"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
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El Real Madrid planteó el partido contra el FC Barcelona de una manera sorprendente, en contra de lo que Rafa Benítez había dispuesto ante rivales de tronío hasta el momento. Sin Casemiro, el Madrid diseñó un 4-4-2 con James y Cristiano Ronaldo en los costados, dejando arriba a Bale y Benzema. Solo con dos centrocampistas puros y ambos en una posición y en un esquema que no les beneficia especialmente. Kroos rinde mejor si se puede descolgar, Modric es más efectivo como interior en un mediocampo de tres.
El riesgo a la espalda de los mediocentros del Madrid era tremendo, y el Barcelona supo interpretar eso de maravilla. Luis Enrique dejó a Messi de inicio en el banquillo, apostó por Sergi Roberto por delante de Dani Alves y el canterano azulgrana fue una ayuda inestimable en defensa para lateral brasileño. Con balón, Alves podía echar de menos a Messi, pero sin él la ayuda de Sergi Roberto ante James fue agua bendita. Cada transición del Barça se convirtió en un drama para el Madrid. James y Cristiano buscaban el medio a menudo para intentar participar más, por lo que el esfuerzo defensivo tras la pérdida para llegar a tapar los costados era inasumible.
El conjunto blanco se colcoó mal en el terreno de juego, estuvo mal escalonado y con muchos problemas a la hora de replegar. El Barcelona progresó sin oposición una y otra vez. Luis Suárez marcó el primero tras un gran pase de Sergi Roberto y una definición majestuosa; Neymar, el segundo en otra acción en la que el Madrid se partió en dos de nuevo y quedó en inferioridad defensiva manifiesta. Siempre había cuatro centrocampistas del Barça contra dos del Madrid, en cualquier zona del campo era así.
Tras el descanso el escenario parecía cambiar, al menos de inicio, pero sólo fue un espejismo. El Madrid tiró de orgullo y con disparos desde fuera del área obligó a Bravo a actuar en un par de ocasiones. Mientras el Barça era una sinfonía, el Madrid era un cúmulo de individualidades y además seguía evidenciando debilidad defensiva una y otra vez. El Barcelona ni siquiera notó el cambio que supuso la retirada de Mascherano y la entrada de Mathieu en su lugar en el centro de la defensa.
Entre Kroos y Modric y Varane y Ramos había un océano, y en dicha extensión fondeaban a placer los centrocampistas del Barcelona, con mención especial para Rakitic e Iniesta, que gracias al guadaespaldas Busquets se desenganchaban mucho y bien en ataque. Así llegó el tercer gol, obra de Iniesta, en una jugada en la que tiró una pared con Neymar y sin oposición alguna por parte de los centrocampistas del Madrid avanzó metros, primero sin balón y luego con él, para culminar con un gran disparo.
Benítez dio entrada a Isco por James, pero eso no supuso ningún cambio estructural ni compensó la superioridad posicional azulgrana a lo largo y ancho de todo el 105 x 68. El Barça siguió jugando a placer. Luis Suárez hizo el cuarto, ya con Messi sobre la hierba, y acercó el marcador a un resultado histórico.
Sin Marcelo, que se retiró lesionado, el Madrid perdió el último vestigio de improvisación que le quedaba en ataque y los últimos veinticinco minutos fueron un calvario constante. El Barça buscaba más goles y el Madrid penaba por la hierba intentando no encajar más.
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: Reuters
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