1.- El Real Madrid suele interpretar una melodía sigilosa sin excesivas florituras en la partitura, que cambia a un prestissimo cuando trata de ganar los partidos. Durante varias fases de la sinfonía, los blancos no consiguen enlazar notas en improvisación cuando está ausente el director de orquesta, Xabi Alonso, que se quedó en la caseta más pendiente de la gran ópera que tendrá que protagonizar la próxima semana. Tampoco compareció su hombre de confianza, su primer violinista, Sami Khedira, por los mismos motivos.
2.- El sustituto del director es otro tipo de líder musical. Modric prefiere el andante, con movimientos de balón suaves, ligeros cambios de juego a un ritmo pausado y acompasado. Rara vez en su partitura figuran variaciones del ritmo destacables, tales como un balón largo en profundidad que dé ventaja a un compañero, sino que prefiere mantener el orden. Además, su primer violinista no le convencía ni le convenía. Essien se mostró rígido posicionalmente, su ayuda en la creación del juego era escasa. Al doble pivote le costaba funcionar.
3.- Porque Modric y Essien sí jugaban como doble pivote, no así Xabi Alonso y Khedira. El donostiarra se incrusta entre los centrales majestuosamente para sacar el balón y después mueve al equipo a su antojo, mientras que el alemán se ha especializado definitivamente en el papel de interior llegador que retrasa su posición siempre que Xabi se encuentra con problemas para gestionar el juego. Modric esta vez tenía que crear el juego después de que Essien sacara el balón, pero al ghanés le cuesta más que a Xabi realizar el primer paso.
4.- Curiosamente, Essien cada vez se siente más cómodo como lateral que como volante tapón. Y de eso se ha dado cuenta Mourinho. De eso y de que teniendo a Sergio Ramos es preferible hacerlo jugar de central que de lateral, sobre todo por la ayuda que aporta en la salida fluida del cuero.
5.- Con Khedira en el campo, Modric se ha liberado y ha podido ejercer el fútbol que más le gusta, con fluidez, partiendo desde la posición de ‘5’ clásico, con el apoyo constante de Sami y de Ramos y la ausencia de presión por parte de los jugadores de la última línea del Getafe. Con esa disposición, el Real Madrid ha recuperado su dibujo habitual y ha potenciado las virtudes de su mago.
6.- La melodía del Madrid encontró ritmo y coordinación y en esas se coló el dulce sonido de un oboe, inesperado pero sobrecogedor. Özil se encontró con una zona de tres cuartos vacía de jugadores azulones, más pendientes de evitar el estruendo del bombo que llevaba Cristiano Ronaldo que de cerrar las líneas de enlace con el portugués. El alemán dejó claro que su buen momento no ha sido cosa de dos partidos, sino que cada vez va a más, subiendo más el tono y cogiendo el protagonismo definitivo en las partituras merengues.
7.- Todo ello fue posible por la autoconvicción getafense de inferioridad. Las líneas de centrocampo y defensa se juntaron en la primera parte y no sufrieron en exceso la percusión madridista, porque todavía no habían afinado todos los instrumentos. El muro azul repelía los ataques, pero no era capaz de desplazarse y hacer daño al contragolpe, donde se encontraba un solitario Adrián Colunga que tenía buenas intenciones pero pocas opciones de pase. Sarabia aparecía por el otro costado, también muy solo.
8.- Probablemente, la goleada madridista no hubiera sucedido si González González no hubiera dado validez al tanto de Ramos por el desequilibrio que provocó el choque de Carvalho con Moyá y que impidió al portero balear retener el balón llovido al área. Pero la superioridad blanca estaba siendo tal, que la sensación era que si no hubiera llegado el gol en esa situación habría llegado pocos minutos después. Özil ya estaba entonando sus mejores notas y en pocos minutos ya había conquistado todos los oídos, cual flautista de Hamelín.
9.- Cada vez que sonaba un pentagrama de oboe retumbaba el estruendo del bombo de Cristiano Ronaldo. La clase de Özil eligiendo el tempo de las asistencias está alcanzando cotas de maestría mundial. Da igual la situación y la posición del campo en la que se encuentre, da igual que el pase sea raso o alto, de un metro o de veinte. Özil siempre elige el momento preciso en el que su compañero, en este caso Ronaldo, está en plena ventaja para finalizar la jugada. Y después del recital, se fueron los dos a descansar para prepararse para la ópera del miércoles.
y 10.- El Real Madrid está encontrando con frecuencia una armonía en sus acordes que nos invita a pensar en una eliminatoria contra el Barcelona mucho más igualada de lo que cabía esperar hace apenas un par de semanas. En ese momento, el director de la orquesta estará listo para gestionar los sonidos de sus compañeros, de los que podrán estar, porque varios de los músicos se quedarán fuera del auditorio. Ni Pepe, ni Ramos, ni Coentrao, ni Di María, ni Casillas. No sabremos hasta que termine el primer envite de la eliminatoria si son demasiadas bajas para tan buena orquesta.
* Jesús Garrido es periodista.
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– Foto: Juan Medina (Reuters)
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