Diego Pablo Simeone se pone manos a la obra ante la que será su segunda pretemporada al frente del Atlético de Madrid. De la mano de su ayudante y amigo Germán Burgos y del profesor Ortega trazará el plan para que el equipo afronte en perfectas condiciones el inicio de la liga y llegue con garantías físicas al final de la misma.
Tras las quejas públicas del preparador argentino, desde la directiva se han puesto manos a la obra en el tema de fichajes. Con Léo Baptistao ya presentado y David Villa recién fichado, el técnico pide más. Demichelis ha firmado por una temporada como central experimentado. Queda por aterrizar un centrocampista creativo. Precisamente el bajo coste de la llegada del máximo goleador de la historia de la selección española favorece la posible contratación de un creador de juego. El nombre de Diego Ribas es tema candente en la actualidad del club. Pese a ser petición expresa del entrenador, su llegada se antoja difícil.
Desde la llegada del Cholo, el Atlético de Madrid ha jugado casi siempre con un 4-4-2. En esa formación, dos laterales ofensivos que se cubren en función de la jugada. Nunca se verá al Atlético de Simeone tapándose con la manta hasta la cabeza y destapándose los pies. La subida de Filipe Luis o de Juanfran obliga a su análogo a disponerse en versión defensiva. Siempre acompañado por los dos centrales (Miranda y Godín) y un centrocampista (que puede ser Mario Suárez).
Con esto, el conjunto rojiblanco gana presencia ofensiva. Un lateral, los dos más creativos del equipo –la temporada pasada eran Arda Turan y Koke-, los dos delanteros y Gabi, que acomete, en menor medida, la función de todocampista. El capitán del Atlético se convierte en la presencia del entrenador en el verde. La presión a la que intenta hacer referencia siempre Simeone la empieza ejecutando el ‘14’, y a su compás le acompaña el resto.
Esa presencia ofensiva tiene su máxima expresión en las combinaciones habituales entre Filipe Luis –o Juanfran–, Arda Turan, Koke, Gabi y Diego Costa. El movimiento de todos ellos permite al delantero centro crearse un sitio dentro del área. Con el turco pudiendo aparecer tanto en banda como en el juego interior, Diego Costa retrocediendo unos metros para explotar su velocidad o para generar espacios, con Koke ayudando en la triangulación y el lateral llegando hasta línea de fondo favorecido por todos los movimientos anteriores.
Pero en este esquema de juego también se defiende. Al perder el esférico, algo ha caracterizado al equipo menos goleado la pasada temporada, y es su basculación. Mientras Gabi inicia esa presión, el resto retrocede, dejando a un punta –que solía ser Falcao– como hombre más adelantado. Mario Suárez se incrusta entre los centrales, unos metros por delante, o ayuda a tapar el hueco que los laterales tan ofensivos del equipo dejan en defensa. Tanto Koke, en su banda, como Arda Turan, en la propia, bajan su línea para evitar el dos contra uno junto a la línea de banda. El otro delantero –el año pasado era Diego Costa– ayuda en la primera presión a Gabi.
Esta formación de 4-4-2 podría estar formada por Courtois, Filipe Luis, Miranda, Godín, Juanfran, Gabi, Mario Suárez, Arda Turan, Koke/Fichaje, David Villa y Diego Costa. Pero puede sufrir variantes durante un determinado momento del partido o según el rival que haya en frente.
Esta variación puede transformar el 4-4-2 en un 4-2-3-1. Así, el equipo quedaría con un solo punta, pero abriría un abanico más potente en cuanto al ataque. Funcionaría más frente a equipos de un nivel inferior y sería el esquema perfecto para la coexistencia de Óliver Torres con Arda Turan y otro centrocampista creativo. Fue el sistema utilizado por Simeone durante parte de la temporada 2010/11, con Diego Ribas por detrás de Falcao, escoltado por Arda y Adrián en las bandas.
Léo Baptistao, que en un principio sonaba como moneda de cambio en el plan Negredo, va ganando enteros en quedarse gracias a la contratación de David Villa, que tiene la difícil tarea de seguir con la saga de grandes delanteros de los que ha dispuesto el Atlético la última década (Torres, Agüero, Forlán, Falcao). La edad le puede pasar factura, pero tiene frente a él a un motivador nato como es Simeone, que seguramente pueda sacar lo mejor de su juego. Otra llegada, pero esta vez como final a una cesión, es la de Pizzi, por el que el Atlético pagó el invierno pasado 13 millones de euros, pero que no tiene asegurado un puesto en los planes de Simeone.
Con Demichelis firmado como un central de garantías que ayude a crecer a Giménez y esté capacitado para suplir posibles percances de Godín o Miranda, las miradas van fijas hacia Diego Ribas. Un fichaje que hace dos semanas resultaba prohibitivo porque era primordial la contratación de un ‘9’ pero que tras las cifras del fichaje de Villa parece más factible.
Independientemente de la llegada o no del brasileño, Koke podría retrasar su posición para acompañar a Gabi en el eje del centro del campo, favoreciendo la salida del balón desde atrás, algo en lo que el Atlético aún sigue verde. Tanto en un sistema de 4-4-2, que abriría una plaza en el flanco derecho de ataque –Baptistao, Óliver o algún fichaje–, como en otro de 4-2-3-1, donde quedaría vacante el puesto de mediapunta, ideal para el canterano extremeño.
Esta es la máquina del Cholo, que tiene la difícil misión de mejorar la temporada pasada. Con el reto de la clasificación para la Champions League en liga, la consecución de la Copa del Rey y hacer un buen papel en competición europea más importante. El equipo coge color. Cuando tenga todas sus piezas, esto ya será cosa de ponerse en manos de Simeone. Y no son unas manos cualquiera.
* Imanol Echegaray García.
– Foto: EFE
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal