El Bayern se impuso al Stuttgart por 3-2 en la final de la DFB Pökal en el majestuoso Olympiastadion de Berlín demostrando su inercia ganadora, pero economizando esfuerzos, sufriendo al principio y al final del partido, lo que no desmerece un título que pone el colofón a una temporada histórica del conjunto bávaro.
El partido fue rico en alternativas. Bruno Labbadia, delantero del Bayern a comienzos de la década de los noventa y actual técnico del Stuttgart, decidió imitar el planteamiento de Jürgen Klöpp en la final de la Champions y se fue a buscar al Bayern desde el inicio, con Harnik, Maxim e Ibrahima Traoré por detrás de Ibisevic apretando la salida desde atrás de su rival. El Stuttgart es uno de esos equipos que hay en el fútbol alemán que por nombres debería competir mucho más de lo que lo hace en todos los torneos que disputa, y ayer ofreció una versión más acorde a su plantilla.
Jupp Heynckes ordenó a su equipo neutralizar la presión del Stuttgart buscando los costados y por ahí comenzó el Bayern a conquistar el partido. Una internada de Lahm, siempre Lahm, concluyó con un derribo de Ibrahima Traoré en el que el árbitro pudo pitar el derribo o la mano final de Traoré. Pitó penalti. Thomas Müller puso el uno a cero en el marcador, con el que se llegaría al descanso.
En el segundo acto el Bayern salió en modo rodillo explotando su potencial por las bandas y aprovechando la defensa en línea y adelantada del Stuttgart. De nuevo Lahm, en esta ocasión doblando a Robben, apareció para servir en bandeja el segundo tanto de su equipo a Mario Gómez, titular ayer.
Minutos después Schweinsteiger envió un pase hacia Müller de los que baten líneas enemigas, contando con la permisibilidad de Gentner y Boma, los mediocentros del Stuttgart. Müller, en posición dudosa, ganó la espalda de Molinaro y de nuevo encontró a Gómez, que antes de dejar el partido en sustitución de Mandzukic dejó firmada su tarjeta de visita demostrando una vez más su voracidad goleadora, salga de inicio, entre de refresco, juegue noventa minutos o juegue diez.
Al Stuttgart no le quedaba más remedio que morir arriba. Aprovechó cierta confianza del Bayern motivada por la ventaja de tres goles en el marcador y consiguió meterse en el encuentro. Sakai entró por Molinaro y Okazaki y Cacau revitalizaron la línea de tres cuartos entrando en sustitución Maxim y Traoré.
Entonces llegó el momento de Martin Harnik, que es un llegador bárbaro. Con un remate de cabeza sideral acortó distancias y en el tramo final peleó su propio rechazo a la salida de un córner para marcar el segundo y ajustar el marcador. Para entonces el Bayern andaba justo de gasolina e incluso el Stuttgart tuvo el empate a tres en el último suspiro por medio de Okazaki, que intentó rematar un balón que probablemente iba dentro. Ni la entrada de Tymoschuk por Robben ni el cambio final de Shaqiri por Ribéry para perder tiempo evitaron que su equipo terminase sufriendo.
El sufrimiento no evitó el triunfo de un Bayern que despide una temporada para el recuerdo de la mano de Jupp Heynckes, un técnico que va agotando los halagos a la misma velocidad que se posiciona en el lugar más alto en el que se pueda considerar a un técnico.
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: Kay Nietfeld (dpa)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal