Los tópicos son hijos del miedo y la pereza. Para defenderse bien, amontonar defensas. Para atacar mucho, muchos atacantes. Para tener equilibrio, uno de cada perfil. Y así. Hasta que llega alguien que no tiene miedo. O que lo tiene, pero lo guarda bajo el colchón cada vez que sale a competir y se pregunta en voz queda el porqué de los tópicos y la sinrazón de las aguas estancadas. De esa falta de miedo (transitoria falta de miedo, si se quiere) nacen mediocentros de posición imberbes, interiores bajitos, defensa de 3, laterales que juegan de extremo o delanteros que fijan tres contrarios de una tacada.
Con valentía no basta. El empedrado está lleno de magureguis disfrazados y los cementerios, repletos de valientes atolondrados. Hace falta sumar inteligencia. O sea, tener muy claras cuáles son las batallas a librar. Y añadirle el factor diferencial: tener a los futbolistas adecuados. A los mejores, sí, pero sobre todo a los adecuados al modelo de juego que se quiere practicar. La historia del fútbol contiene innumerables ejemplos de plantillas excepcionales que jamás llegaron a ninguna orilla. En muchos casos porque no eran los jugadores adecuados, aunque fuesen muy buenos.
La fortuna del Pep Team es reunir en una misma mano valentía, inteligencia y excepcionales futbolistas adecuados. Pero incluso así, a veces no le alcanza como mostraron Espanyol y casi Betis hace pocos días y como certifica de momento la clasificación liguera, con importante ventaja madridista. La razón reside en que el fútbol no admite recetas mágicas e inviolables, sino que posee un alto componente de azar e incertidumbre. Y de ambición. Para cualquier deportista es complicado mantenerse en lo alto de la cumbre sin desfallecer, sin sentir que los días pequeños pesan más que los grandes, sin exigir un instante de respiro en la enloquecida carrera por permanecer en la cima.
Pienso que todo lo anterior explica la realidad actual del Barça: la valentía e inteligencia de su entrenador, que no ceja en el empeño de mejorar, corregir, adaptar y evolucionar, en pos de actualizaciones del modelo; la calidad de sus futbolistas y, especialmente, su adecuación al estilo de juego elegido; y también la complejidad de administrar la energía mental en la alta competición cuando cada tres días afrontas otra batalla en la que el rival espera ser el ungido para destronarte. De ahí que se alternen noches memorables con tardes espesas; actuaciones que te dejan estupefacto con momentos de desconcierto. El Pep Team vive su cuarto año de larga marcha a través de un camino repleto de incertidumbres y asaltantes, salvando ratoneras y abriendo escotillas, deconstruyéndose a diario para reconstruirse en una mejor versión. Potenciando fortalezas; minimizando debilidades que, como todos, también las tiene.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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