1.- Imaginemos por un instante, solo por un breve momento, que la Copa del Rey se disputase a partido único. Situémonos en el estadio La Murta de Xàtiva cerca de la medianoche de hoy. El estadio, escueto y remozado para la ocasión, acoge por primera vez en su historia un partido con un equipo de primera división, y no un cualquiera, el Real Madrid. Tras un esfuerzo encomiable de catorce jugadores vestidos de blanco, la afición celebra un simple empate. Porque son conscientes de que nada tienen que hacer en el Bernabéu. El partido de hoy es solo una fiesta, una diversión. Pero a partido único, podría haber sido una gesta.
2.- Sigamos dando rienda suelta al cerebro un poquito más. El Olímpic resiste noventa minutos al Madrid y llega 0-0 al final del partido. ¿Quién no preferiría una prórroga emocionante de un pequeño David, ansioso de proezas, contra un temeroso Goliat que se ve acorralado en treinta minutos de todo o nada, de clasificación sufrida o ridículo histórico? Quizás a estas horas, los chavales del Olímpic de Xàtiva estarían celebrando su pase a octavos; nunca sabremos cómo habría sido.
3.- Lo que tenemos claro es cómo fue en realidad, y esta realidad no varía demasiado con partidos de otros años anteriores. El equipo pequeño presiona, se desgasta físicamente hasta extenuarse, y el equipo grande se acuesta sobre su desidia hasta que en algún momento decide despertar y asestar el golpe que le dé tranquilidad. No suele haber cambios drásticos en estos guiones. Hay alcorconazos de vez en cuando, pero no deja de ser una aguja en un pajar.
4.- Los valencianos disfrutaban del partido y se dejaban la piel en el campo por quitarle la pelota a los que, probablemente, serán sus ídolos. Y muchas veces lo han conseguido porque los madridistas apenas conseguían retenerla. Esto puede ser por varios motivos. El primero, y el que será recurrente en los análisis pospartido será, el césped artificial. Es una superficie incómoda para un profesional, la pelota rueda más lenta, el bote le da velocidad, suelta caucho… Y el otro motivo es la falta preocupante de intensidad.
5.- Preocupante por los jugadores que la evidenciaron. Es hasta cierto punto entendible que Di María no estuviera intenso; en realidad, aunque ahora sea suplente, no tiene nada que demostrar al madridismo. Lo mismo se puede decir de Arbeloa (aunque en su caso ha hecho lo que suele hacer, que es defender muy bien). Pero resulta chocante que otros sin intensidad hayan sido Morata y Jesé. Ninguno ha estado cómodo en ningún momento, les ha faltado finura, no han conectado con los cambios de ritmo de Isco y sus participaciones eran más bien una piedra en el camino.
6.- Morata, por su posición de referencia ofensiva hasta la entrada de Benzema, ha participado más en el juego, que no mejor. Sus compañeros lo buscaban como desahogo en la salida de la pelota, como pivote con el que hacer una pared. Otra cosa es que saliera. Pero el partido de Jesé ha sido una incógnita absoluta. Empezó en la izquierda, donde se siente más a gusto. Ahí puede recortar y buscar el disparo. No lo ha intentado ni una vez. No se ofrecía y cuando recibía, no estaba afortunado. Puede que no motive jugar contra un equipo de Segunda B, pero no deja esta de ser una oportunidad más para ir ganando peso en el equipo, y su obligación es aprovecharla.
7.- No por ello hay que quitarle méritos al partido realizado por el Olímpic. Nunca es casualidad que un equipo mantenga su portería a cero durante ocho partidos consecutivos. Demuestra que el sistema defensivo está trabajado a conciencia, y ello define el éxito del proyecto llevado por Toni Aparicio. Los jugadores son generosos en el esfuerzo para cubrir al compañero y no permitir que se creen huecos en defensa. Contra el Madrid, su capacidad ofensiva se ve muy mermada, pero con los saques de banda de Vicente Mendoza tienen un gran arma.
8.- Para el que no parecía un amistoso es para Isco. Comenzó el encuentro algo apagado, contagiado por sus compañeros, pero pronto se activó y comenzó a dejar una estela de recursos técnicos soberbios. Recortes, sombreros, taconazos. Todos de una belleza estética enorme, pero todos hechos con sentido, es decir, era lo que pedía la acción. No tuvo el premio de meter un gol o dar una asistencia, pero sí fue el ganador moral del partido, como también puede ser Illarramendi, espléndido como siempre en todas sus funciones.
y 9.- Con los cambios, el Madrid mejoró, ganó chispa y profundidad a la vez que el Olímpic iba perdiendo combustible. No obstante, el empuje madridista tan solo generó tres ocasiones realmente claras. Marcelo fue una pieza más en el ataque que faltó en la primera parte y Benzema ayudó en la construcción del juego. Sin embargo, la entrada de Modric por Isco, aunque el croata tuvo buenos minutos, apagó la chispa que había encendido el malagueño. Por suerte para el grande, como por lo visto quieren las autoridades futbolísticas, el Madrid tendrá otra oportunidad en su casa para pasar a octavos de final.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: José Jordán (AFP)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal