Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Italia
Roma y Nápoles volvían a verse las caras tras las semifinales de la Coppa Italia de hace pocas semanas, ahora con la liga como telón de fondo y la segunda plaza como objetivo. Ese puesto pertenece a la Roma, que llegaba a San Paolo con seis puntos de ventaja sobre los de Benítez y con el partido ante el Parma todavía por jugarse. Era “una final”, como dijo el técnico español en la rueda de prensa previa.
Quizás por la importancia del partido, quizás porque no fue un buen día para los jugadores indicados para dar espectáculo, pero la final se convirtió en un partido difícil de comer. Rudi Garcia (4-2-1-3), sin poder contar con De Rossi por la sanción impuesta por su puñetazo a Icardi el pasado fin de semana, colocó al belga Nainggolan y a Strootman como mediocentros defensivos, con Pjanic por detrás del trío ofensivo muy ofensivo y muy rápido compuesto por Bastos, Gervinho y Florenzi. En defensa, como única novedad, Romagnoli (central) fue el lateral izquierdo. Benítez (4-2-3-1), sin poder contar con los brasileños Rafael y Jorginho, lesionados, podía alinear su once más habitual en las últimas fechas con Dzemaili e Inler como mediocentros.
La Roma, con más capacidad para mantener el balón, dominó más el esférico a lo largo del partido. El problema para los giallorossi fue que la delantera estaba pensada para atacar en juego directo y en velocidad, y tanto Albiol como, sobre todo, Federico Fernández estuvieron realmente acertados ante los intentos de Gervinho de combinar con Pjanic, quien lleva tiempo aquejado de dolores en la rodilla que le hacen no estar al 100 % sobre el campo, y eso lo termina sufriendo el equipo entero. La Roma sin Pjanic (ni Totti) y con Ljajic sin explotar apenas tiene imaginación en tres cuartos de campo.
Tampoco la tuvo el Nápoles ayer. Hamsík no quiso comparecer y con Dzemaili e Inler como mediocentros siempre ha tenido un déficit de creación. Además, Maggio estaba cubierto por Florenzi (que se cambió de banda con Bastos al poco de empezar para aguantar mejor al carrilero italiano). La única opción napolitana era aprovechar un descuido romanista y pillarles a la contra. Pero las pocas veces que ocurrió, De Sanctis, que visitaba de nuevo su antigua casa, aparecía para salvar a su nuevo escudo.
Cuando el partido parecía abocado al empate a cero, resultado justo por la falta de ambición romana y la incapacidad napolitana, apareció, como en las semifinales de Coppa, José Callejón. En un partido triste, jugado sin chispa ni gracia, con el freno de mano puesto, apareció un chico andaluz. El de Motril remató de cabeza un perfecto centro desde la banda izquierda de Ghoulam, bastante desconectado durante el partido, para sumar un nuevo gol en su cuenta personal esta temporada (15 entre todas las competiciones), levantar a San Paolo de sus asientos y facilitar a los realizadores de televisión el resumen del encuentro con ese momento de magia que posibilitó que el Nápoles pueda seguir luchando por la segunda plaza y evitar así la previa de Champions en agosto. De nuevo, José Callejón fue el mago del Derby del Sole.
* Rafael Medel.
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal