeso, vulnerable y cansado por la estrechez de la plantilla en algunos sectores y la acumulación de partidos.
Sus principales debilidades recaen en los dos extremos de la cancha. Pese a tener cuatro centrales competentes como Vertonghen, Dawson, Caulker y Gallas, Villas-Boas no ha podido encontrar apenas una pareja a la altura de las aspiraciones del conjunto. Situación similar encontramos en el frente del ataque, donde Jermaine Defoe, cuando las lesiones lo han permitido, ha sido la única pieza realmente útil. Enmanuel Adebayor ni se merece ser tomado en cuenta en este análisis.
Gareth Bale y Aaron Lennon marcan el estilo de juego del equipo, pero no existe ningún otro jugador en la plantilla con las mismas características. Cuando los titulares se lesionan o necesitan descanso el equipo se ahoga en la inoperancia de los mediocampistas ofensivos de corte central.
En invierno se fichó a otro jugador de estas características, Lewis Holtby, pero se ignoró la necesidad de un extremo. Los errores en los despachos pasan hasta por ceder a Andros Townsend al Queens Park Rangers. Justo quien podía aportar la tan socorrida velocidad por la banda.
La lesión de Sandro y la tortuosa recuperación de Huddlestone dejó a Parker y Dembélé como la solitaria alternativa funcional en el centro del campo, y aunque en los últimos partidos el rendimiento de ambos haya mermado considerablemente, es comprensible que cuatro piernas no puedan cargar con la responsabilidad de toda una campaña.
La seguidilla de jugar los jueves en la Europa League acabó por mermar el rendimiento en la liga y más doloroso aún resulta que la aventura continental concluyera antes de lo deseado, pero lo que mal va, bien no puede acabar.
El equipo sintió la marcha de Modrić y Van der Vaart, sobre todo este último, y aunque el trabajo de Villas-Boas en su primera temporada es realmente positivo, muchas transformaciones deben ocurrir en el verano para no volver a vivir la misma amarga experiencia por cuarto año consecutivo.
Final feliz o fatal. Lo sabremos en pocas semanas. Lo imperdonable sería que en las temporadas siguientes los jugadores y el cuerpo técnico demuestren no haber aprendido de los errores cometidos en esta. Y creámoslo: ¡tienen mucho que aprender!
* Alejandro Pérez.
– Foto: Reuters
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