Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012 / Selecciones
1.- La República Checa es, ciertamente, una selección distinta. Su fútbol -salvo veinte minutos contra Grecia- no es una efervescencia sin control que contagia el corazón de sus hinchas. Produce ese efecto de asentamiento nada dinámico, pero seguro, que produce la caída de una moneda al agua. Entra en el agua y se mueve hacia abajo hasta encontrar su sitio en la arena. Le cuesta llegar pero una vez allí, se siente cómoda. Exactamente así es Chequia: tardía de reflejos, pero segura de movimientos.
2.- El borboteo fue polaco. Como venía acostumbrando, laterales ensanchados, Kuba y Obraniak hacia dentro para estirar a Lewandowski (otro delantero disfrazado) hacia la punta y aglomeración interior para herir al rival. Nivel prodigioso de activación, un minuto de relax, y de nuevo a la carga. Así, con Polanski y Lewandowski en pocos metros combinando con los interiores y sobrecargando -como siempre- la zona derecha de Piszczek. Solo faltó el gol. Como la cerveza, cuando Polonia se quedó sin espuma, bajó el pistón y cedió terreno. El físico quiso superar al escenario mediante la voluntad. No encontró recompensa y el castigo, más moral aún que físico, llegaba en tanto en cuanto la dinamo checa comenzaba a arrancar.
3.- Es cuando aparecen las figuras de Hübschman, Plasil y Kolar (más allá del notabilísimo Pilar). El rubio mediocentro callado es el paradigma del silencio, de estar en el lugar donde tiene que estar. Con su escoba. Preparados, listos, ya: robo, reparto, subo, toco y vuelvo. Es el sostén para que Plasil, sin Rosicky, pueda acercar el balón hasta el área contraria. Plasil hizo función doble. La de Rosicky y la propia. Dio un paso adelante para hacer llegar a Kolar, que dio un paso atrás. Triángulo de inicio para superar a Polonia. Paciencia.
4.- Acompañado del asentamiento de República Checa en el partido, incrementa el nivel de activación y la defensa sale cinco (o diez, según el caso) metros. Se adelanta y solo permite a Lewandowski recibir de espaldas. Kuba empieza a desaparecer por ausencia de espacio y Obraniak, desesperado y con el instinto natural de quien pretende regresar a su hogar, comienza a venir al centro y a regalar el carril a Gebre y Giracek. Chequia inaugura la explotación de un hueco (su mejor carril) y transita con comodidad.
5.- Asistimos al desmoronamiento. Se palpaba como la tragedia pretendía involucrar a Polonia en su historia. La República Checa era dueña del juego, ya incluso del balón. Birló los espacios y, salvo Baros, se asociaba con comodidad, insistía y robaba balones. Smuda prescindió de Polanski para reforzar su zona con mayor intensidad, con un jugador fresco física y mentalmente. Nada más lejos. El contagio era colectivo y los pasitos hacia atrás se sucedían a la velocidad con la que Giracek volaba en diagonal buscando la zona izquierda. Ocupando el espacio, estirando a la zaga polaca y rematando a Tyton (digna actuación la suya) para colocar el 0-1, definitivo y cruel 0-1.
6.- La maniobra de Bilek fue sobrecargar la derecha. No permitir que hubiese distracción alguna en la banda de Piszczek y Błaszczykowski. Pilar, el salto de calidad checo (amén de Rosicky) y Limbersky estiraban ese sector hacia la línea de cal. Tumbaron a su equipo hacia este costado e impidieron que el carril polaco circulara con la comodidad de los primeros 25 minutos. Se acabó la felicidad polaca. Obraniak no sorprendió en su carril. Se vino acostando al centro, cayó en la trampa checa y la activación mental y física decidió gran parte del partido. La dinamo asentada, evolucionando con balón y sin él, impidiendo asociarse al trío del Dortmund. Polonia sufre, se desmorona y llora.
y 7.- No solo la crueldad mediática del organizador ilusionado porque sus paisanos les aplaudan y sean la alegría del país por unos días. Es la crueldad de quien trata de exponer fútbol alegremente pero no interpreta los escenarios que se dan a lo largo del partido. Es la crueldad de quien se divierte en el inicio para acabar llorando. La crueldad de un colectivo relativamente joven que se deja ir por las emociones. La crueldad (a la par que diversión) del fútbol.
* Fran Alameda es periodista. En Twitter: @Fran_Alameda
– Fotos: David Josek (AP)
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