Muchas veces se observa a un jugador de rugby ya formado y se opina sobre él y su juego, pero pocas veces se piensa en su formación y en cómo transcurrió dentro de una estructura planificada, estudiada y superadora en cada club a través de los años.
Luego de acordar una línea de juego y pedagógica cada club ordena su estructura de formación con los principales responsables (entrenadores) y los protagonistas (jugadores).
Para avanzar, cada club debe tener una estructura ordenada de formación con rugby infantil y rugby juvenil. Si bien los ejes son varios y variados, detallaremos algunos importantes.
Se presentan objetivos generales y objetivos específicos. En ella se incluyen etapas de preparación previa de base y preparación específica de base.
El objetivo es estimular al jugador de rugby, tanto desde sus capacidades condicionales y coordinativas como desde la técnica individual, sin olvidar el aspecto socio-afectivo, con el objetivo de que llegue a integrar el plantel superior de su club y se mantenga el mayor tiempo posible, y sin lesiones, en esa etapa. No hay que olvidar esta premisa.
Estos son algunos rasgos y pautas generales de cada una de las etapas antes mencionadas:
ETAPA DE PREPARACIÓN PREVIA DE BASE
Esta etapa consiste en el periodo de posibilidades óptimas, pues aquí estamos en presencia de la aparición de las denominadas fases sensibles, las cuales bajo ningún punto de vista pueden ser desaprovechadas para conseguir estimular eficaz y efectivamente a nuestros jugadores de rugby en formación y transformar sus capacidades en habilidades.
Apuntaremos a incrementar el potencial motriz, el aprendizaje de la mayor cantidad posible de destrezas y de técnicas que se puedan utilizar dentro del juego ante diferentes estímulos (orales, visuales, kinestésicos).
Directamente estimulamos aquellas capacidades relacionadas con el entrenamiento.
Estimulamos en este periodo el desarrollo de las distintas formas de velocidad.
Se incrementa el trabajo sobre la flexibilidad, pues por la edad de los jugadores comienzan los desequilibrios orgánicos propios de la evolución del individuo.
Se hará hincapié en la mejora de la técnica sobre la variedad motriz.
Se debe determinar el volumen de trabajo anual por cada año y ciclo de jugador y el tipo y la forma de competencia que se desea para sus jugadores en formación.
ETAPA DE PREPARACIÓN ESPECÍFICA DE BASE
Se le dará en este periodo más importancia a la preparación general y auxiliar que apunten a la perfección técnica. Es decir: haremos trabajos de circuitos en función del periodo competitivo en que nos encontremos, basándonos en los parámetros fisiológicos establecidos por edad.
Este es el momento en el que determinamos la especialización deportiva futura.
Este estadio es el indicado para aumentar el potencial funcional del organismo, trabajando directamente sobre los sistemas comprometidos en la competencia y mejorando el proceso enzimático si hablamos del sistema del ácido láctico, o sobre el Ciclo de Kreps si nos referimos a lo aeróbico. Sobre estos puntos ya hablamos en la etapa anterior, al definir el continuo energético
En las sesiones se tratará de llegar, cuando el mesociclo sea el adecuado, al máximo volumen de trabajo para acercarlo al de la competencia.
En este período, los esfuerzos estarán orientados a sesiones de entrenamiento (circuitos) de mayor volumen aeróbico e intermitentes, para así soportar los mayores volúmenes de las sesiones específicas.
Con este programa de trabajo se buscará el óptimo desarrollo técnico y físico del jugador de rugby, basándonos en un entrenamiento racional y sistemático orientado a buscar la eficacia de las técnicas que se emplean en el entrenamiento deportivo a través del tiempo. Todo esto se basará en ejercicios de coordinación muscular, reacción, agilidad, contracción y relajación junto a los importantes objetivos técnicos.
Algunos contenidos iniciales técnicos propuestos:
Que los jugadores tomen al contacto como natural.
Realicen las habilidades motoras básicas y combinadas.
Que aprendan las técnicas individuales y específicas de los diferentes gestos.
Que actúen bajo presión (con oposición) y puedan resolver.
Que mantengan la continuidad en el juego.
Aprendan a tener el control de la pelota.
Corran hacia adelante con y sin la pelota.
Aprender a resolver con postura corporal correcta las situaciones de ruck y maul.
Aprender cómo posicionarse en la cancha.
Tengan nociones básicas de formaciones como el scrum y line out.
Se deben incorporan necesariamente las siguientes habilidades motoras básicas en el programa de desarrollo de los jugadores de rugby:
Empujar
Correr
Traccionar
Lanzar
Apoyos
Receptar
Equilibrios
Saltar
Rodar
Rolar
Y desarrollar las siguientes destrezas:
Correr y esquivar
Recibir y correr
Correr y pasar
Recibir y patear
Es importante el modo en que cada club y cada división ordena con criterio progresivo la enseñanza, el entrenamiento y la mejora de las habilidades básicas y destrezas individuales y de conjunto.
El respeto de los tiempos individuales y grupales será clave en el avance del programa dentro de la estructura. También la comunicación entre los grupos de entrenadores anteriores y posteriores de cada división.
Determinar índices concretos para observar el avance en calidad y cantidad también es un punto crítico en la mejora de toda estructura de formación de jugadores de rugby.
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