1.- No hay campo más indicado que El Sadar para cortar de raíz las rachas más positivas. El Barcelona jugó en Pamplona cuando podía batir el récord de mejor arranque de temporada y se fue con un punto. El Real Madrid había encontrado un ritmo, un estilo, una idea de juego bien llevada a la práctica y de repente llega Osasuna y le coge sus apuntes, se los tira a la basura y le hace tener que jugar improvisando, sobre la marcha. El escenario (la inferioridad numérica) ya lo conocía y ni tan siquiera se inmutó cuando goleó al Galatasaray en el Bernabéu. Pero Navarra quema. y mucho.
2.- Rara es la vez que Barça o Madrid visitan a Osasuna y vencen con sencillez. Lo habitual es que sufran y que si se llevan los tres puntos, los acaben considerando de oro por el enorme esfuerzo empleado en su obtención. El nombre de los jugadores rojillos suele cambiar cada temporada, también puede variar el entrenador, pero la fortaleza de El Sadar es intrínseco al que viste de rojo. Suelen plantear complicadas situaciones a los grandes, ponerse por delante en el marcador es recurrente y no regalan ni un instante esa ventaja. Si Osasuna jugase con casi la misma intensidad el resto de partidos en casa, dudo que sufriesen para salvarse.
3.- La carga motivadora que tiene un gol es prácticamente inexplicable. Hay goles que mueven montañas, goles que levantan un espíritu hundido o descarrilan al prominente. Un tanto convierte una cuesta abajo en lo más bajo de la falda de una montaña a escalar, y viceversa. Esas sensaciones se acentúan cuando el gol aparece en un momento inusitado, espontáneo y casi puntual. El centro con el exterior de Marc Bertrán rompió mucho más que una línea defensiva. Desubicó a un equipo convencido de su estilo y convincente con su juego. Ese gol de Oriol Riera resquebrajó un primer cuarto de hora magnífico del Real Madrid.
4.- Unos centímetros salvaron a Osasuna de caer en el mismo saco que cayeron los últimos cinco contrincantes del Real Madrid, sin contar el inciso infumable de Játiva. En esos cinco partidos, veinte goles marcó el Madrid gracias a un juego elegante a través de la posesión. Lo mismo empezó haciendo en el Sadar. Mucha participación de todos los jugadores creativos, alternancia de posiciones, profundidad. Factores todos ellos acabados tras el tanto de Riera.
5.- El Madrid jugó así porque Osasuna se lo permitió. Le dejó inclinar el campo hacia la meta de Andrés, tocar en la medular con libertad casi absoluta para los mediocampistas. El respeto que infundían los blancos era enorme y ese tupido velo lo corrió Osasuna cuando marcó sin casi buscarlo. Los de Javi Gracia dieron dos pasos adelante y donde antes Isco paseaba animosamente, empezaron a aparecer Silva y Lolo. El territorio previamente monopolizado por Xabi y Modric pasó a ser lugar de Roberto Torres y Riera. Y las bandas… las bandas siempre fueron de Cejudo y Armenteros.
6.- Con once todavía en el campo, el Madrid había perdido la fluidez del inicio, pero no cedió la posesión de la pelota, siempre suya hasta la salida, roja mediante, de Sergio Ramos. La diferencia con el primer cuarto de hora es que los mismos cuatro jugadores (Alonso, Modric, Isco y Cristiano) que habían encontrado huecos al principio, fueron los que seguían haciendo daño. Es decir, había dos atacantes cuya participación no fue determinante ni cuando empezó el partido ni a lo largo del mismo. Fueron Benzema y Bale.
7.- Al segundo de ellos, Ancelotti lo mandó al banquillo al poco de empezar la segunda parte. Si bien es cierto que su rendimiento estaba por debajo de lo desplegado en encuentros anteriores, Bale no deja de ser un futbolista capaz de romper un partido con acciones individuales fantástica sacadas de la nada. Benzema, en cambio, permaneció en el césped hasta el pitido final y no por ello su aportación fue creciente. Cuando el partido se fue complicando cada vez más, Ancelotti fue sacrificando otros cromos, primero Modric y luego Isco, pero Benzema siguió en el campo.
8.- La progresión de Osasuna sí fue de menos a muchísimo más. Primero consiguió frenar el ímpetu inicial merengue, fue soltando cuerda de sus propias ataduras a lo largo del primer tiempo hasta desmelenarse y dominar al Madrid durante casi todo el segundo acto. Lo que se salió del guión, pero que al final en la película rojilla quedó de maravilla, fue la expulsión de Sergio Ramos y el inmediato doblete de Riera. Si Isco no hubiese anotado el 2-1 antes del descanso y Ancelotti hubiese tomado la misma decisión de jugar con Xabi de central, se habría planteado una segunda parte plácida para Osasuna.
9.- Con Alonso atrás al lado de Pepe, el Real Madrid regaló los primeros veinte minutos de la reanudación a su rival navarro. La posición tan retrasada del tolosarra hacía pensar que volvería como pivote en el movimiento de ataque, pero el miedo a las peligrosas contras de Osasuna le frenaba, permanecía en la zaga y la fluidez desapareció del Real Madrid, para nunca más volver. Porque cuando Nacho recuperó la defensa a cuatro, el sacrificado fue Modric y Alonso se quedaba sin socio. Además, Isco sufrió un partido demasiado físico para sus características técnicas, aunque fuera uno de los más destacados de su equipo.
10.- Aunque Di María juegue mucho de interior, no es su lugar. El Fideo volvió a activar su modo centrador automático, como sucedía a menudo el curso pasado en partidos complicados. Si el argentino no tenía un pase sencillo, colgaba el balón al área, a ver qué pasaba. Y lo que pasaba es que Cristiano no las cazaba y Benzema estaba desperezándose de su siesta, que la hora del partido era muy mala para eso. Entre unos y otros, Andrés Fernández era un espectador más de la gran segunda parte de Osasuna, genial con la posesión y muy peligroso ofensivamente, hasta la expulsión de Silva. El buen arquero murciano nada pudo hacer con el testarazo de Pepe.
y 11.- Pinchar en El Sadar entra dentro de las posibilidades más factibles dentro de esta liga, en la que para los grandes dejarse cualquier punto por el camino puede suponer despedirse del título. Los próximos duelos del Madrid nos dirán si ha sido un simple desliz en el idóneo desarrollo de las ideas de Ancelotti, o si este empate apurado empieza a crear una duda. Para Osasuna debe ser un punto de motivación para confiar en sí mismo en el resto de partidos que juegue como local.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Jesús Diges (EFE)
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