El Bayern de Múnich se proclamó campeón del mundo y lo hizo desplegando un juego brillante. Si bien la oposición fue bastante endeble, los dos partidos disputados en Marruecos mostraron que los principales conceptos de juego de Guardiola cada día están mejor asimilados. Tanto contra el Guanghzou como contra el Raja los jugadores mostraron una comprensión inédita del juego de posición impuesto por su entrenador en lo que llevamos de temporada. Sin embargo, también mantuvieron algunos defectos que sin duda Pep intentará pulir de cara a la etapa cumbre del año. Por otra parte, el Mundial de Clubes sirvió para constatar que el 4-2-3-1 ha pasado de ser un recurso puntual ante situaciones complejas a ser un firme candidato a convertirse en el dibujo ideal del equipo en el futuro más próximo. Las razones del cambio son muy interesantes. Aunque el sistema no ha terminado de asentarse, hay algunos conceptos que ya pueden ser analizados en profundidad.
Uno de los detalles más sorprendentes de la victoria del Bayern en el Signal Iduna Park fue que el Borussia Dortmund nunca presionó la salida de su rival. Los dos puntas del Dortmund retrasaban su posición hasta la línea de mediocampo e ignoraban en su gran mayoría las conducciones de los dos centrales bávaros. Viniendo de un equipo que había tiranizado al Bayern en los últimos años a base de una presión enfermiza (la primera media hora de la final de Wembley como ejemplo más claro), la decisión de Klopp de morder al Bayern recién cuando cruzara la mitad de la cancha sin duda fue una de las claves del encuentro.
Habiendo superado los cuatro meses de competición, salta a la vista que casi ningún rival ha realizado una presión alta contra los de Guardiola, y los que lo han intentado lo han terminado pagando. Pep ha conseguido que los rivales estén obligados a replegar contra el Bayern gracias a dos razones fundamentales. La primera, la más importante, es que el de Santpedor es un maestro ideando sistemas de salida. El Bayern parece tener una solución para cualquier tipo de presión. Si a esto le sumamos la inclusión de Lahm en la posición de mediocentro, el extraordinario nivel de acierto que está teniendo Neuer en el juego con los pies y la clara mejoría en el manejo de balón experimentada por los centrales desde la llegada de Guardiola, el resultado es un equipo casi inmune a cualquier tipo de presión alta. El ejemplo más claro de esto fue el partido disputado en Gelsenkirchen hace un par de meses. Cada vez que los de Pep sacaban de puerta, el Schalke acumulaba varios hombres arriba para intentar dificultar la salida bávara. Los de Keller no robaron un solo balón y solo consiguieron facilitarle la labor a un Bayern que se encontraba con una infinidad de espacios cada vez que cruzaba la linea divisoria. Lo de Dante, Boateng y Neuer aquella noche fue un espectáculo.
La segunda razón es más reciente. Desde la pretemporada, Pep le ha pedido a su equipo que si es imposible salir por abajo, la solución sea lanzar un balón largo cruzado hacia el extremo derecho. El recurso ha sido utilizado por el Bayern en todos sus partidos, pero ha adquirido especial relevancia desde que, debido a la lesión de Robben, ha sido Thomas Müller el elegido para ocupar la posición. Guardiola usa a su extremo derecho como una chincheta para agrandar el campo. Cada vez que el Bayern intenta salir desde atrás, Müller adelanta su posición y se coloca entre el lateral izquierdo y el central más cercano. Así amenaza constantemente la espalda de la defensa rival y evita que esta pueda achicar el espacio sobre el campo contrario. Resulta difícil pensar en un jugador más indicado para realizar esta función que el ’25’ bávaro. Verlo en vivo es impresionante: sabe leer a la perfección los tiempos de cada jugada y tira constantemente desmarques muy agresivos que llenan de inseguridad a la linea defensiva contraria. Con la defensa fijada atrás, presionar arriba se convierte en un riesgo muy difícil de asumir para los rivales. Hacerlo significaría partirse en dos y dejarle demasiado espacio a una línea que suele incluir, entre otros, a Ribéry, Götze o Thiago. Un suicidio.
Por ello, los rivales vienen optando bien por una presión intermedia (Hertha, Dortmund), bien por un repliegue muy profundo (Guangzhou, HSV). La imagen es cada vez más frecuente: los puntas rivales retrasan su posición y no trabajan sobre los centrales con el objetivo de aislarlos en la base de la jugada. Esto termina complicando al Bayern porque a pesar de que, como dijimos, Boateng y Dante han mejorado muchísimo en el manejo del balón, su gestión del juego sigue siendo bastante deficiente. Los dos centrales tienen serias dificultades a la hora de superar la primera línea rival, lo cual lleva a una circulación infructífera que apenas genera ventajas. El problema tiene como consecuencia final el hecho de que Lahm tenga que retrasar su posición para ser él el que gestione las jugadas de su equipo. El capitán es expulsado del medio, lo cual tiene repercusiones inmediatas en el juego de su equipo. Es importante diferenciar esta cadena de eventos de la salida lavolpiana ejecutada por el Bayern durante gran parte de la temporada. Cuando Lahm bajaba a recibir entre centrales, lo hacía porque así generaba una superioridad numérica ante los dos delanteros que solían presionar la salida de su equipo. Ahora esos delanteros se encuentran mucho más retrasados, congestionando el carril central y evitando que los de Pep salgan por el medio. Cuando Lahm baja, la inferioridad numérica en el centro termina siendo insuperable y al Bayern no le queda otra que salir por afuera. Es justo aquí donde se encuentra la razón por la que Guardiola ha decidido recurrir a una posición casi inédita en su carrera como entrenador. Su equipo pedía a gritos la inclusión de un mediapunta.
Pep utilizó por primera vez el 4-2-3-1 para imponerse en lo que probablemente haya sido el desafío táctico más grande en lo que llevamos de temporada.. El 5-4-1 del Mainz de Thomas Tuchel estaba maniatando a su equipo y la introducción de Götze como ’10’ terminó decantando el duelo a favor de los de Guardiola. En los partidos siguientes la formación volvió a aparecer puntualmente cada vez que el Bayern se encontraba en problemas, pero nunca fue utilizada como plan inicial. Debido a eso parecía difícil imaginar el futuro del Bayern lejos del tradicional 4-3-3 de Guardiola, pero en el mes de diciembre el de Santpedor utilizó el nuevo dibujo en cuatro de los seis partidos disputados por su equipo. Las razones del cambio son simples. Resignado a no poder salir por el centro, Pep ha decidido insertar una figura extra en la zona de tres cuartos para poder sacar el balón por fuera con más fluidez. Cuando el Bayern lleva el balón a un costado, el mediapunta se acerca a la banda y se ofrece como un apoyo para ir ganando metros. Su rol es bastante libre, por lo que su presencia en esa zona permite al equipo llevar a cabo más triangulaciones de las que podría realizar si el que acudiera a la ayuda fuera un interior. Las rotaciones entre mediapunta, lateral y extremo son constantes, y asfixiar al Bayern contra un costado es más difícil que nunca. La medida, por ahora, ha sido todo un éxito.
Otro detalle clave es el comportamiento del doble pivote cada vez que el Bayern lleva el balón hacia un costado: el jugador más cercano a la banda se ofrece como apoyo mientras el otro retrasa su posición para poder recibir libre y reiniciar la jugada en caso de que su equipo lo necesite. Este segundo rol es clave para Guardiola, ya que de él depende gran parte del éxito del sistema. En los últimos días ha circulado por la red un video en el que se ve a Pep insistiendo muchísimo en la circulación de banda a banda. Lo vemos en cada partido: el Bayern acumula varios efectivos en un costado, combina bien y logra atraer muchas marcas, pero pocas veces aprovecha el desequilibrio creado buscando rápidamente las zonas que han quedado libres en la banda contraria. El cambio de lado es muy lento y el rival logra reorganizarse, anulando la ventaja sin haber sufrido ninguna consecuencia. Contemplando este problema, la figura de Kroos en el futuro del equipo se antoja fundamental. Su precisión en el pase es altísima y cada recepción libre suya permite a los de Pep lograr profundidad incluso ante las defensas más cerradas. Si, por ejemplo, el Bayern logra combinar bien en la derecha y descarga rápidamente con Kroos libre atrás, lo más probable es que el ’39’ logre encontrar a Alaba totalmente libre en el otro costado. Toni parece ser el que mejor comprende el rol y su importancia dentro del equipo se ha agigantado en los últimos partidos. Si Guardiola logra activarlo con más asiduidad, el potencial ofensivo del Bayern mejorará sustancialmente.
Nos hemos dejado varios detalles interesantes, como la clara mejora en la transición defensiva del equipo o la relación de Kroos con los diferentes mediapuntas de la plantilla. Para analizarlas en profundidad vamos a esperar a ver si el dibujo termina de asentarse. Cuatro partidos son una muestra muy pequeña como para sacar verdaderas conclusiones. Además, hay que tomar muy en cuenta que Guardiola está disfrutando por primera vez de la pausa de invierno alemana: casi todo un mes para pulir detalles e introducir nuevas ideas. Sin duda, una ventaja de cara a la etapa clave de la temporada. Los partidos importantes cada vez están más cerca. No podemos esperar.
El retorno de Ribéry: en la entrega anterior nos preguntábamos si con la vuelta de Ribéry iban a regresar los falsos laterales, y no tuvimos que esperar mucho para enterarnos de la respuesta. Pocos minutos después de que el francés ingresara en el partido contra el HSV, Contento se metió por dentro para llevarse una marca y permitir que el ‘7’ recibiera en un uno contra uno contra su lateral. El recurso había vuelto. Cabe destacar también que Guardiola cada vez le da más libertad a su gran estrella y ya no sorprende ver a Ribéry realizar acciones en todo el frente de ataque en cada partido. Semejante variedad de movimientos no sería posible si el lateral izquierdo no fuese ocupado por un jugador capaz de comerse la banda por si solo. Lo de David Alaba cada día es más impresionante.
La explosión de Thiago: hemos tenido que esperar a diciembre para ver la mejor versión del crack español, y no sorprende que esta haya coincidido con la introducción del 4-2-3-1 por parte de Guardiola. Jugando de mediapunta, Thiago puede potenciar todas sus virtudes y esconder la gran mayoría de sus defectos. Al estar treinta metros más arriba, las pérdidas que genera por arriesgar demasiado el balón no son tan dañinas para su equipo como cuando jugaba de mediocentro. Además, al estar más cerca del área contraria, su excepcional visión de juego y su destacadísima técnica resultan más decisivas y marcan más diferencias. Otro aspecto menos comentado es que, al haber salido de La Masia, Thiago tiene muy interiorizado el concepto de la presión pospérdida y la domina mejor que cualquier otro mediapunta en la plantilla. Cuando los rivales intentan salir en transición, el ‘6’ siempre se suelta para presionar al poseedor de la pelota. El mayor de los Alcántara lo hace realmente bien, tapando opciones de pase con facilidad y asfixiando la posesión rival lo más pronto posible. Prueba de ello es que Guardiola le asigna esa tarea incluso cuando lo coloca de interior. También hay que decir que, de mantenerse el 4-2-3-1, Thiago tendrá que jugarse la posición con Götze, en lo que seguramente sería uno de los duelos más interesantes de la temporada. El exjugador del Barça, al no ser un mediapunta de formación, le garantiza al Bayern más opciones de rotación en el centro del campo. Tanto Lahm como Kroos pueden soltarse sabiendo que Thiago les va a guardar la espalda sin problema alguno. Por otra parte, Götze ofrece más opciones en la zona de tres cuartos porque puede abrirse y compensar los movimientos hacia adentro de Ribéry o Robben.
0. Introducción a La evolución táctica del Bayern de Guardiola
* Ignacio Archondo.
– Foto: dpa
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