Básicamente, uno de los factores más influyentes en la eliminación del Barça en semifinales de Champions ante el Chelsea fue la fatiga. No fue el único factor ni mucho menos, pero sí uno de los importantes. La mayor parte de las veces, la fatiga es mucho más mental que física aunque ambas sean amigas inseparables. El Barça de aquellos días venía de hacer un esfuerzo extraordinario para remontar una gran desventaja respecto del Real Madrid y se encontró con una montaña de problemas ante el Chelsea. Pocas veces se ha percibido una sensación tan grande de fatiga mental como en el segundo tiempo de aquella semifinal de vuelta. El Pep Team parecía enfrentarse a la montaña como Sísifo, cayendo una y otra vez desde la cima, y los rostros mostraban señales de agotamiento aunque las piernas siguieran funcionando. A menudo, la fatiga no se percibe en las piernas, dispuestas a moverse mientras el cerebro lo ordene, sino en el rostro, en los ojos, en las señales que desprende la cabeza: el cuerpo dice sí, pero la cabeza está diciendo no.
Con nuestra torpeza lingüística habitual afirmamos en esos casos que faltó frescura, como refiriéndonos al cuerpo, pero fue en la mente donde faltó dicha frescura. Lo hemos visto prácticamente en todas las finales que disputó el equipo de Guardiola: ganó todas aquellas a las que llegó con la mente liviana y refrescada. Ni las ausencias más llamativas fueron un inconveniente: la mente viajó alegre y jovial y el fútbol fluido surgió sin la dificultad prevista. Aunque la fatiga mental no tiene una única causa posible, la mayoría de las veces se produce por acumulación de batallas. Cuando eres el más grande y todos quieren derribar al gigante, cada partido es mucho más que un partido: es una batalla y llega un día en que estás harto de batallar y ese día, para colmo, coincide con un campo helado o irritante o con un rival poderoso y encerrado o con un competidor ácido que siempre se te atraganta. Y ahí te dejas mucho más que dos o tres puntos: te dejas un título y la moral, lo que incrementa la fatiga mental. La siguiente batalla aún será peor porque ya te sientes exhausto.
El Barça de Guardiola vivió episodios serios de fatiga mental. Los dos más conocidos son el famoso empacho de Clásicos de 2011 y la secuencia Chelsea-Madrid-Chelsea de la reciente primavera. Resultados al margen (positivos en el primer caso, negativos en el segundo) el equipo no logró gestionar con frescura la acumulación de batallas. Nada que ver con las finales que disputó semanas más tarde de cada uno de estos episodios: en ellas barrió como nunca, fruto de una frescura mental impresionante. Y todo esto viene muy a cuento hoy: el Barça puede llegar a disputar 60 partidos esta temporada (de nuevo), así que le esperan docenas de batallas consecutivas y Tito debe preparar a su gente para semejante reto: guardarlos, racionarlos, conservarlos, evitar que caigan en la fatiga mental. En la próxima rotación piensen en ello.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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