"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Por si no lo sabían, el Atlético de Madrid ha sido campeón de liga. ¡El Atleti! Para que luego digan que la liga española es aburrida (liga de mierda, les gusta decir a algunos). Ha sido el mejor equipo sin discusión. El más entregado, el más solidario, el que más ha luchado y, sobre todo, el que mejor ha jugado. Simeone no ha parado de destacar la fe y el trabajo en frases que parecían sacadas de esos libros de autoayuda que llenan las estanterías de las librerías de aeropuerto, pero lo cierto es que la fe no vale para nada si no tienes el talento suficiente para transformarla y el trabajo se puede hacer bien o mal. Y este Atleti lo ha hecho de manera excelente. No hay duda: el mejor equipo ha ganado.
Donde sí hay más claroscuros es en la trascendencia de este triunfo. ¿Estamos ante un cambio de tendencia? ¿Ha llegado el fin del duopolio futbolístico español? Una liga del Atlético puede ser una anécdota entre tanto título del F. C. Barcelona y el Real Madrid, pero varias seguro que no. Lo que sí parece es que, lejos de provocar un cambio de tendencia, lo que ha hecho el Atlético de Madrid, ya desde la temporada pasada, ha sido sumarse a la dominante. Los rojiblancos han subido varios escalones y se han colocado a la altura de los dominadores de la liga. Su registro de puntos esta temporada (90) así lo demuestra.
Emulando a Thomas Piketty, diríamos que en el fútbol español es necesario aplicar medidas redistributivas que ayuden a paliar la enorme desigualdad existente entre Real Madrid y F. C. Barcelona y el resto de equipos. Cuatro de las cinco ligas más desiguales de la historia de la liga, que comenzó a disputarse en 1929, se han disputado en el último lustro. No parece casualidad que esa situación haya llegado después que de esos dos equipos firmaran en el 2006 sus multimillonarios contratos de televisión con Mediapro. Eso les permitió multiplicar un dominio económico que ya ejercían en España y en Europa.
Es cierto que la desigualdad es la nota dominante en el fútbol europeo, pero también lo es que la española es una liga con una cierta peculiaridad, una peculiaridad escocesa: el dominio es compartido, casi a partes iguales, por dos equipos. Desde la temporada 1985 (la temporada no está escogida al azar: la de 1984-195 fue la primera liga disputada tras la fundación de la LFP), Real Madrid y F. C. Barcelona han ganado veinticinco de las treinta ligas disputadas: trece los azulgrana y doce los blancos. En ese mismo espacio de tiempo, en Inglaterra domina el Manchester United con trece y segundo es el Arsenal con cinco. En Alemania, el Bayern Múnich ha ganado diecisiete y el Borussia Dortmund, cinco. En Francia, el más laureado es el Olympique de Lyon con siete. Y en Italia, Juventus (nueve), Milán (ocho) e Inter (seis) son los que mandan.
En España, salvo el período que va de 1996 a 2004, que vio cinco campeones diferentes, el resto de las tres últimas décadas ha sido de dominio de los dos grandes. En esos ocho años ganaron la liga el Atleti (1996), el Barça (1998, 1999), el Real Madrid (1997, 2001, 2003), el Deportivo (2000) y el Valencia (2002 y 2004). Al contrario de lo que solemos decir, la anomalía la representa ese período y no la última década, en la que hemos vivido un dominio aplastante de Barça y Madrid. No hay que remontarse muy atrás para ver algo parecido: a las cinco ligas seguidas de la Quinta del Buitre (1986, 1987, 1988, 1989 y 1990) le sucedieron las cuatro del Dream Team (1991, 1992, 1993 y 1994). Y de remate, la liga del Madrid de Valdano. Es cierto que las diferencias de puntos entre los equipos de cabeza y el resto eran menores que las de ahora, pero al final los vencedores eran los que eran.
La creciente desigualdad puede tener varias explicaciones. Tanto el F. C. Barcelona como –espcecialmente– el Real Madrid estaban ya hace tres décadas en una posición de privilegio con respecto a los demás clubes, principalmente por motivos históricos que le permitían disfutar de cierto prestigio. Esa posición de fuerza ha ido reforzándose con el paso de los años gracias a la democratización del país. En el fútbol moderno, ese que todos odiamos solo los lunes y los viernes, cada vez tiene menos importancia el factor campo. Con el paso de los años, jugar en casa o fuera influye cada vez menos. O lo que es lo mismo: tener a Cristiano Ronaldo y a Messi en tu equipo es más determinante ahora que hace treinta años debido a que las condiciones fuera de casa son más parecidas a las que encuentran jugando como locales. Además, el caso Bosman, cuyas consecuencias comenzaron a verse en 1996, permitió la entrada una cantidad de talento extranjero desconocida hasta el momento. Los primeros años tras la sentencia coincidieron con la época del dominio más repartido en la liga española (¿recuerdan cuántos españoles había en el once del Depor campeón?), pero, poco a poco, Madrid y Barcelona han ido acumulando más talento gracias a su potencial económico, que al final es la clave de su dominio.
La solución seguramente pase por un reparto más equitativo del dinero que proporcionan los derechos de televisión –como en el caso de la Premier League, por ejemplo–, pero no acabaría con esa desigualdad: ambos equipos seguirían ingresando bastante más por otros cauces. Y es muy difícil que eso deje de ser así. Quizá lo que haga falta sean más Courtois, Kokes y Simeones. Pero de momento, la liga sigue siendo escocesa. Veremos en unos años.
* Darío Ojeda.
– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)
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