"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
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Retroceder para avanzar es la única forma de ganar a largo plazo. Nunca sabremos qué hubiese deparado poder abrir esa puerta, pero sí conocemos su presente. Un presente triunfador y con un horizonte exitoso. Un porvenir que comienza a asustar porque, después de sufrir un proceso de renovación en el banquillo y tras la marcha de un técnico tan influyente en su equipo como José Mourinho, el Real Madrid ha encontrado un estilo, una idea de juego. Un porqué. Y consigue ponerlo en práctica, lo más complicado del fútbol.
Carlo Ancelotti aterrizó en Madrid como aquel protagonista famoso de una película que llega al estreno bajo una gran cantidad de flashes. La expectación era máxima, más por el que se iba que por el que llegaba. José Mourinho había estado tres largos años en la capital, amamantando al Madrid de una idea y de una estabilidad añoradas desde tiempos de Del Bosque. Porque son muchos para siete años: Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Juande Ramos y Pellegrini. Viendo esta larga ristra de nombres, uno entiende que dicha etapa del Real Madrid no consistió en levantar trofeos. Tan solo las dos ligas encadenadas por Capello y Schuster, coincidiendo con el declive del Barcelona de Rijkaard y la panza de Ronaldinho, limpian un poco la vitrina de fracasos. Pero llegó la ansiada estabilidad.
Llegó y se fue, cuando parecía que ya se habían reconocido, como dos viejos amigos tras mucho tiempo sin verse. El desgaste mediático tuvo algo que ver, pero Mourinho se fue. Se fue llevándose consigo un buen pedazo de esa estabilidad, resquebrajando toda la estructura que había construido en sus tres años en Madrid. Ancelotti, ducho en experiencia, se propuso crear un nuevo modelo sin variar excesivamente el propósito de Mourinho. Quería cambiar de sistema, pero seguir conservando las mismas jerarquías. Quería que Modric se hiciese importante pero respetando el rol de Xabi Alonso. Quería un estilo basado en el dominio sin dejar de lado la verticalidad. No fue fácil el comienzo.
No se aclaró el italiano en pretemporada. Que si el 4-3-2-1 o el famoso sistema en pirámide, que si Cristiano Ronaldo como delantero, por el centro o en la banda… Entre la lesión de Xabi Alonso y la dificultad de adaptación de un equipo con un nuevo entrenador, el Madrid avanzó por inercia en los primeros meses. Perdió puntos en la liga en partidos que no dominaba. Por ende, su potencial defensivo se había rebajado hasta límites preocupantes: ni rastro de aquella defensa ganadora de Mourinho. Varane, sin rodilla hasta Navidad, no podía aportar nada. Para resolver tantos misterios Ancelotti tuvo que esperar casi hasta noviembre, fecha clave de los analistas para empezar a poder desgranar a este nuevo Real Madrid. La mejoría llegó por dos vertientes.
Volvió Xabi al Bernabéu, que es igual a que vuelva el fútbol. El aficionado merengue no tardó en saborearlo y Ancelotti cimentó su proyecto en el tolosarra. Al igual que hiciese Mourinho, extrapoló su figura de entrenador sobre el campo en Xabi. Todo fue a mejor y el Madrid comenzó a encontrarse con ciertas sensaciones positivas.
El segundo motivo por el cual el Madrid de Ancelotti mejoró fue por el cambio de sistema. Propiciado por la inoportuna lesión de Khedira (seis meses), el italiano se quedó sin interiores y decidió volver al esquema de Mourinho, al 4-2-3-1 de correr y volar. Illarramendi no era válido para un contexto diferente al doble pivote y, con el alemán lesionado, tan solo quedaba Luka Modric como interior al uso. Ancelotti no tuvo otra opción que recomponer al equipo con un sistema adherido a su ADN: 4-2-3-1. Pero la irrupción de Jesé, la necesidad de encontrar un hueco en el once a Di María o la poca fortaleza defensiva que Isco otorgaba revertieron la situación.
El sistema con Di María y Modric era sostenible y los tres de arriba quedaban exentos de las funciones defensivas. Comenzó el Madrid a ganar, sin encajar goles y con facilidad de hacerlos. El italiano había acabado dando con la tecla. Esto hace que, casi entrado el mes de marzo, el Real Madrid sea el favorito para la liga, esté en la final de Copa del Rey y encare la Champions con la ilusión de un niño pequeño por conocer lo desconocido.
Pese al buen momento del Real Madrid, se presentan varios interrogantes. Su posición de mediapunta ha dejado a Isco fuera del sistema. Mientras Ancelotti le busca hueco en el equipo, él se dedica a marcar y a maravillar en los quince minutos que juega al final del partido. En este once de interiores, el italiano duda entre dos opciones. El famoso falso nueve o retroceder su posición al centro del campo. “A lo mejor hago lo mismo que hice con Clarence Seedorf en el Milan, bajarle al medio campo. Funcionó”. Otra de las incógnitas está en el centro de la zaga. Ahora que Varane va recuperando soltura, que Pepe recuerda al mejor central de la etapa de Pellegrini y que Sergio Ramos se ha desquitado de todos sus males, se acerca el tramo decisivo. La continuidad es lo más apropiado y en ese sentido el español y el portugués parten con ventaja, pero el final de la temporada pasada de Varane aún está presente en la retina de los madridistas.
* Carlos Jiménez Barragán es periodista.
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