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"Entonces marcábamos goles, pero no nos daban trofeos por hacerlo". Telmo Zarra


Táctica / Métodos / Entrenadores

La estandarización en el fútbol

por el 15 mayo, 2016 • 2:25

Fútbol formativo

“La experiencia no es lo que le sucede a un hombre, es lo que un hombre hace con lo que le sucede”.

(Aldous Huxley)

Dependiendo de nuestras intenciones y ambiciones, o incluso tan solo de nuestra inspiración, podemos pensar acerca de un tema y llegar a profundizar de tal manera que éste nos lleva a ideas que nada tienen que ver con lo que teníamos en mente en un primer momento. A veces, el inicio de las reflexiones surge a partir de un hecho que puede parecer cotidiano o poco importante.

Acostumbro a ver la mayor cantidad de partidos posible durante un fin de semana. Algunos te aportan más y otros te aportan menos. En gran parte, la aportación depende de la emoción. En este caso, estaba viendo el FC Porto – CD Tondela, y me hizo pensar. Me sorprendió. No seré yo quien descubra que existe una relación indivisible entre emoción y aprendizaje, ya que la primera es el ingrediente principal del segundo. Y la emoción (en este caso, la sorpresa), me hizo reflexionar.

Muchas veces, lo que buscamos está tan cerca de nosotros que no somos capaces de verlo. Aspectos en los que debemos mejorar pero no nos paramos a pensar en ellos porque no somos capaces de percibirlos, o, simplemente, porque nos es más fácil escudarnos en excusas que nos protejan de nuestros errores o de nuestras limitaciones.

Era la primera vez que escuchaba el nombre del equipo visitante. Estaba observando el partido y, más allá del nivel del Porto, bajo mi punto de vista, la organización colectiva del CD Tondela era bastante buena. Llevó el partido al lugar que quería, se desempeñó muy bien en las cuatro fases del juego y supo dominar las diferentes situaciones de juego, pero no busco hablar del partido. Durante la narración del mismo supe que era el último clasificado de la Liga Portuguesa. Me sorprendió que el último jugase así de bien.

Mis inquietudes me han llevado a intentar leer lo máximo posible, y muchos de mis libros predilectos en cuanto a fútbol se refiere tienen como autores o protagonistas a entrenadores/profesores portugueses. En ellos, se hablaba de los diferentes problemas que existían en el fútbol en general y, especialmente, en el país. Los podemos englobar en dos grandes grupos:

· Los problemas conceptuales/organizativos durante el juego.
· Los problemas metodológicos referidos al entrenamiento.

El primero de ellos es observable durante la dinámica de un partido y, generalmente, aquello que hacemos en la competición tiene relación con el entrenamiento. El partido determina -debería determinar- qué y cómo voy a entrenar. Por ello, no solo “se juega como se entrena”, sino que también deberíamos “entrenar como jugamos”. Si el último clasificado de la Liga Portuguesa demuestra semejante nivel de desempeño quizá se puede llegar a la conclusión de que se ha mejorado mucho en esos aspectos anteriormente criticados.

Balón

El fútbol, como la vida, es una constante de causas-consecuencias. Y es un deporte de modas. Como acabo de decir, durante los últimos años la mayoría de publicaciones en el fútbol se basaban en la organización del juego y en entrenamiento. Por ello, se buscaron soluciones ante la falta de calidad que había en los mismos, lo cual ha llevado a una idealización de patrones, y la idealización suele traer consigo el extremismo y los radicalismos, poco aconsejables en un deporte tan complejo como el fútbol, que ayer fue negro, mañana blanco y hoy es gris y en el que todo depende.

En mi opinión, se idealizó el juego del Barça de Pep Guardiola y las nuevas metodologías emergentes en el entrenamiento, especialmente la Periodización Táctica y el Entrenamiento Estructurado. Está claro que fueron grandes aportaciones que mejoraron la calidad del fútbol, pero como todo en este juego, debe ser estudiado en profundidad y quizá su influencia hacia la formación no fue todo lo positiva que podría haber sido. No hay que leer, hay que entender. No hay que copiar, hay que adaptar.

Vivimos en la era de la información. Gracias a internet y a la importancia que tienen plataformas como las redes sociales y las páginas web en nuestro día a día, la información -que no el conocimiento- es accesible para todos y de nosotros depende seleccionar aquello sobre lo que queremos informarnos. Ese “click” quizá es el origen de muchos problemas. Es un hecho que no exige pensamiento ni reflexión, nos mastican una información y nosotros decidimos qué hacer con ella. ¿Copiar o pensar para mejorar? Lo realmente importante en la vida no es qué tenemos, sino cómo lo utilizamos. Muchas veces no es necesario tener más, sino utilizarlo mejor.

Por ello, aspectos como la “experiencia” tampoco son medibles por el número de situaciones que hayas vivido, como decía Aldous Huxley, porque lo realmente útil es extraer conclusiones que te ayuden a acumular conocimientos acerca de los diversos hechos que se te pueden presentar durante la vida o, en este caso, durante el juego. Creo que es preferible la calidad a la cantidad.

Y, a todo esto, ¿nos hemos parado a pensar en la influencia que tiene ese “click” en el fútbol? Creo que coincidiríamos todos al afirmar que el fútbol de hoy en día está cada vez más globalizado (que no especializado-individualizado), en el que la formación teórica de las personas que forman parte de él es mucho mayor que en épocas anteriores, y a primera vista se hace difícil saber qué es lo que realmente determina la calidad de las personas que los conforman.

Ves currículums y te das cuenta de que cada vez hay más gente preparada: Entrenadores Nacionales, licenciados/graduados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, etc. Si la mayoría de profesionales tiene la misma formación académica, ¿cómo podemos diferenciar la calidad entre los mismos?

Cada vez creo más en la necesidad de tomar decisiones basándonos en aspectos cualitativos y no cuantitativos. La formación académica se ha convertido en una obligación más que en una herramienta de crecimiento. Ésta, por desgracia, continúa siguiendo un patrón basado en la memorización de datos. En saber el “qué” sin preocuparse del “cómo”, el “quién”, el “por qué”, etc. En el hecho, sin tener en cuenta el contexto. Y creo que ese aspecto se refleja en la formación que damos a los futbolistas y, por ello, en la calidad del juego.

Cualquiera que observe un partido de fútbol, sobre todo en formación, se da cuenta de que, a nivel de organización colectiva -en especial, a nivel defensivo-, la calidad de los equipos ha aumentado significativamente. Dominio de distancias, selección coherente de zonas en las que apretar, etc. Y puede que sea algo que hable a favor de la calidad de los entrenadores, pero a mí es algo que, en muchas ocasiones, me produce dudas y me lleva a volver a hablar de lo que anteriormente ponía en duda: ¿a mayor organización, mejor juego y mejores jugadores?

No es mi intención hablar sobre el papel del fútbol de calle y la influencia negativa que ha tenido su desuso como herramienta formativa, ya que no es un aspecto en el que los entrenadores podamos influir. En cambio, los entrenadores sí influimos en la dinámica del juego, en la priorización de la organización colectiva ante el desarrollo individual y en el olvido de que el jugador es la parte principal del proceso formativo.

No tener tan en cuenta al individuo y centrarnos principalmente en el colectivo creo que ha provocado una mayor previsibilidad en el juego. Lógicamente, una mayor organización colectiva facilitará, sobre todo a nivel espacio-temporal, las acciones del individuo, pero nuestro afán por el control quizá no es lo adecuado para el crecimiento del jugador. ¿Cuántos futbolistas de base, hoy en día, nos sorprenden por su capacidad de desequilibrio? Seguro que menos que antes. Y quizá, somos nosotros los causantes de ello.

“Mi gol soñado no incluye ningún regate”.

(Pep Guardiola)

Asociamos organización a la colocación de los jugadores dependiendo de cada momento del juego, ¿pero no hay fútbol más allá de la orientación espacial? La colocación es un aspecto general del juego y, por supuesto, es importante ya que dependiendo de los espacios que ocupe condicionaré mis acciones, las de mi equipo y las de mis rivales, y podré facilitar o dificultar el juego colectivo dependiendo de la adecuación de mis movimientos. Pero, ¿ese hecho es el único que me va a hacer mejor jugador y lo que va a provocar que el juego desarrollado por mi equipo sea mejor? Creo que no. Y si es así, ¿por qué la gran mayoría de nuestras correcciones van enfocadas hacia ese aspecto?

El gran error que cometemos los entrenadores en la formación, bajo mi punto de vista, además de tener excesivamente en cuenta la estructura colectiva, es obviar la táctica micro como, por ejemplo, las orientaciones corporales tanto en acciones ofensivas como defensivas, la selección de momentos a la hora de saltar a apretar o aguantar, etc. Los aspectos tácticos individuales. Los que realmente enriquecen al jugador y le hacen entender el juego. El centrarnos en los aspectos generales provoca que la mayoría de equipos dominen los mismos conceptos y jueguen a lo mismo, generando un juego previsible y que, desde mi punto de vista, no es de gran calidad. Además, estos principios colectivos básicos tampoco son explicados para que los chicos sepan por qué se llevan a cabo determinados comportamientos, cuándo deben realizarse, en qué zonas, etc.

Por tanto, no se genera un aprendizaje significativo. Más allá de las metodologías, que pueden ser más tradicionales o más contemporáneas y todas pueden ser válidas, lo que es seguro es que para que una persona aprenda es necesario que sienta que aquello que le instruimos tiene una utilidad. ¿Cómo podremos conseguir que aprenda un concepto de manera adecuada si no sabe cómo, cuándo y por qué ha de realizar lo que le enseñamos?

Muchos entrenadores obvian éstos aspectos, considerando que los chicos no pueden absorber la información, cuando, realmente, es la etapa en la que mayor capacidad de aprendizaje tienen siempre que éste se realice de manera progresiva. No podemos enseñar a multiplicar si antes no saben sumar. Por ello es importante la sensibilidad del entrenador. El aspecto cualitativo. ¿En qué academia o universidad se enseña a percibir correctamente la evolución de un jugador? ¿Se puede planificar la mejora de un jugador? Creo que no. Debemos ser conscientes de que el proceso no es lineal y de que hay cosas que van más allá de la teoría.

Leicester

Ante mayor conocimiento del por qué realizar determinadas acciones en las diferentes situaciones del juego, mejores decisiones se pueden tomar, al verse facilitada la asimilación conceptual y, por ello, la interiorización. Como ya comenté hace varios años en otro artículo, es de sobra sabido -gracias a estudios como los de Damásio, Morin o tantos otros neurocientíficos- que la toma de decisión en el fútbol se realiza, en la mayoría de ocasiones, de manera inconsciente.

El fútbol cada vez es un deporte más igualado. El último de la Liga Portuguesa puede ganar con solvencia en casa del mejor equipo del país. El Leicester es campeón en Inglaterra. Muchas veces hemos escuchado que “la diferencia está en los detalles”. Y no es casualidad. Si la gran mayoría de equipos domina los aspectos macro, ¿qué va a marcar la diferencia? Los aspectos micro. Por su importancia en el juego y en el aprendizaje de los chicos, creo que es de vital importancia que los empecemos a tener más en cuenta, ya que permitirán disfrutar de un juego de mayor calidad.

Por ello decía que estamos inmersos en un juego cada vez más global pero menos individualizado. Los tratamos a todos igual cuando son todos distintos. Y las decisiones dependen de con quién cuento y contra quién juego. Porque no es lo mismo unir a Griezmann y a Carrasco que a Gabi y a Koke. Se generan cosas distintas con unos que con otros porque no se relacionan igual. Y, ¿es lo mismo que Messi encare a Correa o encare a Godín? Creo que no. Aunque sobre la pizarra, sí. Pero los futbolistas no son fichas. Son futbolistas y todos tienen unas características específicas que debemos intentar explotar. Humanizar el entrenamiento, no robotizar. Individualizar, no estandarizar.

* Carlos García Cuesta es entrenador en el Club Atlético de Madrid.




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